Con mi dedo toco tu piel,
con ese delgado lienzo que permite
mi larga sonrisa escurrirse en tus tibias ilusiones.
Construyo con trazos largos e íntimos tu piel,
como si fuera la primera vez que la toco,
como si fuera la última.
Toco tu piel sin penas ni pesares,
recreo los recuerdos insípidos
de lo que puedo y pude ser,
para que no tengas dudas en entregarte.
Desnudo tu alma,
la desnudo de las lágrimas pasadas,
de esas torturas.
Te desnudo a ti,
con mi fría mano,
y te caliento a susurros.
Me llamarás idiota
por las pancartas de amor que nunca te daré,
y dirás estupideces
cuando toque tu piel
y ya no escuches mi voz.
Te arrepentirás a medio camino,
gritarás que pare,
me verás de reojo,
querrás odiarme…
y no pararé.
Toco tu piel como todas las noches antes del sueño,
y te siento en paz,
como el girasol que te debo,
pero ardiente,
como gata en celo.