Pov Lia
Habían pasado un par de semanas y se podría decir que ya no había casi nada que evidenciara lo que me había sucedido, claro, excepto por el dolor en las costillas que aparecía cuando hacia un mal movimiento o las forzaba un poco. Con Zed todo iba de maravilla, me consentía y siempre estaba allí para pasar tiempo conmigo. su carácter era totalmente diferente a cuando estábamos frente a sus hombres y la verdad es que me gustaba más cuando no estaba tan tenso y cuidando su espaladas y la mía a cada paso que dábamos.
Hoy, después de tanto ruego y lloriqueo por mi parte, Zed había accedido a que retomara mis clases, siempre y cuando cumpliera sus condiciones y no me separara de mi guardaespaldas.
Después de levantarme, me bañé y al salir me envolví mi cuerpo con una toalla, era cálida y reconfortante, tan pronto cuando salí de la ducha, el viento frio golpeó mi cuerpo haciéndome estremecer.
Empecé a cantar una canción que la había escuchado hace unos días mientras caminaba hacia mi cuarto.
Solté la toalla y me pare al frente del armario mirando las opciones de lo que me podría poner.
-Mierda. -Escuché un gemido detrás de mí, lo que me hizo saltar en mi lugar y girarme.
-Que mierda, Zed. - Chillé y me di la vuelta, al darme cuenta de que estaba totalmente desnuda y me tapé lo más que pude con mis manos mientras agarraba la toalla del suelo.
-Joder Lía. - Dijo con voz ronca antes de caminar hacia mí, haciéndome chocar con la pared.
-Vete. -Dije entre dientes, mientras sostenía la tolla con más fuerza que antes.
- ¡Oh Dios no! No puedo quitar mis ojos de ti pequeña. - susurro mientras sus ojos me escaneaban e intentaban mirar más allá de lo debido.
-Fuera de mi habitación, ¡ahora! – grité.
- Está bien, está bien. - dijo Zed levantando las manos y alejándose de mí.
- Solo te venía a avisar que ya está el desayuno y que hoy te llevo yo a tu colegio. – agregó.
-Bien, ahora vete.
- Te espero abajo en 20 minutos.
(...)
Después de haberme cambiado y preparado la mochila, bajé a la cocina y me encontré con mi desayuno ya servido y una de las chicas que atienden la cocina esperando a un lado.
-Buenos días. - dije saludándola
-Buenos días señorita.
- ¿Zed no desayuna?
- Él ya lo hizo, la espera en la entrada
- Ah gracias.
(...)
-Santo dios-solté un jadeo, mis ojos estaban viendo lo que era un Dios del sexo en una chaqueta de cuero. Su pelo negro se movía hacia atrás por el viento y estaba sentado sobre el capo del auto de una forma que haría babear a cualquier chica, no solo a mí.
-Te gusta lo que ves pequeña? - me dijo parándose y abriendo la puerta del coche más lindo que había visto
- Por supuesto que no! - dije saliendo de mi ensoñación y entrando al auto
- Claro linda, ¿te sabes las reglas no? - pregunto antes de arrancar
- Si.
- Bien, vamos entonces.
-¡Más despacio Zed! - exigí, los neumáticos corrían por la carretera de manera brusca-Zed te prometo que si no como más despacio me voy a enfermar en tu coche y no te va a gustar. -Solté un jadeo.
El coche iba a 150 km por hora, mi espalda iba pegada al asiento y mis manos agarraban fuertemente los costados.
-Tranquilízate. - Fue el único que respondió a medida que en su rostro se asomó a una sonrisa de niño pequeño.
- Como diablos quieres que me tranquilice cuando estamos a punto de salir volando y morir.
-Estas en buenas manos. -Su vista estaba totalmente concentrada en la carretera.
-Si claro. – respondí.
(...)
Al llegar a la escuela todo el mundo se paró a mirar el coche, y susurraban entre sí.
Al bajar, los susurros se hicieron más fuerte y no es por nada, pero quien pensaría que una chica como yo, bajaría del coche del boxeador más peligroso y malhumorado del país.
-Le voy a mostrar a todos que eres mía. - dijo más para sí, que para mí.
-No estamos en una relación. – susurre, ya que no era oficial y pasábamos más como amigos que otra cosa.
De repente me dio la vuelta y me empujo contra su pecho mientras sus labios se estrellaban contra los míos en el medio del patio ante la mirada de todos, podía sentir sus miradas sobre nosotros.
Tan pronto empuje un Zed lejos, respire llenando mis pulmones de aire.
- ¿Por qué fue eso? -Pregunte.
- Porque eres mía y no voy a dejar que te sigan mirando como si fueras un pedazo de carne que pueden tocar. – gruño.
- Eso no es cierto, ellos no me miran.
- Ay pequeña, que inocente eres - susurro- solo quería dejarles en claro que eres mi, cada sonrisa, mirada, sonrojo, todo es mío y solo mío.
- Bien como tú digas, no quiero pelear.
- Me tengo que ir, no te separes de Steve por nada porque lo voy a saber.
-Si lo sé. - dije dándome la vuelta y caminando hacia la entrada bajo la atenta mirada de todos.
(...)
Había estado feliz por volver a la escuela, pero me estaba aburriendo un poco. Mad y los demás chicos no estaban por ningún lado, lo que era raro.
Los pasillos estaban abarrotados de personas por todos lados mientras me dirigía al baño con mi sombra personal tras de mí, cabe decir que era un chico joven y muy músculos, pero lo lindo se acababa con su actitud.
-Puedo ir al baño sola, no necesito compañía. -dije cuando vi sus intenciones de entrar conmigo.
-Tengo ordenes de ir con usted a todos lados señorita. -respondió tensándose y mirándome seriamente
-Se tus ordenes, pero no entraras - dije pasando a su lado y cerrando la puerta en su cara.
(...)
Mientras lavaba mis manos escuché movimiento tras de mí y al levantar mi vista, vi por el espejo a la persona menos esperada.