Mi Bully

C U A T R O

—me sorprendiste hijo... no querías ir a la comida y terminaste muy animado... incluso me felicitaste por el compromiso, cosa que no hiciste cuando te mencione que lo haria 

—Hanna parece ser una buena mujer —respondió el azabache a su padre entrando a su gran casa. Era verdad que Jungkook no estaba feliz por el compromiso cuando su padre le había confesado que le pediría matrimonio a su pareja, incluso desde el principio de su relación él no estaba de acuerdo y se había negado a conocerla y tener relación con ella. 

Hasta ahora. Está era la primera vez que él la miraba y por supuesto no tenía ni idea de qué se trataba de la madre de Hayley, esa había sido una enorme sorpresa para él. Sorpresa que lo había hecho cambiar de opinión y de humor ante la idea de tener una madrastra. Tener a Hayley en su misma casa podía tener su lado bueno, o más bien divertido y malicioso. 

—¿y no crees que su hija es muy bonita? Es un poco callada... pero aún así es una jovencitas muy linda y educada 

—sí... lo es —soltó Jungkook con una sonrisa— es muy bonita... y el vestido que elegimos para ella le quedaba perfecto.. 

—no me digas que es por ella que actuaste así de animado —señaló su padre, sacándose el saco para colgarlo en el perchero— no olvides que va a ser tu hermanastra, y vivirá con nosotros bajo el mismo techo... seria demaciado incomodo si tratarán de tener algún romance... 

—descuida... no lo olvido padre... eso no pasara—reveló Jungkook, para luego con una voz muy sutil, en un susurró para si mismo decir— esto será divertido... 

Esta situación obviamente tenía sumamente satisfecho a Jungkook, y no por el hecho de tener una nueva familia o que su padre estaba realmente feliz al encontrar el amor una vez más, no, claro que no, lo que lo tenía de esa manera era poder tener a Hayley para él las 24 horas del día todos los días de la semana.
Molestarla y hacerle la vida imposible era algo que le gustaba, no entendía por qué pero era así. Y ahora al tenerla bajo su mismo techo la tendría comiendo de la palma de su mano, cosa que el iba a disfrutar.





Como ya era algo tarde, el más joven de los Jeon, subió a su habitación y decidió dormir hasta el día siguiente. No quería admitirlo pero estaba cansado mentalmente, después de todo esto también habia sido una sorpresa para él, y todas esas noticias dadas en un solo día daban vueltas por su cabeza dejándolo agotado. 

Él y su padre habían estado solos casi toda la vida. Su madre había muerto cuando el tenía tan solo 4 años, de un fuerte cáncer que la desgasto y le arrebató la vida en poco tiempo. Al ser tan pequeño no la recordaba mucho, pero algunas de las canciones que ella le cantaba aún las tenía en su cabeza, su voz la tenía perfectamente memorizada y en los días que la extrañaba y le hacía falta ese era su consuelo, junto a una foto que tenía bien guardada en su habitación de ella. 

La idea de tener una madrastra jamás le había agradado, pues sentía que el puesto de su madre sería remplazado y ella iba ser olvidada por su padre, y era por esa misma razón que Gong Yoo nunca se había casado hasta ahora, Hanna era la primera mujer con la que había decidido salir. Todos esos años en lo único que Gong Yoo pensaba era en trabajar y darle todo lo necesario a su hijo, volviéndolo alguien arrogante y egolatra al darle todo lo que pidiera, Jungkook estaba acostumbrado a ser el rey y obtener todo lo que quería gracias a su padre. Su ausencia en la casa siempre había sido remplazado con regalos y caprichos hacia él. 

Y aun seguía así a pesar de casi cumplir los 16, él seguía resiviendo todo lo que quería como si fuera un niño mimado, aunque técnicamente si lo era. 




A la mañana siguiente, unos ligeros toquidos en la puerta de su habitación lo despertaron, seguido de la profunda voz de su padre pidiéndole que se despertase y se arreglara. Jungkook con algo de enojo le hizo caso y entró al baño para ducharse. Eran al rededor las 8:00 de la mañana el sábado, se suponía que era su fin de semana y a esa hora debería estar durmiendo cual bebe en su cuna, pero en cambio estaba en medio de la ducha, todo somnoliento y con ganas de regresar a su cama. 

Y exactamente igual a él, Hayley se encontraba en la misma situación en su casa. Unas personas de mudanza estaban recorriendo su casa a esa temprana hora del sábado, ayudando a ella y a su madre a recoger las cosas que se llevarían a la casa de los Jeon. 

Hayley y Jungkook pensaban que eso de vivir en la misma casa sucedería en un par de días o incluso semanas, pero al parecer sus padres estaban realmente desesperados por vivir juntos. 

—¿también esa maleta señora Miracle? —Preguntó uno de los hombres de la mudanza a Hanna, quien parecía realmente apurada tomando todo lo necesario de su habitación.

—sí, y esas dos que están por allí también —señaló. 

Mientras su madre guardaba toda su ropa, Hayley se encontraba en el sofá del piso de abajo, con la mano recargando su cabeza mientras tomaba un té de canela con los ojos rojos del sueño. Ella no tenía muchas cosas que empacar, así que ya había terminado de hacerlo y lo único que quería era volver a dormir. 

—señorita Miracle... —le habló uno de los hombres tocando ligeramente su hombro. La joven enseguida giró su cabeza y lo observó— un muchacho la está buscando... me pidió que le hablara... la esta esperando en la entrada.. 

La joven asintió y dejó su taza de té en la pequeña mesa frente a ella. Con algo desganada se levantó y caminó a la entrada, donde solo le tomó un instante distinguir a su mejor amigo de espaldas viendo hacia la calle. 

—Jin... —habló ella. Su amigo al escuchar su nombre se giró y la abrazo con tanta fuerza que la joven sintió un par de sus huesos tronarse. 

—¿Hayley por qué no me dijiste que vas a mudarte?... —Preguntó con algo de tristeza, pero de pronto su tono de voz y su expresión comenzó a cambiar tiñendo su cara de rojo y mostrando gestos de enojo— ¡acaso ya no me quieres! ¡ya no quieres que sea tu amigo! ¡¡te quieres alejar de mí!! ¡¡hice algo malo!! 

—cálmate... deja de mover así la cabeza —le pidió la muchacha al ver lo desesperado que estaba moviendo su cabeza de un lado para el otro, hablando sin hacer pausas en sus palabras— cuando hablas así de rápido no puedo entender nada de lo que dices 

—es que me enojas Hayley —soltó aun molesto— se supone que soy tu mejor amigo pero ni siquiera eres capas de decirme que te vas a mudar del vecindario 

—Jin, eres mi mejor amigo —le señaló la muchacha— créeme que te lo diría si las circunstancias fueran diferentes, pero resien me enteré yo también —la joven dirigió su mirada al interior de la casa para asegurarse que nadie estuviera viendo, en especial su madre. Luego tomó a Jin del brazo y lo alejó un poco al ver que uno de los hombres de la mudanza se asercaba, y siendo muy discreta y con una voz muy sutil habló— ayer mi madre me presentó a su novio y... y al mismo tiempo reveló que va a casarse con él 

—¿QUE? —Exclamó el apuesto muchacho completamente sorprendido— ¿de la noche a la mañana?... tú mamá si que perdió la cabeza... 

—no perdió la cabeza, al parecer está enamorada —la joven hizo un gesto con sus labios, y suspiro profundo— créeme que aún estoy asimilando todo... ni siquiera pude dormir bien... 

—¿necesitas que te ayude en algo?... sabes bien que siempre estoy para ti... 

—gracias Jin —la joven lo abrazó— eres mi mejor amigo y siempre lo seras... no estoy segura donde viviré ahora, pero prometo que te avisaré cuando lo sepa... 

—de acuerdo Hayley... y si necesitas algo solo llámame 

Jin era un muchacho sumamente apuesto, educado, social, y sumamente amigable. Él era la única persona a la cual Hayley podía llamar amigo, la única persona en el mundo que estaba segura que jamás la hiba a lastimar, y en la única que podía confiar en un 100%. Y sabía que del lado de él también era igual. 

Dándole un beso en la frente, el muchacho de cabello castaño se despidió, subió a su motocicleta y se fue para no retrasar más la mudanza, ya que prácticamente todo estaba listo y solo faltaba que Hayley subiera al auto para irse a su nueva casa. 

—que lindo Jin, vino a verte antes de mudarnos... ya deberían de dar el siguiente paso —señaló Hanna viendo a su hija subir al auto. 

—mamá ya te he dicho muchas veces que entré él y yo jamas pasara nada... no nos gustamos de esa manera... somos como hermanos 

—pues ya no tendrás que verlo como tu hermano porque ahora tendrás uno uno... 

—si lo dices por Jungkook no te hagas ilusiones madre... no estoy obligada a relacionarme con él o llamarlo hermano... el hecho de que vivamos en la misma casa no nos hará cercanos 

—siempre es lo mismo contigo Hayley —soltó Hanna con un rostro serio— por eso no tienes amigos, tienes una muy mala actitud con la gente 

—si claro... siempre soy yo la mala... —balbuceo. 

Y es que al menos así la hacia sentir su madre. Como si ella fuera la mala al alejarse y ser fría con las personas que la trataban como basura. 
No solo su vida escolar era un infierno, toda la gente a su alrededor la veía como una villana al ser tan fría y distante, al no poder encajar ni ser sociable, y es que con una sociedad tan podrida llena de críticas, amistades falsas, rangos sociales, hipocresía, narcisismo y muchas otras mierdas más, Hayley no encajaba, y era rechazada llamada monstruo a sus espaldas. 

Esto en realidad no era tan malo para ella, tenía a Jin, y si no fuera así, se tenia así misma, a su soledad, y la paz que había en ella, cosa que nadie en ese mundo sabía disfrutar. Todos a su alrededor preferían un séquito de hipócritas a estar consigo mismos. Pero aún así, en la noche, al salir la luna, con un sin fin de estrellas en el cielo, mientras se encontraba acostada en su cama, la soledad le calaba, le dolía, la destrozaba, sintiéndose verdaderamente insuficiente. Preguntándose que había de malo en ella para que la tratarán así. 

Y en ese instante, con las palabras de su madre clavadas en su pecho como una daga, se sintió como en una de esas tantas noches llenas de dolor, lágrimas y pensamientos oscuros, se sintió completamente insignificante. 

Con ese sentimiento, la joven se dedicó a observar por la ventana todo el camino. Su madre estaba demacido concentrada hablando con él hombre que el padre de Jungkook había mandado y manejaba el auto. En definitiva ambas eran completamente lo contrario. 

Por su lado, Jungkook se encontraba en el living, frente a su enorme televisor jugando video juegos mientras esperaba. Su padre lo tenía despierto para recibir las nuevas integrantes de su familia. 

—¡¡Ya llegaron!! —Gritó GongYoo al ver la camineta entrar por las rejas de la casa— ¡ven hijo! 

Jungkook dirigiendo su mirada a la ventana vio al auto llegar. En seguida dejo el control de su play y caminó a la entrada donde su padre ya estaba abriendo la puerta del auto para que su futura esposa saliera. 

—bienvenida señora Miracle —señaló el azabache educadamete haciendo una reverencia. Ella casi al instante se acercó a él y le carició la mejilla. 

—no tienes que ser tan formal Jungkook... puedes llamarme Hanna 

—de acuerdo Hanna 

Con mucho sigilo, la joven de cabellos rosados bajó del auto por la puerta de atrás contraria a la que ellos se encontraban, luego continuó rodeando el auto por atrás y abriendo el maletero sacó una mochila y una bolsa llena de sus cosas. 

—deja eso pequeña... le diré a alguien que te ayude —habló de repente el padre de Jungkook viéndola hacer el esfuerzo de cargar sus cosas. Al parecer su intento de ser sigilosa e invisible no había funcionado— me alegra verte... bienvenida Hayley, estas en tu casa 

La joven de melena rosa, dirigió su mirada con discreción hacia su madre, pero en lugar de verla a ella, notó la mirada de Jungkook encima suyo, así que enseguida desvío la mirada y con una sonrisa le hizo una reverencia a Gong Yoo. 

—muchas gracias señora Jeon —agradeció la muchacha en reverencia— no es necesario que llame a nadie, yo puedo... 

—insisto —repitió amablemente, quitandole la bolsa de las manos a la muchacha para ayudarla. Ella no tuvo más opccion que ceder— acompáñame, te llevare a tu habitación para que puedas descansar, luces un poco cansada 

Gong Yoo cerró el maletero del auto y se dirigió a la entrada donde estaban Hanna y Jungkook conversando. Hayley se mantuvo detrás con la mirada gacha, con miedo, con incomodidad, tratando de ignorar la profunda mirada de Jungkook sobre ella sin ningún tipo de discreción. 

—me da gusto verte de nuevo Hayley... —mencionó el muchacho con "amabilidad" queriendo llamar la atención de la muchacha, pero ella ni siquiera lo miró. 

—igual... —soltó ella fríamente con la mirada en dirección contraria. Eso le molesto a Jungkook, era un tipo tan narcisista que deseaba tenener la atención a cualquier costo. 

Por eso mismo, sin pensarlo se acercó a la muchacha en grandes pasos ganándose su atención al fin, pero no se detuvo ahí, extendiendo sus brazos rodeo a la muchacha en un abrazo supuestamente "amoroso" que dejó a Hayley petrificada sin poder moverse. 

—prometo ser un buen hermano... —puntualizó abrazándola con fuerza, disfrutando la sensación de estar pegado a su cuerpo abrazando su diminuta cintura entre sus fornidos y bien trabajados brazos— bienvenida al infierno... —susurró al final en el cuello de la muchacha, solamente para ella y él. 

—ya estoy en él desde que te conozco... —soltó Hayley en un susurró, mantenido su imagen fría sin corresponder a su abrazo. 

—ella también será una buena hermana ¿no es así Hayley? —Habló Hanna al no tener repuesta por parte de su hija, obligandola a reponder. 

—si... —murmuró sin ganas, empujando a Jungkook lentamente para que la soltara. Él lo hizo sin tener más opciones. 

Era claro que Jungkook no la iba a dejar vivir tranquila en esa casa, y esa situación de ser hermanastros la disfrutaba, pero también se le notaba la incomodida de un cambio tan repentino en su vida, sí, era amable y educado con Hanna, pero Hayley podía notar que solo lo hacía por dar una buena impresión, no porque realmente se sintiera feliz. 

En el fondo ambos se sentían igual, todo era completamente irreal por lo repentino que había sido. Ambos esperaban que fuese solo un sueño y despertar en cualquier momento, pero obviamente no era así. 

Dentro de la casa de los Jeon, los empleados caminaban de un lado al otro llevando las cosas de Hayley y su madre. Era una casa muy grande, más bien una mansión, y esta estaba llena de empleados con diferentes tareas que mantenían la casa perfecta todos los días.
La pelirosa no pudo evitar sorprenderse ante lo hermosa que era la casa. Tan solo el salón de la entrada era enorme, con una alfombra color hueso que abarcaba hasta las elegantes escaleras que conducían a un segundo piso. Ella nunca había estado un lugar como ese. 

—Hayley, ven conmigo —habló el padre de Jungkook dirigiéndose a la muchacha de cabellos rosas. Ella solo asintió y comenzó a seguirlo escaleras arriba, sorprendidose cada segundo más al ver la casa. Por un gran pasillos igualmente alfombrado, la joven siguió al hombre hasta una puerta blanca con un par de detalles pintados de color dorado— está es tu habitación... solo para ti 

Señaló Gong Yoo sacando de su bolsillo unas llaves para abrir la puerta y después hacerse a un lado para que la pelirosa entrará primero. Ella lo hizo, llevándose una enorme sorpresa al ver tremenda habitación, elegante con una decoración fascinantemente hermosa. 

Hayley ahora si que estaba más que asombrada, jamás en su vida había visto una cama tan grande, ni un lugar tan acogedor y elegante a la vez, esa habitación definitivamente era el sueño de cualquier chica, y ella se sentía verdaderamente agradecida por tenerla, incluso por un momento se sintió especial, no como ese grano de arena que solía ser, si no como una palmera merecedora de admirar el mar. 

—¿te gusta? —Preguntó Gong Yoo con una sonrisa al ver su expresión— me encargue yo mismo de elegir todo y realmente espero que te guste... desconozco tus gustos y puse un color claro en las paredes, pero si no te gusta dime y lo pintaremos del color que elijas, de igual manera si no te gustan los edredones o algún mueble házmelo saber y lo cambiaremos por algo que tu misma elijas 

—esta preciso todo —le contestó ella luego de haber recorrido cada parte de la habitación con su mirada— así tal cual está me encanta señor Gong Yoo, no necesita cambiar nada 

—me pone muy feliz que te guste —sonrió el hombre— y verdaderamente, si algo no te gusta dímelo sin ningún problema y lo cambiaremos enseguida 

—muchas gracias señora Jeon... —el hombre volvió a sonreír, y concentró toda su atención en la muchacha. 

No conocía mucho de ella, pero gracias a su madre sabía que era una joven solitaria, callada, calmada, y desconfiada. No era alguien que tuviera facilidad de palabra, tampoco sociable, pero él no la juzgaba, solo ella conocía los motivos por los cuales era de esa manera.
Obviamente Gong Yoo deseaba con todas sus fuerzas poder acercarse a Hayley y volverse cercanos como un amigo a quien le pudiera tener confianza, o quizás si ella le daba la oportunidad, poder ser un segundo padre, pero bien sabia que con estos cambios tan repentinos le iba ser difícil adaptarse y para nada quería presionarla. 

Viendo como ella admiraba todo con demacido detalle, decidió decir algo más antes de irse. 

—tu madre me habló sobre lo que ella y tú hablaron anoche... y bueno... tomes la de decisión que tomes esta siempre será tu habitación... 

—gracias señor Jeon... no soy buena con los cambios y esto fue demaciado impredecible, pero no me mal entienda, me alegra demaciado que mi madre se haya encontrado a un hombre como usted... su felicidad es lo más importante para mí 

—la tuya también lo es Hayley, y si después de la graduación decides ir a vivir con tu padre esta bien... ésta siempre será tu casa y tu habitación también como ya lo mencione —el hombre suspiro— también quisiera que me llamaras solo Gong Yoo, pero no voy a presionarte, si te sientes más cómoda diciéndome señor Jeon me parece perfecto 

—gracias por todo 

—no es nada pequeña... en un rato estará listo el almuerzo, pero si prefieres dormir no hay problema, mandare a que suban tu comida cuando despiertes 

La joven sonrió e hizo una reverencia mostrando una vez más su agradecimiento. Gong Yoo devolviendo el gesto con una sonrisa, salió de la habitación. 
Al quedarse sola, Hayley lo primero que hizo fue tumbarse en la cama. Esa habitación en definitiva era su nuevo lugar favorito, y podía ser su lugar de escape para librarse de Jungkook todos los días. 

Por su lado, Jungkook se encontraba en el piso de abajo tratando de librarse de la platica de Hanna. Lo único que quería hacer era volver a ver a Hayley para molestarla y tener esa atención que tanto le gustaba tener de ella, pero al ver a su padre bajar por las escaleras se dio cuanta que ella no venía con él. Probablemente se había quedado en su misma habitación. 

—cariño... te mostraré donde esta nuestra habitación —señaló Gong Yoo a Hanna extendiendo su mano para guiarla al segundo piso. 

Jungkook solamente observó la escena y se quedó ahí parado sin saber que hacer. No podía ir a tocarle la puerta a Hayley con la escusa de que había olvidado algo porque todas sus pertenecias se las había llevado, tampoco podía ir a saludarla porque acababan de verse, pero su desesperación por llamar su atención era tan grande que no pudo resistirse y pensó en algo rápido para ir a verla. 

A grandes saneadas subió la escalera y se dirigió a la habitación de Hayley. Ahí lo primero que hizo fue intentar entrar, pero la puerta estaba cerrada con seguro. 《Que inteligente》 pensó. 

—¡ey!... ¡ramita!... ¡el desayuno esta listo!... —Gritó, llamándola por ese molesto apodo que él mismo le había puesto en el colegio. Ella del otro lado de la puerta lo escucho, pero decidió ignorarlo. Jungkook comenzó a molestarse cuando no obtuvo repuesta. ¿Quien se creía para ignorarlo así en su propia casa? cuando saliera de ahí le iba a dar una lección de modales a su manera— ¿¡no piensas contestar tonta!?... ¡quédate sin comer entonces!... 

Y se fue, completamente indignado y molesto porque al parecer las cosas lo iban saliendo como él imaginaba.

 



#23472 en Novela romántica

En el texto hay: dolo, amor, odio

Editado: 10.07.2022

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