Mi bella niñera

Final

POV ANDRÉS

Después de un silencio incómodo, el señor Alexander salió de la cocina con la frente en alto, será como siempre. Él seguirá estancado, sintiéndose seguro de dónde está parado. Si yo tuviera a quien amar, no la dejaría ir así como si nada.  Eso sonaría mal si yo fuera un sádico y tuviera a una mujer en el sótano.

Cuando fui a buscar a Val, ella estaba hablando por teléfono, no había funcionado bajarle el volumen al tono de llamada para que nadie le contestara a Paula.

Adela se encontraba a su lado con cara preocupada.

—¿Qué pasa? — Le pregunté a Adela. 

—Paula llamó, hay problemas. — Fue lo único que dijo para que un poco de preocupación me invadiera, ¿Habrá descubierto la plaga de insectos en su maleta? 

—¡¿Qué?!— Val gritó exaltada. 

—¿Qué pasa? — Pregunté ya verdaderamente asustado. Val me ignoró. 

No podía esperar y corrí a la siguiente habitación para escuchar la conversación de ambas.

Lo admito, necesito ayuda. Esto es una adicción.

—Deja de exagerar. — Paula parecía exasperada. 

—Te gastaste todo el dinero que el señor Alexander envió para diez días en la playa, Paula y lo hiciste sólo en cuatro. — Val le echaba en cara. — Se supone que fuiste porque eras la candidata más sensata y responsable. Si se tratara de gastar como loca, yo lo hubiera hecho mejor, en el primer día nos habríamos quedado sin un centavo.

—Tuve que usar hasta el dinero de emergencia que me dio Alex. — Paula ignoraba a Val contando el problema, se le escuchaba la voz desesperada. Me sorprendí. ¿Así se escuchaba cuando le coqueteaba a un hombre? 

—¿Por qué? ¿Tuvieron alguna emergencia? — Val se puso sería.

—No, Val... tranquila. — Paula contestó exasperada. — No pasa nada, estamos bien pero necesito de tu ayuda para tener dinero y comida los siguientes días, además de pagar las deudas que se tiene aquí en el hotel.

—¡Qué irresponsable eres, Paula! Ya te imagino despilfarrando todo el dinero, ¿Verdad? — Hubo un largo silencio. — Quiero hablar con Michelle, pásamela. — Val tenía la voz dura.

—¿Para qué complicar más las cosas? Michelle no sabe nada de esto y no le quiero echar a perder todas sus vacaciones por un pequeño mal entendido. — Paula ya tenía un pie fue de esta casa, organizaré una fiesta.

—Bueno, ¿Y qué quieres que haga? — Val estaba furiosa, Michelle podría estar en problemas, pasando hambre y Paula no tendría el sustento para pagar la fianza de prisión.

—Mándame dinero. — Paula le ordenó. Val exhaló pesadamente.

—¿Cuánto necesitas? — Al escuchar la suma hasta yo quise colgar. — ¿¡Estás loca!? Yo no tengo ese dinero. 

—¡Por favor! Es sólamente un préstamo, te lo pagaré. — Quizá yo podría conseguir el dinero si Paula me mandaba algunos videos provocativos. 

Cómo ella de rodillas mientras decía que era una estúpida o... mi fantasía mayor, que Paula se consiga una piñata de ella y ella misma la golpee.

—No tengo ese dinero, tendré que decirle al señor Alexander. — Val estaba muy seria. Yo estaba feliz. 

—¡No, no, no, no, no! — Gritó Paula de inmediato. — Él no puede enterarse. Necesito tiempo y dinero. Se va a poner muy mal si lo sabe, Val. 

—Ya lo sé y créeme que esto no es el mejor momento para ambos, pero tendré que decírselo.

Hubo un gran silencio. 

—Está bien. —Paula se rindió. — Pero invéntale algo para que no se moleste mucho. Ponte una minifalda y un escote. 

— Adiós, Paula. 

Val se despidió de mala gana y colgó.
Fui a su lado y Val le contaba a Adela lo ocurrido. 

—¿Qué les parece si vamos a comer fuera? — El señor Alexander nos vió a los tres porque dejé la puerta abierta. 

Hubo un silencio incómodo.

—Señor Alexander debemos hablar. — Val hizo una mueca. — Pero pida una pizza. — Lo animó.

—¿En privado?— El señor Alexander miró a Adela. 

—No, para nada. — Val negó. — Lo que pasa es que Paula acaba de llamar.

—¿Michelle está bien? — La cara del señor Alexander cambió por completo.

—Sí, pero… — Val pensaba bien lo que diría. — Al parecer se les acabó todo el dinero, Paula usó el dinero para emergencias y si no paga la deuda que tiene en el hotel las correrán, no tienen para pasar la noche, ni para comer, o regresar o pagar el fotógrafo que les recomendé.

—¡¿Que?!— El señor Alexander gritó molesto.

—Lo sé y eso que cobra barato y hace un buen trabajo. 

—No, no, no… ¿Y Michelle? ¿Ella fue la que se gastó el dinero? — Culpó a su hija. 

Aunque es lógico, se confía en el adulto responsable más que en la niña. Aunque él adulto que enviaste sea una alcohólica y psicótica mujer obsesionada con él.

—Al parecer ella no sabe nada, Paula no quiere preocuparla. — Val seguía informando.

—¿Cómo pudieron gastar tanto en 4 días?

—Pues los precios son altos y las cosas bonitas. — Val se encogió de hombros.

—¡Yo envié a Paula por ser la persona más cuerda de esta casa! En ese caso hubiera mandado a Adela. — El señor Alexander se burló.

—Yo hubiera hecho un mejor trabajo. — Adela se encogió de hombros. — Ahora envíales el dinero y dejen dormir. — Adela se fué de la habitación. 

—¿A dónde iremos a comer? — Pregunté. 

—A ningún lado y no le enviaré dinero a Paula, voy a ir personalmente. 

Val y yo nos miramos, el señor Alexander no tenía lucidez.

—Estos días ha estado muy tenso, debería relajarse. — Le recomendé.

—¡No! ¡Solo dejen que tenga a Paula frente a mi! ¡La voy a despedir! 

—Pensé que orar no servía para nada. — Sonreí.

—¿Puedo ir? Hay que irnos de inmediato, quiero ver a Michelle. — Val volvía a hablar arrastrando las palabras, con la respiración acelerada y sus manos temblorosas. 

—Señorita Valeria, no. — El señor Alexander quería a Val lejos de la playa y de los hombres en traje de baño que eran mucho más jóvenes que él. — Iré y regresaré hoy mismo o más tardar mañana.

—Ah… — Le hice señas, debíamos ir todos. — Pues, está bien. Se me olvidaba que tengo un compromiso en la noche. — Val sacó su teléfono y mandó un mensaje, comenzó a reír. 




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