Mi bella niñera

Celebrity

POV VALERIA.

 

—¡Ya va a ser mi cumpleaños! — Michelle miraba fotos de las mejores fiestas en el mundo por internet.

—Cuando llegues a mi edad no celebrarás de esa forma, linda. — Si era su cumpleaños, eso significaba que el mío también.

—Cierto, ¿Cuántos cumples, Val? — Adela me preguntó mientras jugaba con Coco a tomar el té.

— 28 — Dije sin titubear

—¿No cumpliste 28 el año pasado? — Michelle dejó a un lado su celular.

—No. — Estaba comenzando a ponerme incomoda.

— Val ¿Qué hablamos de las mentiras? — Adela advirtió.

Todo fue porque Michelle había mentido para poder salir con Adam y el señor Alexander la castigó, dijo que la persona que fuera sorprendida mintiendo, sería castigada igualmente.
Todo le jugó en contra porque tuvo que ser entrevistado y decir

“—Navarro es una gran competencia, aunque sana. Élla y yo en realidad somos buenos amigos, ella es fabulosa”

Él quedó castigado también. Aunque al paso de los días, Andrés, Adela, mi madre, mi padre y yo quedamos castigados igualmente.

— Está bien, está bien, cumplo 29. — Mentí de nuevo.

Tenía mala cara, aunque no del todo. El paquete de luna de miel que pagó el señor Alexander, seguía vigente porque pude cambiarlo de fecha. 
Ahora tengo algo positivo y algo negativo: 
Lo positivo es que iré de luna de miel y lo negativo es que me iré con Lau.

Así de mediocre es mi vida.

Aunque últimamente me he dejado llevar por los signos zodiacales y Lau me recomendó a una mujer que te dice tu futuro por teléfono. A ella le dijo que ese día no encontraría a ningún hombre que quisiera andar con ella y que a media noche se lastimaría el pie izquierdo, todo fue cierto.

La adivina me dijo que en el crucero que tenía planeado, en la última noche en el barco iba a haber una fiesta, que en esa fiesta yo bailaría con el amor de mi vida y que con ese hombre me casaría. Así que allá voy.

—¿Y que se siente estar soltera a los 29? — Preguntó sería Michelle.

—Lo mismo que no haber tenido novio hasta los quince. — Le sonreí. —Pero ya tengo unas ideas geniales para tu cumpleaños, linda.

—¡Y supongo que son fabulosas! — El señor Alexander entró a la sala junto con Paula. — Lastima que ya tenemos planes.

—¿Qué? — Michelle, Adela, Andrés y yo nos sorprendimos.

—Sí, le haré una elegante cena aquí en la casa, ya es tiempo que comience a ir a esta clase de eventos ¿Y de qué mejor manera que sea en su propia casa?

— Hay varias mujeres en la cárcel de mi edad por matar a hombres y yo le perdoné la vida, señor Alexander. No siempre se tienen que hacer las cosas que los demás hacen. — Lo regañaba.

— Pero todos los arreglos ya fueron pensados. — El señor Alexander ignoró por completo mi argumento. — ¡Andrés, rápido! Piensa en los arreglos.

—Pues siento que un cumpleaños debe ser asombroso, junto con las personas que te aman. En mi cumpleaños estuvieron todos mis amigos. — Paula hablaba con una sonrisa en la boca.

—No tiene que mentir diciendo que tiene amigos, solo para caernos bien. — Andrés miró mal a Paula. — Porque no nos caerá bien.

—A lo que voy es que en mi última fiesta de cumpleaños la pasé muy bien, aunque fue muy íntima. — Paula ignoró a Andrés.

—¿Encendieron velas alrededor de un gato negro? — Él sólo quería hacerla enojar y lo logró porque Paula fue a la cocina con mala cara.

—Pero papá, es mi cumpleaños y yo quiero una de esas fiestas de las que me cuenta Val, dónde hay muchos… — Le cubrí la boca con mi mano, la empujé para que se fuera y lo hizo.

—Lo que Michelle quiere decir… — Traté de pensar en algo rápido. — Es que quiere elegir cómo festejar su cumpleaños, así como yo que me iré al crucero. ¿No le molesta, verdad? — El señor Alexander me dejaba hacer lo que yo quisiera, salir a la hora que yo quisiera, traer a mi madre, a mi abuela, que mi abuela trajera a sus amigas, poder volver a la hora que quisiera, etcétera.

Así él piensa que yo me he olvidado de “la cosa”.

—Hablando de eso. — Al señor Alexander le  daba gusto que me fuera de viaje, quizá crea que cuando regrese, yo habré olvidado todo. — Espero se divierta mucho con Laura. La última vez que las niñas y yo fuimos, teníamos una vista estupenda y estaban muy bien ubicadas las habitaciones, yo tenía la suite real.

—Sí, pues eso no me interesa mucho. — Le fuí sincera. — Mi adivina dijo que en ese viaje bailaré con el hombre de mis sueños.

—¿Su adivina, señorita Valeria?

—¡Sí, es fabulosa! Me dijo que con ese mismo hombre me casaré. Después me dijo algo así de perdonar a los que se retractan pero no le presté mucha atención a eso.

— ¿De verdad cree eso, señorita Valeria? — No estaba convencido.

—Por supuesto que sí, lo que le dijo a Lau que le pasaría, le pasó. — Me encogí de hombros. — Pero volviendo al tema de Michelle…

—No me cambié el tema, ¡No puedo creer que quiera ir a ese crucero sólo a buscar esposo! — Lo pensó un segundo.

—¿Seguro? —Adela la preguntó. Yo la miré mal y ella corrió escaleras arriba junto con coco.

— Bueno, sí lo creo. — Admitió. — ¡Pero no porque una desconocida se lo dice!

—Pues ella me dijo que tenía una cita con el destino.

Andrés solo nos miraba, tenía la vaga esperanza de algún día saber cuál era “la cosa” de la que hablábamos.

—¡Pero no entiende! Cuando alguien le paga a otra persona, esta sólo dice lo que la otra persona quiere escuchar. ¿Verdad, Andrés? — Volteamos ambos a mirarlo.

— Absolutamente, señor. No sé por qué Val no le hace caso si usted es tan inteligente, sabio, brillante y simpático, y guapo. — Andrés decía con emoción fingida, yo me reí.

—¡Oh, cierra la boca! — El señor Alexander estába molesto.

Nos dejó a Andrés y a mí solos, se dirigió a su oficina y Andrés fue tras él. Hablarian de hombre a hombre y esto no me lo perdería, fuí al intercomunicador y presioné el botón rojo, con ese botón yo puedo oírlos pero ellos a mí no.




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