Mi bella niñera

Leandro

Al pasar 2 meses después del mal entendido con Michelle, estábamos a una semana de Navidad, sería una gran fiesta si no supiera que Michelle tuvo la grandiosa idea de hornear pastelillos a todos y ese sería nuestro obsequio.

Ya está todo preparado, este año festejaremos con mi familia. Mi abuela traerá la ensalada de manzana, los romeritos, el bacalao y los baguette, ya que Andrés hará el pavo y mi madre traerá a mi abuela. Por lo mientras me arreglo para dejar a las niñas en el autobús, me puse mi vestido negro entallado con mis botas de tiro alto y tacón de 12cm.

El señor Alexander entró a mi habitación dando un solo golpe en la puerta sin esperar respuesta.

—Señorita Valeria, ¿Por qué tan arreglada a esta hora?— Dijo el señor Alexander en tono de intriga.

— Es mi atuendo para salir a correr en las mañanas ¿No lo había visto?

—¿Correr?—Dijo dudando mientras me miraba de arriba a bajo.

Andrés asomó la cabeza en mi habitación.

—El que hace eso es el nuevo vecino que corre todas las mañanas mientras Val lo acosa con el pretexto de llevar a las niñas al autobús, ¿Usted cree que Val se perdería el desayuno todos estos días? Claro que corre en las mañanas, no a la manzana, corre hacia el vecino  — Dijo Andrés neutralmente mientras se alejaba de la habitación.

—¡No corro hacia él!— Aclaré gritando —Corro hacia el futuro que puedo obtener en él. — Continúe con una sonrisa coqueta en mi rostro.

—¿Y quién es ese hombre, señorita Valeria?— Me preguntó el señor Alexander queriendo saber de inmediato.

—Es el chico que se acaba de mudar a la mansión de los Castro Soto, es el primo del esposo de la señora Inesita, muy joven y apuesto. — Dije mientras recordaba la plática que tuve con Inés hace un par de semanas para saber quién era ese hombre tan guapo.

—Y… ¿Es más guapo que yo? — Preguntó el señor Alexander un tanto asustado.

—¡No, eso jamás! — Le eché una mentira para que me dejara salir las próximas mañanas, y poder casarme con el vecino.

Mientras pensaba de qué color sería el vestido de las damas de honor, bajaba las escaleras y les gritaba a las niñas que se dieran prisa para poder verlo.

—Val, ¿ya le hablas al vecino que has estado acosando estos días?— Me preguntó Michelle con un tono de complicidad. Se me salió una pequeña mueca de disgustos

—No, aún no linda, pero he decidido que hoy será el gran día. — Lo dije con una temblorina en mis manos.

—Val, ¡Apresúrate!, El centésimo amor de tu vida se detuvo enfrente a la casa para cambiar la canción de Spotify. — Dijo Adela mientras bajaba corriendo en las escaleras.

—¡Niñas, dense prisa o lo perderé…— Pensé unos segundos mi oración— O perderán el autobús!— Compuse mi metida de pata.

Mientras apresuraba a las niñas para poder verlo, Adela abrió la puerta principal y con un grito de alegría, ella, junto con Michelle se abalanzaron a un hombre apuesto, con excelente porte, traje azul oscuro, 1.80 de estatura, ojos color miel, cabello castaño oscuro, y lo más importante, sin sortija de matrimonio.

—¡Tío Leandro!— Michelle y Adela no podían contener tanta felicidad, puesto que no veían a su tío hace más de 3 años.

—¿Dónde estuviste todos estos años?— Preguntó Adela cambiando su rostro de alegría a molestia.

—¿Leandro?— El señor Alexander, estaba sorprendido de ver a su hermano de regreso.

Yo estaría completamente perdida de esta emotiva escena si no fuera por el buen y boquifloja de Andrés, que me enseñó el álbum de fotos de sus últimas vacaciones juntos.

—¡Hermano!— El apuesto hombre sin sortija hizo a un lado a las niñas con mucha delicadeza, para abrir espacio y darle un abrazo al señor Alexander.

—Leandro, ¿Cuánto tiempo?,¿Dónde estuviste?,¿Por qué no avisaste que venías?,¿Cómo estuvo tu vuelo?,¿A qué viniste?,¿Vino mamá contigo? Dime qué no. — Dijo muy preocupado el señor Alexander, mientras miraba con terror a la puerta.

—Alex tranquilo, muchas preguntas ¿No?, ¿Por qué no nos relajamos? Ven yo invito los tragos. — Dijo con una sonrisa en los labios y guiñando un ojo hacia mi. — Bueno un café. — Corrigió su oración señalando con los ojos a Michelle. — Bueno, un chocolate. — Miró a Adela.

—No se preocupe, ya es hora de que ellas se vayan a la escuela. — Dije mientras las empujaba hacia afuera tratando de alcanzar al corredor, pero ví que era demasiado tarde, así que solo cerré la puerta dejándolas fuera a ellas. Espero que eso sea suficiente para que entiendan que es hora de ir a la escuela.

Mientras que los hermanos se alejaban de la sala para ir a la cocina y servir esos tragos que sugirió Leandro,  Andrés iba detrás de ellos para poder saludar al recién llegado de una forma más personal.

Después de que ellos se fueran a la cocina, yo estaba armando un plan para ir a la casa del corredor, ya que con todo el caos no pude verlo, no pasaron más de 5 minutos para que Paula interrumpirá mis pensamientos.

—Val, ¿Alexander ya está en su oficina?— Dijo un tanto apresurada por saber.

—No, está con su hermano y con Andrés en la cocina. — Dije tratando de recuperar mis pensamientos.

—¿Leandro está aquí?— Dijo Paula muy sorprendía con la noticia.

— Sí, acaba de llegar hace unos cuantos minutos. — Aclaré mientras me seguía interrumpiendo.

—Ahora entiendo por qué Alexander quiere terminar todo el trabajo antes de Navidad, y yo pensando que era para estar solamente con tu tonta familia. — Dijo Paula con una sonrisa de oreja a oreja y dejando salir un sonido de sus labios.

—¡Alexander! Vamos hermano, no me ves a diario. Aparte, sólo tengo el resto del año— Decía Leandro con un tono encantador y suplicante al mismo tiempo.

—¿Qué ocurre aquí?— Pregunté tratando de saber qué pasaba.

—El señor Leandro quiere llevar a las niñas, al señor Alexander y …— Lo pensó por un momento. — Al mayordomo a París por un crucero que tiene alberca, teatro, cine y otras cinco atracciones más dentro de ese barco. — Me contaba Andrés mientras fingía sacudir un jarrón en la sala, como era costumbre.




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