Y me miraba usted con unos ojos de amor, mengana ganas de sembrar girasoles en el cemento y construir casas de cartas en medio de una tormenta.
Pero siempre o casi siempre, deducía en su sonrisa insospechable que todas mis intuiciones serían dirigidas a un solo sitio, mi tristeza.
Somos los hijos de la mierda, creyentes en una moraleja que no existe y de existir la esperaría, pero estoy muriendo, la muerte no espera.
sí ,con amor me miraba ,un amor de escritor que tal vez me invente ,sin saber su comienzo ,pero si su final ,como todo en mi vida.