CONTINUACIÓN...
- Y esos asuntos de trabajo me afectan a mí porque... - Dije acercándome más a sus labios.
-Porque eres mi debilidad. – Susurro.
No aguante más y lo bese. El beso cada vez se fue convirtiendo en uno más fuerte, con más pasión y por supuesto que Zed tomo el control de este. Abrí más mis labios y le di permiso a su lengua de tocar la mía. Sus manos comenzaron a levantar mi blusa y acariciar de mi cintura hacia mis pechos. Sus dedos pasaban de manera muy suave alrededor de mis pezones y éstos comenzaron a endurecer. No puede acallar el largo gemido que salió de mí.
De un momento a otro, sin previo aviso me encuentro acostada con él sobre mí intentando no apoyar todo su peso en mí. Mi corazón empezó a palpitar con más fuerza y mi piel se erizo.
Separo sus labios de mí y me miro, ambos con la respiración atascada. Su mano comenzó a bajar por mi cintura de nuevo de arriba a abajo, sus labios me volvieron a besar, pero esta vez de una forma más dulce que aumentaba de nivel a medida que pasaban los segundos.
Me dejo llevar, me pierdo en ese conjunto de sensaciones que siente todo mi cuerpo. Siento las manos de Zed en todos lados... Me toca con tanta suavidad que me sorprende. Cuando vuelvo en mi ciento que su pecho se aplasta contra mis senos, ¿en qué momento me quito la remera?
Sus besos van bajando por mi cuello y pecho hasta llegar a mis senos.
-Son hermosos pequeña. – dice antes de presionar a través del sostén mi pezón. No aguante y di un gemido bastante fuerte que me avergonzó de mí misma.
-No te avergüences, quiero oírte – dijo antes de bajar la copa y pasar su lengua por mi pecho derecho mientras el otro era masajeado con amabilidad por sus grandes manos.
- Ah... - nunca había experimentado estas sensaciones tan fuertes y eso en alguna parte de mi conciencia me asustaba, pero otra parte de mi exigía que lo disfrutara. Podía sentir como un bulto se frotaba contra mi parte más sensible entre mis piernas y eso me ponía más caliente. Sus manos, todo de él me llevaban a un estado de inconsciencia. Su ropa había desaparecido dejándolo solo con el bóxer negro y a mí en bragas.
Su mano se posó en mi parte baja y me sobresalto, logrando que el levante su mirada y me diga...
-Eres... hermosa, no te preocupes por nada. Déjamelo todo a mí- Susurró y besó de nuevo mi ombligo bajando y dando cálidos besos por todas partes hasta llegar a mi intimidad. Me comencé a sonrojar mientras sentía como las cosquillas se acumulaban en mi parte baja y como una fina capa de sudor me envolvía. Levanté la mirada y me encontré con la suya, esos ojos negros que tanta intriga me daban se encontraban dilatados y viendo con atención cada uno de mis movimientos y reacciones. Estaba extasiada.
- No los sonrojes antes de tiempo preciosa- Gruñó. – Esto recién comienza.
Asentí y volví a recostar de nuevo mi cabeza en el colchón, dejando que Zed acabara con lo que sea que estaba queriendo hacer. De un momento a otro su lengua toco mi vagina sobresaltándome. Intente cerrar mis piernas pero el coloco sus manos en mis rodillas y levantando la cabeza me dijo:
-Relájate.- intente controlar mi respiración y lo único que salió de mis labios fue un sonido estrangulado porque él ya había vuelto a recorrer mis labios y ese pequeño botón con su lengua.
Esta comenzó a abrirse paso en mi intimidad y nunca en mi vida me había sentido tan desnuda. Una especie de cosquilleo comenzó a hacerse en mi estómago y las cargas eléctricas me paralizaban, me temblaban las piernas.
Lamí mis labios para poder hidratarlos ya que los sentía tan secos. Zed pareció excitarse con mi gesto, pues gruñó y comenzó a meter su lengua más y más profundamente. Arqueé mi espalda por instinto, logrando que se introdujera totalmente en mí, sacando un pequeño grito de mí.
-Carajos, no aguantaré más- Gruñí entre labios y con mis piernas temblando, intentando apartar su cabeza de mi feminidad ya que ya no aguantaba más. Todo esto era un tumulto de sensaciones que ya no sabía que eran.
-Yo tampoco pequeña- Dijo Zed levantándose y poniéndose sobre mí -Estoy que mis huevos revientan, Lía. Ambos estamos tan listos que.... – no lo deje terminar.
-Hazlo, Zed. Estoy lista.- Dije sin poder reconocer mi propia voz ni de donde había salido esta Lía tan extrovertida.
Él sonrió y dándome un beso corto, sacó un condón del cajón de la cómoda que estaba al lado de la cama logrando que sus músculos se flexionaran y se viera tan candente que me dejó babeando. ¿Pero que me pasaba? ¿Esta soy yo?
Se sacó el bóxer dejando ver su enorme miembro con la punta roja y tan duro. Estaba anonadada, ¿eso entraría en mí? .Ya no estaba tan segura ahora. Se colocó el condón de manera rápida y de un momento a otro, lo tenía encima de mí. Sosteniendo su cuerpo con sus brazos, estos estaban al lado de mis hombros, como si estuviera haciendo una flexión, pude ver en su antebrazo un tatuaje que no había visto y me pregunte cuando lo había hecho.
No lo vi venir, cuando menos lo esperé, ya se estaba adentrando a mí de manera suave. Su miembro tan duro estaba dentro de mí. Empecé a rezar por que no hubiera sangre... porque moriría de vergüenza. ¿Pero en que rayos pensaba?
-¡Ay! - Grité de dolor cuando sentí como su miembro pasaba una barrera, sentía como si algo se rompiera dentro de mí. Zed pegó su boca a la mía y me besó con salvajez como intentando que me concentre en otra cosa.
-¿Te duele? - Preguntó con su boca sobre la mía, mientras que se empezaba a mover muy lentamente.
Asentí con la cabeza. EI dolor era espantoso, pero de un momento, otro, sentí las mariposas que antes, se apoderaron de mi estómago, haciéndome sentir anestesiada. Se sentía tan... fantástico, olvidando todo el dolor que padecía hacia segundos, me moví, dirigiendo a su encuentro.