Hacia un calor infernal. Inicio de un caluroso verano en la ciudad de Buenos Aires . De cerca se oía el zumbido de las aspas de un ventilador que a lo sumo botaba ráfagas de aire caliente que sólo lograba aminorar un poco el asfixiante calor reinante en su cuarto de alquiler. Como estudiante becada no era mucho lo que podía aspirar en la costosa capital de Argentina.
Sacando cuentas tampoco le iba tan mal si comparaba con la vida austera que le tocó vivir en su país de origen, Venezuela, en los últimos años. Antes que decidiera emigrar con un grupo de amigos en búsqueda de un mejor porvenir. En síntesis, ahora tenía gran parte de sus necesidades cubiertas y por si fuera poco con altas probabilidades de mejorar su situación económica una vez terminara su Licenciatura en Marketing. Estudios que realizó a la par de su trabajo en un call center así como ilustraciones que ofrecía por páginas de Internet con el fin de cubrir sus gastos y poder enviar dinero a sus padres. Estos vivían de lo que generaba una posada restaurante de la que eran dueños en la ciudad de Mérida, Venezuela, pero que a raíz de la merma del turismo por la fuerte crisis económica ya no les alcanzaba para mantenerse.
Su hermano Carlos fue el primero que emigró hacia Brasil. Él y Alejandra hablaban el idioma Portugués debido a que su padre fue también un emigrante que partió de su país en la época de posguerra. Ahora sus hijos hacían lo mismo. Sentar raíces en tierras extranjeras, llevando a su tierra natal en el corazón. Escogieron Brasil y Argentina porque estos países brindaban mayores oportunidades y un mejor estilo de vida que los otros países sudamericanos. Carlos se decidió por el vecino Brasil porque sus habitantes eran muy alegres y receptivos y Alejandra más al sur. Argentina ya que según lo mucho que había investigado ofrecía como ventaja que podía estudiar una carrera universitaria y obtener una beca sin tantos trámites burocráticos. Efectivamente lo consiguió y muy pronto tendría su título universitario. Ya iba a iniciar sus pasantías profesionales, después de tanto esfuerzo, noches de insomnio, desvelos y preocupaciones.
En tales cavilaciones estaba Alejandra al momento de recibir una llamada telefónica de su amiga Karla quien como todos los fines de semana trataba de convencerla para que se divirtiera un poco.