Yo fui el hombre más amado, el suertudo entre las palmas de unas manos halladas antes en mí.
Yo fui el más querido, la aurora candente en pleno sol arropado del frio invierno, del que no me quería ir.
Yo no fui un buen hombre, porque al paso del tiempo he sido enterado por el pasado, que yo promovía tristeza.
¡Ah pero tiene razón! Lo sé, porque yo no fui ni seré nunca esa felicidad de que sentirme orgulloso.
No es esta una forma de pedir perdón, las lágrimas no tienen reversas, es esta una forma de agradecimiento.
Porque yo si fui feliz, más mi felicidad era promotora de heridas que yo pensaba cosía ¡Cómo lo siento!