1. Ivette.

 El día, el ambiente, la luz, los sonidos y hasta los olores eran agradables, Korina había llegado temprano al primer día de clases de su tercer semestre de la universidad y estaba como siempre de primera en la clase prestando atención a los contenidos, ella era una buena estudiante y aunque no era la favorita de los profesores ó la primera de la clase esto no le preocupaba, ya que no necesitaba colocar todas las respuestas correctas aunque las supiera ya que no le interesada en escuchar rumores sobre lo bendecida que era por ser adinerada e inteligente a la vez ó que había comprado las respuestas del exámen o algo así. 

 Sabía que ese sería un buen día para ella, pero quizás ese no sería el caso; estaba almorzando en el restaurante lujoso de siempre, siendo acompañada de sus padres quienes siempre se tomaban el tiempo para hacer esto a diario. 

—Tenemos algo que decirte, hija —Korina asintió y los miró para esperar las noticias. 

—Mark, ¿crees que sea adecuado decirle ahora? —la madre de Korina se veía algo triste, estaba a punto de llorar y eso no parecía ser nada bueno. 

—Ivette, tenemos que hacerlo ahora; lo mejor para ella será saberlo desde el inicio —Mark la consoló dándole palmaditas en el hombro. 

—¿Qué pasa? —Korina comenzaba a sentirse asustada, su corazón latía rápidamente y un escalofrío recorría su cuerpo. 

—Hija, tienes que ser fuerte —Korina sintió algo muy desagradable en el pecho— hoy fuimos a recoger algunos exámenes y..... 

—¿Y qué pasó? —los ojos de ella comenzaban a llenarse de lágrimas al ver a su madre llorar. 

—Tu madre..... tiene cáncer —anunció Mark mientras abrazaba a su esposa. 

 Korina sintió como si todo estuviera yendo en cámara lenta, las lágrimas cayeron de sus ojos, pero ella no pudo sentirlas correr por su rostro, sus manos comenzaron a temblar sin parar, la chica se levantó y salió corriendo al baño y no supo la razón, sin embargo, sólo vomitó todo lo que tenía en el estómago, su cuerpo no dejaba de temblar. Su madre entró al baño y la abrazó gentilmente mientras le decía que todo estaría bien. 


 Desde ese día los cuidados de su madre dieron inicio, pero el cáncer no desaparecía ni con el mejor de los tratamientos; intentaron de todo, pero trás casi un año de lucha Ivette murió, lo que dejó al resto de la familia sumida en el fondo del pozo y no pudieron salir de ahí. 

—Feliz cumpleaños hija —decía el mensaje de texto de Mark— no podré visitarte, la reunión con los inversores en Alemania se extendió y no podré llegar a tiempo, lo siento, pero te prometo que el próximo año si estaré contigo. 

—Llevas dos años diciendo lo mismo..... Mejor no vengas y no te molestes en escribirme para decir lo mismo que dices siempre. Adiós —respondió con la mirada borrosa por las lágrimas que luego de dos años de la muerte de Ivette eran visitantes frecuentes. 

 Korina se alistó para ir a la universidad, su armario había cambiado de color, todas las prendas estaban entre negro, azul oscuro y muchos otros colores también oscuros, su maquillaje era oscuro, su peinado, generalmente desordenado, pero genial y su vida se había vuelto un desastre muy oscuro. 

—Buenas tardes, hice la inscripción para ver esta  asignatura por error; el director de la carrera me informó que había conversado con usted sobre el caso y que debo asistir en tanto se arregla la situación—le informó un chico a la maestra por lo bajo. 

—Claro, ya lo recuerdo, pero llegas un poco tarde, pero asumiré que te perdiste en el plantel; pasa y siéntate en un lugar que esté vacío —las universidades privadas eran diferentes de lo que esperaba. 

—Hola, mi nombre es Adam —dijo mientras miraba con atención, en búsqueda de un sitio libre para sentarse. Luego de unos segundos divisó un lugar vacío al fondo de la clase, pero al dirigirse hacia el lugar uno de sus compañeros lo detuvo y lo miró como quien está alarmado. 

—No deberías sentarte en ese lugar, busca otro sitio, por favor —Adam supo que algo no andaba del todo bien con ese sitio, dada la advertencia de su compañero. 

 Un par de minutos después Adam encontró un lugar donde sentarse, no estaba muy lejos del "asiento prohibido", la clase continuó sin problemas; de pronto la puerta se abrió y todos bajaron la cabeza mientras una chica de por lo menos un metro setenta, de cabellos rubios, ojos azules y de facciones delgadas aunque bien proporcionadas entraba al sitio con un bolso de beisbol en la mano derecha, su maquillaje era agresivo y muy oscuro aunque sus ojos parecían los de un ángel, su ropa negra y cadenas le daban una apariencia ligeramente gótica que sólo era un poco suavizada por las botas de tacón y una chaqueta casual de tela de jeans. 

—Korina, de nuevo llegas tarde.... 

—Cierra la boca, lo importante es que llegué ¿no? —la despreocupada mujer caminó en dirección al asiento prohibido y se sentó, la profesora la miró caminar hasta que se sentó. 

—Korina, ya te he dicho que no puedes traer ese tipo de bolsas al aula —dijo con seriedad, pero la chica solamente lanzó una risilla burlona. 

—Pero profesora, ¿en donde se supone que voy a traer mis cuadernos y libros? —se inclinó hacia un lado para sacar su cuaderno. 

—No me interesa, pero debes traerlos en algo que esté dentro de las reglas —se giró para continuar con su clase. 

—Entiendo, lo traeré el mes que viene —la profesora lanzó un suspiro como quien pide a los cielos alguna cosa. 

 Los alumnos comenzaron a murmurar sobre lo ocurrido ya que siempre era igual con ella y sus actitudes de rebeldía. Adam por su parte estaba fascinado por la actitud tan dominante de ella. 

—¡Le sacaré los dientes al que siga murmurando! —advirtió Korina con su notable mal carácter de siempre. 

 Adam estuvo mirándola por un tiempo hasta que ella lo notó y le mostró el dedo medio, lo cual hizo que él regresara a la realidad y prestara atención a la clase mientras que ella simplemente se recostó y se quedó dormida.