-Buenos días, mi nombre es Alejandra Pereira y estoy postulada como pasante del Área Creativa. Si eres tan amable de decirme con quien debo presentarme y me indicas la oficina . Anunció con voz firme Alejandra a una joven apostada en el área de recepción. Esta la miró de arriba abajo con cara de fastidio.
-Señorita. La esperan hace rato en el salón de reuniones. Le soltó con evidente disgusto como si estuviese retrasada en el horario establecido.
Alejandra revisó disimuladamente su reloj para verificar la hora. Fue muy cuidadosa y madrugó para no llegar tarde. Vivía muy retirada y tuvo que tomar dos transportes. Pero faltaban aún diez minutos para la entrada. No lograba entender. Siguió a la antipática rubia por un largo pasillo hasta una gran puerta de madera. Al abrirla fue anunciada a la única persona en el salón. Un hombre de espalda cuadrada y cabello negro sentado en contra de la puerta en un cómodo sillón.
-Gracias, Emilia. Puedes retirarte. Has sido muy amable en acompañarla. No era necesario. Vuelve a tu sitio de trabajo. Le indicó con mucha galantería. A lo que ella respondió con una sonrisa un tanto exagerada. Visiblemente turbada con la media sonrisa y el atractivo hoyuelo de su apuesto jefe. Salió meneando sus caderas. Como perrito cuando recibe una caricia por su amo. Pensó Alejandra.
Una vez solos se dedicaron a estudiarse mutuamente. Los dos guardaron silencio. Tal parecía que estaban tratando de ganar una batalla. Mantener el control y leerse la mente con miradas penetrantes y frías. Aparentemente. Ella fue la primera que bajo la mirada no queriendo quedar como maleducada en su primer día de trabajo. Consciente de que ese inquietante y seductor hombre era su tutor empresarial. Le debía respeto. Aunque le pareciera superficial y vanidoso. Atractivo y de paso olía tan bien. Sin saber tenían el mismo pensamiento. Ella usaba el perfume que le enviaran sus abuelos desde Portugal en su reciente cumpleaños. Con un suave aroma a Jazmín. El olía a canela y madera. Ambos de fuertes personalidades en una lucha de poder. Sin entender el significado de la intensa energía que los envolvía en ese su primer encuentro.