Pov Lia:
Después de estar por varios minutos llorando sobre la almohada y pensando el porque me pasaban todas las cosas a mí, decidí que era hora de dejar de llorar y hacer frente a la realidad. Hace tiempo que había tocado fondo una y otra vez.Me levantaba y algo sucedía y volvía a caer, siempre esperando que alguien me comprendiera, me ayudara o que simplemente me quisiera, siempre espere que el caballero de brillante armadura me rescatara y me llevara a su castillo para ser felices por siempre. Pero el felices por siempre no existe y jamás existirá.
La vida perfecta de ensueño de la que hablan los cuentos de hadas, donde aparece el príncipe azul que viene a rescatarte de tu vida tormentosa, que nunca te va a lastimar y será el nombre perfecto, simplemente no existe.
Las personas no son felices por siempre, las historias que vivimos día a día son y buenas y malas. Son de las que están hechas los sueños que se pueden perseguir, y las que pueden dar sentido a la vida. La realidad puede llegar a ser tormentosa, oscura, temerosa, pero puede ser un momento inesperado para aprender de ello. Podemos sentir miedo, pero si quieres vivir tienes que arriesgarte, debes tener algo por que vivir o al menos la posibilidad de tener algo por el que luchar para llegar a ser feliz.
Cuando sientes que la vida se te desmorona, que tú te desmoronas y tocas fondo, no hay ciencia ni reglas exactas, solo debes vivirlo, sentirlo, aprender de ello, crecer, superarlo y luego dejarlo ir.
La verdad es que la realidad puede ser aun mas interesante que un vivir feliz por siempre.
Y eso es lo que voy a hacer, ya no más la Lía que llora por todo y se deja maltratar y humillar. No más personas que me miren como si fuera poca cosa y que me traten como si pudieran pisotear mi dignidad a cada paso que doy. No más.
Quizás nunca llego ni llegará mi príncipe azul, pero si llego un demonio posesivo y con el arte marcando su piel que me ayudo y me saco del pozo oscuro en el que estaba. Quizás no es quien yo esperaba, pero es el que esta cada día a mi lado cuidándome, celándome, regañándome e intentando amarme, aunque yo sienta que no soy el tipo de mujer que el debería tener a su lado. Mi pasado me traiciona y llega a mi mente a cada paso que doy y a cada momento en el que avanzo.
Mi padre fue a la primera persona que ame y me abandono sin siquiera mirar atrás. Él, Marcos fue mi segundo amor mas grande y cuando obtuvo lo que quiso y ya no le servía más, me humillo delante del todo colegio, me golpeo cuando le recrimine y se fue, dejando atrás. Como podría asegurarme de que Zed no hará lo mismo y después de obtener lo que quiere correrá de su lado. ¿Cómo saber si me ama de verdad? ¿cómo?
Me levante de la cama decidida a ser otra y no volver a mi mirar atrás. Arreglé la cama y puse a Aslan como había decidido nombrar a mi minino sobre ella, quien ni bien toco la misma se volvió a acomodar para seguir durmiendo.
Aslam era un nombre fuerte y que me recordaba a una de las películas que había visto de chica "Narnia". Aslan era fuerte y grande, paso quizás toda su vida en la calle y por eso se defendía de todos los que se acercaba a él, pero creo que yo logre ganarme la confianza de él y el la mía.
Entre al baño y al mirar al espejo pude ver a la misma persona de siempre, lagrimas secas, cabello despeinado, cero maquillaje y ojeras bajo sus ojos. Abriendo los distintos cajones pude encontrar unas tijeras y empecé a cortar mi largo cabello mientras miraba el reflejo de la que solía ser. Al terminar baje mi mirada y vi mi preciado cabello en el suelo, junte lo más posible de el y lo coloque dentro de una bolsa para luego depositarlo en el tacho de basura.
Me saque la ropa que había llevado al colegio hoy y entre a la ducha.
(...)
Ya fuera, mire hacia Aslan y luego me dirigí al armario para elegir que ropa me pondría. Saque unos jeans ajustados negros con algunas roturas en las rodillas y una remera blanca con la frase "enjoy". Una vez termine de vestirme y ponerme las zapatillas, me seque el cabello y me dirigí hacia el baño de nuevo para peinar mi ahora corto cabello. La verdad no me había quedado tan mal y ya no parecía tan tierna y mojigata. Solo faltaba algo y ya sabia que era: un lápiz de ojo y un labial.
Buscando en las cajas que me habían traído de casa y que había decidido no guardarlas en el armario, encontré el pequeño estuche donde tenía todo el maquillaje que había podido comprar con el poco dinero de algunos trabajos que había hecho el año anterior. Tenía que volver a mi trabajo o encontrar otro lo mas pronto posible en el caso de que me hayan despedido.
¡Perfecto!, ahora si la nueva Lía se mostraba en mi reflejo. El delineado era muy básico, pero con el complemento del labial rojo rose mate quedaba perfecto.
(...)
Espero que nana tenga algo para comer, porque con el hambre que tengo no creo que pueda llegar a la cena.
Cuando entro a la cocina, nana se encuentra de espaladas a mi por lo que me dirijo a sentarme en unos de los taburetes a esperar que termine de hacer lo que sea que hace con ese "pimiento". Miro el frutero frente a mi y me sobresalto a escuchar que algo se rompe.
-mi niña, pero que le sucedió a tu cabello- me dice acercándose a mi y tocando suavemente mi cabello mientras me miraba detenidamente.
-nada nana, no hay de que preocuparse- le respondí tomando sus manos con suavidad y alejándolas un poco.
-solo un pequeño cambio de look- agregue.
-Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras ¿verdad?
-tienes un oído y una madre en mí, vieja y testaruda, pero siempre estoy para ti- agrego acariciando mis manos en círculos y poniendo mi cabello atrás de mi oreja.
Sus palabras me llegaron, como era que una señora que apenas y conocía podía ter mas instinto maternal que mi propia madre y ser tan cariñosa y atenta sabiendo en el lugar en el que vive y con las personas peligrosas que tiene alrededor.