Mi bella niñera

Encierro

—Señorita Valeria, ¿Qué hace con esa charola tan pesada? Se va a lastimar más el pie. — Preguntaba el Señor Alexander muy preocupado, vestido de esmoquin negro, zapatos de charol y muy guapo. Era incómodo seguir con la mentira, no podía usar zapatos de tacón, mi atuendo se arruinaba con unas pantuflas y tobillera que el señor Alexander me obligó a usar.

—¡Ay señor Alexander! Me va a doler más si no les llevo de comer a mi familia, son capaces de comerse a este Andrés entero. — El señor Alexander me quitó la charola, la puso en la barra de la cocina  y me tomó entre sus brazos como el día de ayer.

—Mandaré a Andrés. — Me sonrió y nos dirigimos a la sala, dónde estaba toda mi familia, mis papás, mi abuela, las niñas y Andrés.

También estaba Paula.

La fiesta estuvo hermosa, el señor Alexander no me soltó en toda la noche, estuvo a mi lado y me llevaba a donde tuviera que ir, bailamos una pieza lenta, pero no me dejó apoyarme por completo.

Los regalos fueron hermosos, mi madre regaló cupones y mi padre regaló tortas de atún, La abuela nos regaló vitaminas a todos, el señor Alexander le dió a las niñas una remodelación de su habitación y quedaron encantadas, ya era hora de quitar las mariquitas y unicornios de sus habitaciones, a Andrés un gran cheque, a mis padres y abuela una sesión de spa, a mí me dió el cheque y  una canasta de maquillaje, me volví loca.

—Oh, señor Alexander. Yo solo quería una cosa para navidad.— le dije.

—¿Qué? — Preguntó.

— Crema batida. —Respondí, miré como todos miraban la torta de atún con asco, nadie nos ponia atención.

—Eso es fácil. — Me sonrió.

—Con usted debajo. — Sonreí, él solo ignoró mi comentario.

Yo le di ropa a Michelle, a ella le encantó. Pero al señor Alexander no. A Adela le regalé unos patines, se emocionó, a Paula le regalé un tinte y al señor Alexander le di un jabón con cuerda y un peluche de pollito, solo se puso muy rojo. A Andrés le regalé una hamaca, fue el más feliz de mundo.

Paula le dió unos gemelos de oro blanco al señor Alexander, le dió un traje a Michelle y a Adela una muñeca muy hermosa, puedes personalizar los mensajes que dice la muñeca, traía uno que decía, "Andrés te odio" A Andrés le dió una escoba y recogedor y Adela hizo sonar la muñeca. A mis padres les dió un juego de sábanas y a mi abuela pegamento para dentadura, mi abuela lo amó, por eso no dejó a Paula en toda la noche, la abuela decía que Paula era su mejor amiga.

Andrés nos regaló accesorios, a las niñas lentes de sol, al señor Alexander una corbata, a mi madre y padre sandalias a juego, a la abuela una bata de baño y a mi un traje de baño. No quise explicaciones, a Paula le regaló un collar. Todos dudamos de su amabilidad, el collar aunque era muy sencillo era muy bonito. Andrés explicó que era un collar que decía te odio en 100 idiomas diferentes.

Terminamos rendidos, mi mamá comenzó a contar anécdotas sobre mi y mi padre. Como aquella vez donde mi padre fue por mí a la escuela y se le olvidó ponerse pantalones y para que no se burlaran mis amigos de él, me quité la falda. No hubiera sido tan gracioso si esto no hubiera pasado en la preparatoria.

Después de eso todos contaron anécdotas graciosos y aunque intentamos reírnos de los de Paula, no pudimos, no causaban gracia alguna, solo ella reía.

Pedimos un taxi a mis padres y abuela, las niñas se fueron a dormir.

— Pues... — Paula se levantó con pesar, está noche la verdad es que lucía muy hermosa, usaba un vestido sin tirantes y su vestido era de noche, color negro. — Yo ya me voy.

—¡Woooow! Santa leyó mi carta.— Andrés le aventó su abrigo. Paula buscó sus llaves en su bolso y salió muy enojada.

Andrés trató de recoger algo del tiradero y el señor Alexander se levantó del sillón, yo estiré mis brazos para que él me cargara y lo hizo, subimos las escaleras, el señor Alexander me llevó a mi habitación, me puso sobre mi cama y se dispuso a salir.

— Por cierto señorita Valeria. — dijo antes de cerrar la puerta. — ¿Cómo es posible que se le haya olvidado que se lastimó el otro pie? — Miró mis pies, tenía la tobillera en el pie derecho, en el pie equivocado.

Cerró la puerta delicadamente.

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—Alexander, debemos ir. —Le reclamaba Paula al señor Alexander, despertándome a mí y a Lau. Me había quedado hasta tarde en la sala terminando un proyecto para su nuevo trabajo.

—No hay tiempo. — Le recordó.

— Serán dos días, no te pido más. Este desayuno abrirá muchas puertas.

—¿De qué desayuno hablan? — Pregunté bostezando. — ¡¿Y por qué Andrés no me trae uno?! — Le grité de forma sarcástica a Andrés.

—Paula quiere que vayamos a un desayuno que es mañana, pero no hay ningún vuelo porque son dos días antes de año nuevo. Son 30 minutos de vuelo, pero muchas horas en carretera. — Me explicó el señor Alexander, recalcando lo último mirando a Paula.

—¡Seis horas, no es mucho! — Paula le gritaba. — Escucha, Alex. Si vas a ese desayuno, es muy probable que te tomen en cuenta y estés nominado en los siguientes premios, además de los patrocinadores que podemos ganar y la promoción que es asistir. Salimos de aquí en la tarde, llegamos a descansar al hotel y vamos al desayuno, regresamos al día siguiente. — Le explicaba suplicante Paula. — Año nuevo es hasta la noche.

—¿Patrocinadores, premios y promoción? — Dijo el señor Alexander mientras se le abrían más sus ojos.

—Sí Alex, aparte de que puedes descansar de tu familia… perdón del trabajo. — Paula trataba de convencer al señor Alexander.

— Ok Paula, pero no quiero estar 12 horas en carretera, mejor contratamos un Jet para que descansemos bien y regresamos el mismo día— Decía el señor Alexander tratando de resolver el asunto.

— No hay jets disponibles. — Paula se miraba las uñas sin interés.

—¿Por qué Paula no quiere ir en jet? — Le pregunté bajo a Andrés.

—Ya hice las reservaciones para el hotel, pero solo tenían la suite presidencial, tendremos que dormir juntos, Alexander. — Paula sonrió. — Pero tranquilo, Alex. Tiene dos habitaciones.




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