Mi bella niñera

Confesión

Cuando Paula y yo terminamos de llorar porque ninguna de las dos tenía señal en el teléfono.
Comencé a mirar a mi alrededor, estaba mirando todo con detenimiento.

—¿Qué pasa? — Me preguntó.

—Esta bodega es muy pequeña, ¿no?— Seguí mirando las paredes.

—No me digas que eres claustrofóbica.— Dijo con pesar.

—¡Pfff! — La miré asesina. —¡No! No lo soy, pero gracias por darme la idea, soy muy sugestionable.

—Val, no me hagas esto y tranquilízate. — Paula se cruzó de brazos.

—Este pequeño cuarto se hace cada vez más pequeño. — Un recuerdo invadió mi mente.

—¿Qué? — Paula me miró y al ver mi rostro, puso sus manos en mis hombros.

—Me recuerda a "Baratito" — Respire con dificultad.

—¿Y qué es eso? —No entendía.

—La tienda dónde mi madre compraba, la tienda abría cada semana en viernes, siempre había rebajas y la ropa siempre se acababa. — Comencé a tener flashbacks de aquellos horribles días. —¡Ombligos por todas partes! — Abrí mis ojos sorprendida. — ¡Me aferro a mi madre lo más que puedo! — Paula me miraba sumamente confundida, yo comencé a caminar hacia atrás y ella me siguió.

—Tranquila, Val.— Pareció preocuparse.

—¡Mi mamá comienza a quitarse la ropa! — Comencé a asfixiarme, me topé con la pared.

—¡Tranquila! — Paula me abofeteó.

—¡Mira! — La cachetada me volvió a la realidad y me hizo darme cuenta de una caja que hay en la bodega. No dije nada de la molestia por el golpe.

—¿Qué es eso? — Me preguntó.

La verdad es que no lo sabía, pero era mejor tratar de averiguarlo.

—Quizá es la caja de la luz. — Le dije. — Podemos cortar unos cables y cuando se corte la luz, alguien tendrá que bajar a revisar la caja.

— Entonces ¡Cortalos! —Me ordenó. 

—¿Tienes algo filoso?—  La miré.

—Tengo un corta uñas. — Lo buscó en su bolsa y me lo dió rápidamente 

—Apártate. — Corté un cable cualquiera y me hice hacia atrás de inmediato.

—No se fue la luz. — Paula miraba el foco.

—Quizá no es de la luz… quizá sea el aire acondicionado. — Pensé en voz alta. — Acabo de cortar nuestro aire. — Me mordí el labio. —Por cierto. — Me giré hacia Paula y ella me miró, le di una bofetada.

—¿¡Qué rayos fue eso!? — Se sobó la mejilla. 

—¿Qué no estabas histérica? — Le pregunté.

—¡No! — Me miró mal.

—Perdón, me equivoqué. — Me encogí de hombros y recorrí la bodega.

—Es absurdo, aquí no hay otra salida. — Paula me informó.

Sin importar lo que dijera, seguí buscando salidas o al menos tratando de idear algo para que bajaran a abrirnos. Un incendio no sonaba tan mal.

—¡No puede ser que esté aquí encerrada! Se supone que iría con las niñas al cine. — Me lamenté no poder ir a ver el estreno de "El regreso de la muerta"

—Tranquila. — Paula estaba sentada en una caja que había ahí, tomando el vino que ya había abierto. —Toma, bebe un poco. Esto te calmará. — Me extendió la botella.

—Yo no tomo, me pongo muy mal. — Me senté a su lado resignada 

—¿Y entonces qué haces cuando estás estresada?— Bebió directo de la botella.

—Me relaja peinar.

—¿Qué? — Se ahogó un poco con el vino.

—Peino. — La miré y sonreí al mirar su rostro.

—Olvidalo. — Miró hacia otro lado ignorándome.

—¡Por favor! — Supliqué. 

—¡No! — bebió de la botella.

—¡Está bien! — La dejé en paz. — Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía, fue a llamar otro elefante. Dos elefantes… 🎶🎶

—Quisiera un peinado muy esponjado, algo fuera de lo común. — Paula se quitó el broche con el cual sostenía su cabello, dándome acceso a él.

—Oh.. te gusta lo arriesgado. — Comencé a tocar su cabello. — Déjame ver lo que puedo hacer. — Tomé una manta y se la puse alrededor de su cuello como capa y ella sacó un cepillo de su bolsa. — Y dime… ¿Qué hay de nuevo? 

— ¡No puedo creer que esto me esté pasando! — Paula me dijo como si yo fuera su amiga. — Se suponía que esta era la noche en que Alexander y yo… — Se quedó callada.

—Adelante, te estoy escuchando. — Con el cepillo comencé a hacerle volumen en las raíces. Le moví la cabeza para tener mejor acceso a ella.

—La última vez estuvimos así de cerca. — Me mostró su índice y su pulgar indicándome una pequeña cantidad.

—¡¿En serio?! — Me emocioné.

—Íbamos de regreso de una junta en el extranjero cuando de pronto el jet tuvo que aterrizar de emergencia. — Me seguía contando mientras yo seguía en su cabello y me imaginaba aquella escena.

—¿Y en dónde aterrizó? — Le pregunté.

—En una isla, y como no era temporada vacacional ni nada. Estaba completamente desierta. — Comenzó a reírse traviesa y se ruborizó. — Ya usarás tu imaginación.

—Por favor, descríbelo todo. — Imploré.

—Pues la verdad en el jet estábamos bebiendo mucho, ya estábamos un poco mareados y Alex tenía esa mirada en los ojos. — Me dijo como si yo supiera exactamente a qué se refería. Ella comenzó a reír con pena y se puso aún más roja de lo normal, suspiró como soltando algún recuerdo. — Pero él es todo un caballero.

Se empinó la botella y se la acabó.

—Dejame recapitular. — Le dije sin dejar de peinar — y a ver si entendí bien. Él estaba ebrio, tú eras la única mujer en una Isla desierta ¿Y aún así no te tocó? — Me detuve un momento. —¿Y sólo ibas a llevar una botella de vino? — No podía creer aquello.

Seguí peinando dejando a un lado los pensamientos en mi cabeza.

 

 

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—Y ya sólo queda el sombrero seleccionador por contar. — Le había terminado de peinar el cabello y comencé a limarle y pintarle las uñas, ella abrió otra botella. —Pero espera, no conté a los personajes que casi no salen pero son importantes, como Narcissa Malfoy. Creo que comenzaré de nuevo… es Harry, Hermione, Ron, Voldemort…

—¡Ya bastaaaaa! — Me gritó y comenzó a patalear, di un salto del susto. 




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