Hable con Paul muy seriamente, le llame y le dije que por favor se sentara. Respire hondo.
Abría la boca, intentaba hablar, pero no salia ningún sonido de mi boca, solo suspiraba, he intentaba calmarme. Sabía que eso no le gustaba.
Le dije que nuestra relación no funcionaba, que sentía que me cortaba las alas, y no quería eso para el resto de mi vida, que por eso decidí que no debía casarme con el, que ese tipo de cosas no solucionan nada, y que con esto termina nuestra relación.
Su reacción fue más o menos la que me esperaba, totalmente serio, y sin mostrar sentimiento alguno, se levantó del sofá, me dijo que recogiera mis escasas cosas de la habitación y me marchara.
Metí en un par de maletas mi ropa y accesorios, tenia bastantes chorradas, y por suerte este diario estaba en un servidor de internet en el que iba escribiendo, así que no me lo tenia que llevar físicamente.
Me sentía rara, estaba, en la calle, sé que debía volver a casa, con mis padres. Andaba con un sentimiento de derrota, pero también de triunfo, había triunfado dando este paso, me sentía más madura, más preparada para una nueva etapa.
En parte también me daba algo de pena, había pasado mucho tiempo con Paul, para bien o para mal.
Pero hay cosas en la vida que son insostenibles.
La vuelta a casa de mis padres fue dura, pero ellos me apoyaron, supongo que a medida que creces tus padres no se parecen a esa gente que te amargaba la adolescencia. Ellos no tenían internet y tuve que instalar todo, hasta ordenador, para seguir escribiendo.
Con sinceridad en ese momento no me apetecía salir de casa, que ironía, Paul siempre estaba con que no saliera y ahora es lo que más me apetece, quedarme en casa, escribiendo, ni siquiera pensaba en volver a actuar, para mi había comenzado una nueva etapa.
Me dedicaba a quedarme en casa y mandar relatos y cuentos a revistas, seguía bajo el seudónimo de “Enya”, y tenía algo de renombre por ciertos lugares de la red, sobre todo enviaba a revistas gratuitas, revistas online, universitarias, a periódicos alguna vez.
En un relato habla sobre una actriz, que era modelo y luego actriz, y que se convirtió en princesa casándose con un príncipe, deje caer el nombre de la telenovela donde trabajaba, bueno no fue el nombre exactamente, era un nombre muy parecido, y la protagonista se llamaba como mi personaje de la serie. En los foros empezaron a especular si “Enya” era un seudónimo o era mi nombre real, si era un anagrama, y ya directamente me preguntaban a mi “Enya” que cual era mi verdadera identidad.
Era gracioso, supongo que un autor con misterio siempre es positivo, no sé hasta qué punto, pero no creo que sea algo malo dar algo de misterio a tu papel.
No sabia si contestar o no a todo lo que escribían en la red, pero para facilitar las cosas me hice una web, la pagaba anualmente, y estaba bastante bien calidad precio, yo cambiaba todo, las imágenes y añadía mis relatos, donde podían encontrarlos, y había un “foro” para preguntas, nada más abrirla conseguí cientos de seguidores, y varias preguntas algunas sobre relatos y otras sobre sí yo era la chica de la telenovela. Me hubiese gustado resistirme algo más, pero conteste, les dije quien era, y que ahora estaba centrada en una autobiografía, que me estaba dedicando a escribir desde que deje la telenovela.
Los medios enseguida mostraron la noticia al mundo entero, creo que también a países que no tenían ni idea de quien era, gracias a lo que había ocurrido, a pesar de que algunos lo tachaban de estrategia de marketing, tenía ahora fama mundial.
Mi página web comenzaba a tener muchísimas visitas, y cada vez más gente leía mis relatos y me daba su opinión, fue increíble ver como subía mi influencia en el mundo literario, y se alejaba poco a poco del mundo de la actuación.
Entonces recibí una llamada.