Mi adolescencia no fue para nada aburrida, de hecho fue demasiado intensa para mi gusto.
Los primeros años en el instituto lo cogí con muchas ganas, y sacaba muy buenas notas, pero las cosas empezaron a decaer. Dado que era una chica algo más alta que las demás siempre se reían de mi, no me miraban por encima del hombro porque no podían, pero a las chicas yo creo que les daba envidia mi altura, y a los chicos no les gustaban las chicas más altas que ellos, así que era el “monstruito” por así decirlo de clase.
Por suerte no todo fue malo, estando ya en cursos elevados tenia ganas de trabajar ya que mis padres no me daban nada de dinero y quería comprarme ropa, maquillaje, bisutería, y unas extensiones no me vendrían mal, pero mis padres solo me regalaban un pijama en navidad y en mi cumpleaños algo de dinero, pero necesitaba cosas nuevas, renovar, cambiar. Así que me apunte a varias agencias de figurante, no tenía que hacer gran cosa, solo pasar por detrás de gente, hacer bulto entre una multitud, y en la imagen luego casi ni se me veía, eso si eran ocho horas de trabajo, a veces me saltaba las clases, sin el permiso de mis padres, pero bueno, era por una buena causa.
Eso me hizo ganar algo de dinero, y pude arreglarme, ponerme mona, incluso ya había chicos que me miraban de buenas, y no como un “monstruo”, eso me hacía sentir bien, me sentía algo odiada por las demás chicas, soy alta delgada y me arreglo que te mueres, soy la chica diez, o eso creía yo, en la adolescencia siempre hay en algún momento que te crees la mejor, la edad del pavo lo llaman, yo estaba en esa dura etapa.
Era agradable para mi, tenia ropa nueva, me compre medias, ligueros, iba muy sexy me gustaba, no es que me gustase calentar a los de mi alrededor, me gustaba sentirme guapa, segura y sexy, por eso me gustaba ir así, por eso quería ir así, yo tenía el poder en todo lo de mi alrededor.
Salí alguna vez por la noche, la primera vez era menor, pero arreglada pude entrar en cualquier parte, y también consumir alcohol, nunca había bebido y con un poco ya para mi era una borrachera considerable.
Me gustaba bailar, sola o con algún chico que me invitara a más alcohol, me quedaba bailando toda la noche, riendo, emborrachandome y jugando a coquetear con mi acompañante del momento.
Una de las noches que salí acabe bailando con un chico tan fogosamente que acabe teniendo sexo con él, pero no perdí mi virginidad con él, fue sexo sin penetración, y no por falta de ganas, pero quería reservarme, no quería perder mi virginidad con cualquiera, ahora lo veo y creo que eso está sobrevalorado. La noche con ese chico fue genial, bebimos bailamos, estábamos tan pegados que creo que en ese punto es inevitable no hacer nada, me acarició la mejilla, me agarro de la cintura, yo me puse nerviosa y le dije que me tenía que ir, y al decirle eso me agarro el culo con la palma de la mano pasándola de un lado a otro, y me susurró que si de verdad quería irme, no pude decirle que si, era suya, fue algo agradable, como un desahogo, como si tuviera algo que necesitaba arrancar de mi, sentía su bulto en el pantalón cuando me agarraba de la cintura. Nunca jamas me volvería a sentir tan excitada como en ese momento, por eso no me arrepiento de lo que hice con aquel chico, que se convirtió en conocido y que en algún momento desapareció del todo de mi vida, por suerte no tuve sentimientos hacia el, no me dio tiempo.
En algún momento de mi vida llevaba relativamente bien las clases, algo sorprendente para mi, ya que casi no iba a clase, cada vez me llamaban más veces para ir a las figuraciones, incluso, un día me llamaron para hacer de extra, extra es casi como un figurante pero que tiene una acción o frase, la mia fue en una película para la televisión sobre dos adolescentes enamorados, era una de las chicas que estaba en clase de la protagonista y le decía que la buscaba otro alumno, no es que fuera complicado, pero en cuanto abres la boca en un rodaje ya te sueltan bastante más dinero, algo que a mi me gustaba bastante, a quien no, hasta le podía comprar regalos a mis padres por sus cumpleaños.
Mis padres la verdad es que no se preocupaban mucho, me preguntaba de vez en cuando que que tal iba todo, y poco más, no pensaban en mis cosas nuevas, no se fijaban si salía al fondo en alguna serie, estaban demasiado encerrados en sus insulsas vidas como para fijarse en su hija.
En algún momento ya casi terminando la primera parte de mis estudios me llamaron para una sesión de fotos, la oferta era que me maquillarían y me hecharían algunas fotos, por ellas me pagarían cien euros, claramente acepte.
La sesión fue realmente bien, había un pequeño catering para picar, me vistieron y peinaron, finalmente me maquillaron, en esto tardaron un par de horas, y luego me pusieron delante de la cámara, en un decorado acorde al maquillaje de fantasía, fueron muchas fotos, muchas poses, para al final quedarse con una, pero bueno, me pagaron, a mi luego lo que hicieran con las fotos me daba igual.