Entré a la cocina para avisarle a Andrés que pusiera un lugar más en la mesa, Oliver vino a comer con nosotros, ayer fue a jugar con el señor Alexander al boliche.
Andrés estaba con el teléfono de la casa pegado a la oreja, cuando me vio entrar colgó y se puso a moverle a la comida.
—Oh, solo eres tú. — Puso los ojos en blanco.
—¿Qué estabas haciendo? — Puse mi mano en mi cintura.
—Nada, solo estaba tratando de marcarle a mi madre. — No creía ni dos palabras de Andrés.
—Pues sólo vine a decirte que pongas otro lugar en la mesa. — Me quedé a su lado por más de un minuto, solo observando sus movimientos.
—Esta bien. — Se rindió. — Estoy escuchando la conversación de Michelle y su amiga Sam. — Admitió.
—¿Estás espiandola? — Lo regañé. — Pensé que yo era la única. — Nos reímos. — Pon el altavoz.
—No vayas a decírselo a nadie, Adela casi lo arruina todo la última vez que escuchamos.
— Claro que no, ¿De qué hablan ahora? Yo me quedé en que Rudy iba a declararsele a Sam.
—Vas muy atrasada, Sam le está contando de la segunda cita. — Presionó contestar y para desactivar nuestro micrófono.
“— ¡No te lo puedo creer! — Se escuchó la voz de Michelle.
— ¡En serio! Yo también me quedé helada, primero me tomó en sus brazos y después… ¡Tómala! Qué me da un beso, ¡Pero no cualquier beso! ¡No puedes imaginarlo! ¿Recuerdas la película del diario de una pasión? El de bajo la lluvia.— Andrés y yo abrimos la boca sorprendidos y nos miramos entre sí.
—¡Estas mintiendo!
—¿Cómo crees? Te lo estoy contando tal y como fue.— Sam suspiró — ¡Ay, amiga! ¡Estoy viviendo un romance apasionado como el de las películas!
—Michelle, baja a comer. — Se escuchó la voz del señor Alexander por el teléfono, aparentemente había tocado la puerta de Michelle.
—Ya voy, papá. — Michelle le respondió. — Sam, hablamos luego para que me sigas contando.
—Sí, Mich. Porque todavía falta lo mejor,
—¿Lo mejor? — Michelle parecía fascinada.
—Adiós, Mich.
—Adiós, Sam.— Ambas colgaron.”
Andrés y yo estábamos impresionados.
—Val, necesito que me ayudes con esta pregunta. — Adela entró a la cocina y se sentó en la barra. — Es sobre historia.
—Sí, linda. — Fui hasta ella mientras trataba de regular mi respiración.
—Pues mira... — Andres guardó el teléfono, fue a ponerlo en su lugar y comenzó a arreglar el carrito.
—¡Val! — Michelle entró a la cocina muy sonriente. — ¿Ya se me nota? — Se dió una vuelta provocativa.
Le tapé los oídos a Adela.
—¡¿De qué rayos me estás hablando?! ¿Qué crees que se te debe de notar? — Temí la respuesta, después de escuchar qué habla con sus amigas.
—Que cumplo 17 en menos de dos semanas. — Me contestó de lo más normal.
—¡Oh! — Solté los oídos de Adela y también toda la tensión acumulada. — Me sentí como mi madre, cuando le dije que había perdido mi virgini… — Recordé que Adela estába ahí. — Mi boleto… de avión, teníamos que irnos de vacaciones ese mismo mes. — Improvisé lo más rápido que pude.
—¿Y te repusieron tu boleto? — Me preguntó Adela.
—No. — Me reí poco. — Cuando pierdes ese boleto ya no hay devoluciones, linda.
—A no ser que te pidan matrimonio y mágicamente reaparezca. — Andrés me sonrió.
—Exacto. — Le dí la razón. — Pero, Michele. Me había olvidado por completo, mas bien lo había bloqueado. Ya sabes que si tú cumples años, yo también. — Puse mala cara. — Hay que planear algo bueno.
—Lo sé. — Sé emocionó.
—¿Y qué has pensado? ¿Qué te ha dicho tu padre?
—Nada, solo me sonríe y me dice “Mi niñita ya creció” — Imitó una voz tonta.
El señor Alexander entró y Oliver detrás de él.
—Andrés ¿Por qué la tardanza? — Lo presionó. — ¡Oh! — Miró a Michelle. — Mi niñita ya creció. — Dijo exactamente con el tono de Michelle.
—Sí, papá. — Michelle trataba de ser simpática.
—Recuerdo cuando te molestaba que Alexander le cambiara al televisor porque estabas viendo tus caricaturas. — Le recordó Oliver. — Y cuando me mordiste en el pie. — Dijo dudando. — Pero no, creo que esa fue Adela.
—Olías a carne asada. — Se defendió Adela.
—Eso es cierto. — La apoyó Michelle.
—Pero tienes razón, mi niña ha crecido, Oliver. — Fue al lado de Michelle. — ¿Recuerdas nuestro juego? — El señor Alexander metió su mano debajo de su camisa. — ¡Ahí viene la serpiente! — Imitó con su mano el movimiento de una serpiente y después mostró su mano haciendo doble cosquillas a Michelle.
—Que casualidad. — Dije. — A Diego le encantaba jugar a eso.
—¿Y qué tienes pensado, Alex? — Lo presionó Oliver ignorando mi comentario.
—¿Qué les parece un lugar muy alocado? — El señor Alexander nos sorprendió.
—¡Wow! ¿De verdad? — Le pregunté.
—¡Claro! Con música en vivo. — Nos sorprendió aún más.
—¡Sí, papá! — Michelle estaba contenta.
—¡Entonces, no se diga más! Llamaré hoy mismo para alquilar el museo y el salón donde se hacen los eventos ahí. ¡Crucen los dedos para que los de la orquesta sinfónica pueda tocar hasta tarde! — Oliver iba a decir algo pero el señor Alexander salió de la cocina, Oliver solo lo siguió.
—Val, quiero morirme. — Michelle estaba en shock. — ¡Mis amigos van a odiarla, se aburriran! — Me reclamaba.
—No, linda. No creo que se aburran. — Le contesté. — Porque nadie va a ir. — La consolé.
Después de consolar a Michelle y decirle hablariamos con su padre, pasamos al comedor.
—Papá no se te olvide que mañana es la fiesta. — Michelle comentó mientras Andrés terminaba de servir.
—No me digas … — El señor Alexander lucía muy sorprendido.
—Papá te pedí permiso hace más de una semana y me dijiste que solo me dabas permiso si tú me ibas a dejar a la fiesta y me recogías.
Editado: 21.01.2021