Mi chica de la suerte

Paraguas color arcoiris

 

Era el peor de todos mis días.

Aunque para decir verdad, todos mis días eran de lo peor.

Pero este día en especial, era el peor de todos.

Maldije internamente a mi yo holgazán por haber decidido traer pantuflas en lugar de ponerme unos zapatos. Realmente me arrepentía de mi decisión, pues debido a ello; no podía ir corriendo hacía la posada de Doña Flor debido a la lluvia que se había desatado hace unos momentos.

En verdad este día no podía ser peor, el virus de la felicidad llamado "Jung Hoseok" había invadido mi casa, una chica se había llevado el último ramen de pollo y ahora caía una lluvia torrencial que no parecía querer parar.

Me quedé esperando en la entrada de la tienda a que la lluvia se detuviera, mientras esperaba le daba pequeños sorbos a mi café para evitar desesperarme.

La puerta de la tienda sonó al ser abierta y evite girarme para ver quién había salido, pues suponía que era la chica roba ramen la que lo había hecho.

—Oh, comenzó a llover de repente — se dijo a si misma — Tengo suerte de que recién compré un paraguas.

¡Oh vamos, eso no podía ser posible!


Eso no puede ser malditamente posible. 


Era ilógico.


Una persona no puede tener tanta buena suerte en su vida como ella lo tenía. ¿Acaso había venido del país de la buena suerte?

Dirigí mi mirada hacia ella por primera vez y al fijarme con detenimiento en sus facciones pude reconocer que ella era aquella chica borracha que me había dicho superman. Era la chiflada del otro día.

Al notar que era la borracha del otro día aparte mi mirada de prisa y decidí ignorarla. Pero la vida parecía odiarme, ya que antes de que pudiera apartar mi mirada, las nuestras ya se habían encontrado.

Ella parecía no reconocerme, claro signo de la pérdida de memoria debido a la borrachera. Y eso si era algo bueno que me había pasado. No quería a esa chica loca cerca de mí.

Pero como había dicho antes, mis deseos nunca se cumplen.

Ella se acercó a mí y me miró fijamente, o más bien, miro mis pantuflas con detenimiento.

— No debiste haber salido con pantuflas.

Gracias por recordármelo.

—Podemos compartir paraguas — mencionó ella con una sonrisa dulce.— No tienes porque sentir que somos extraños ya que ambos somos coreanos en un país extranjero, ya sabes, somos compatriotas.

Ella siguió sonriendo para después abrir su paraguas. Y al abrirlo fue como si hubiese sido iluminada por una luz como aquellas chicas de los doramas. Su paraguas era color arcoíris y parecía darle el color que necesitaba aquel día gris.

Estaba dispuesto a negarme a su propuesta, era suficiente con tener un sol en mi casa, no quería tener a otro.

—Vamos no seas tímido— dijo para después tomarme del brazo y acomodarme a su lado en el paraguas.

Ambos caminábamos a la par del otro, yo daba pasos lentos y cuidadosos para evitar que el agua salpicara mis queridas pantuflas.

Conforme íbamos caminando, el agua iba disminuyendo, hasta que finalmente quedó una ligera ventisca.

—Yo debo girar aquí — dije al detenerme.

—Yo iré hacía allá — dijo ella señalando el lado contrario al que yo iba.

—Bien...gracias, por haberme dejado estar bajo tu paraguas.

— No es nada — dijo sonriente.


Ella se dio media vuelta para ir hacía donde iría y antes de que pudiera dar un paso más, un papel que venía volando debido a la ventisca; había aterrizado en su cara.

—No puede ser — mencionó al leer el papel. Ante su expresión, no pude evitar sentir curiosidad.

—¿ Qué es?— pregunte al querer saber que era lo bueno que le había pasado ahora.

—Es un cupón para pollo frito a mitad de precio. Que...

Me apresure a tapar su boca con mi mano antes de que dijera la palabra con "s". Esa situación de tan buena suerte ya me estaba irritando; y deprimiendo al mismo tiempo. ¿Como puede una persona tener tanta buena suerte en un solo día?

—Lo siento— dije al recapacitar en lo que había hecho.

A ella no pareció importarle lo que hice porque siguió sonriendo hacía mi.

—Vayamos juntos — dijo alegre.

—Oh, no, apenas y nos conocemos y yo.. tengo cosas que hacer — respondí con simpleza.

—Pero somos compatriotas. Vendré a buscarte mañana aquí, a la misma hora que hoy e iremos a comer pollo frito. También fue tu suerte que ese cupón allá venido ya que estabas aquí, así que debemos compartirlo—  

—Voy.. a pensarlo— contesté. Pero todos sabían que esas palabras significaban que realmente no iría. Pero ella parecía no entenderlo.

— Igual te esperaré, aquí, a la misma hora de hoy— dijo ella.

Yo sólo asentí para después marcharme de ahí con pasos perezosos. Era un fastidio tener que lidiar con las personas, y era aún más fastidioso tener que tratar con esa chica. Por esa razón no iría, por nada del mundo iba a venir con ella. Nadie iba a hacer que yo dejará la comodidad de mi casa para ir a comer pollo frito con esa loca.

Pero el día después de ese, aprendí que las cosas para Min Yoongi no siempre salen como las desea.



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Editado: 15.04.2021

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