Capítulo 3.
{¡El chico de los brillos!}
Azucena.
Él chico guapo de ojos oscuros me miro con duda. Paso una mano por su desordenado cabello, noto que tiene puesto mitones negros con brillos.
— Creo, que no te debo nada — responde después de unos segundos.
Mi corazón latía con fuerza. Nunca había hecho esto, es decir hablar con extraños que no han sido presentados por alguien que ya conozco.
— Quizás… Pero ya me preguntaste y yo te respondí… — no sé de donde salían mis respuestas. — Pero creo que deberías saldar tu deuda.
Él se acerca a mí. Es más alto que yo, y eso que soy alta (aún más con mis sandalias). Se acerca y me mira con una sonrisa.
— Soy un chico que no tiene deudas — su voz es tan sexy, creo que todo en él es sexy. Acerca su cara a la mía, nuestras narices casi se rozan. Puedo notar que tiene un pircing en la nariz, un septum, plateado. Lo que hace que sus facciones sean mucho más llamativas. — ¿Quieres que salde mi deuda?
Aun mirándolo a los ojos, con mi boca a escasos centímetros de la suya, sentía su aliento pegarle a mi cara. Mi corazón latía con fuerza, estoy nerviosa.
— Si quiero que la p….
No pude terminar mi frase, porque él me beso. Su boca choco con la mía, de una forma intensa y arrasadora. Mi mano derecha fue hasta su cuello y la otra hacia su rostro para atraerlo hacia mí.
Una de sus manos, se pegó a mi cintura y la otra estaba en mi nuca. Agarrando mi cabeza con fuerza mientras me besaba. Con su lengua lamiendo mis labios, pidió permiso para meterla dentro de mi boca, la cual fue aceptada con gusto.
Su lengua se movía al mismo ritmo que la mía, de forma frenética, intensa y apasionada. Pareciera que hubiera un deseo contenido en ambos por querer besarnos. Y no era mentira, sentía… tanto… deseo.
Si deseo es la palabra adecuada para describir lo que estaba sintiendo en este momento. La mano de su cintura bajo hacia mi trasero y lo apretó. En reacción no pude evitar morder su labio, haciendo que suelte un exclamación que me hizo sonreír.
Odie tanto que mi cuerpo necesitara oxígeno para seguir viviendo, cuando nos separamos. Sentía los labios hinchados, miro su boca. Mi labial estaba desparramado por su cara.
Me miro sonrió, juro que en ese momento dos cosas en mi cuerpo se hicieron agua.
No pude evitarlo y lo volví a besar. El beso en esta ocasión fue mucho más intenso, tanto que no sé cómo y cuándo. Pero termine apoyada en la pared, mientras el me besaba. Con sus manos perdidas en mi pelo y cintura. Mientras las mías se adueñaban de sos rulos.
Cada vez que se apretaba contra mí, no podía evitar morderle los labios y el a mí.
No sé cuánto tiempo paso, podrían haber sido segundos, minutos o una hora. Pero fue algo sin dudas genial.
Cuando nos separamos, porque sinceramente. Sentía los labios dormidos y cansados de tanto besar.
Él recostó su frente en la mía.
— Deuda saldada, princesa — me dio un pico y se alejó.
Me quede por unos minutos apoyada en la pared, jadeando.
***
Odio despertarme temprano, odio salir de mi cómoda cama. Pero amo desayunar, este es un momento de mi vida. En donde mis ganas de dormir se mezclan con mis ganas de comer.
— Arriba Su — dice mamá abriéndola puerta y luego cerrándola.
Escucho que le dice lo mismo a mi hermana. Abro un ojo y miro la hora, las seis de la mañana. Lunes primero de marzo, primer día de clases.
— Mamá hizo desayuno especial — dice papá abriendo la puerta y luego cerrándola.
La verdad no entiendo porque hacen eso. Pero parece divertirlos. ¿Quién soy para juzgar?
Me levanto de la cama. Y me voy hacia el baño, hago mis necesidades. Me quejo de mi periodo llego.
Con razón mi odio al mundo. Ya sabía que todo tenía una razón, no podía ser tan gruñona en la mañana.
Me lavo la cara y comienzo a peinarme. Mientras lo hago, no puedo evitar mirar mis labios. Siguen inflamados, aunque pasaron dos días. Tengo la boca inflamada.
Les dije a mis padres que fue “un codazo”, y me creyeron ya que Teresa me ayudo con la historia. Obviamente les tengo confianza a mis papas, pero no por eso les tengo que decir que se me inflamaron los labios por besarme con un desconocido, que me lleno de brillos morados. Claramente no.
Una vez que mis trenzas quedaron bien armadas y mi maquillaje quedo listo. Fui a cambiarme, me puse un jeans mom blanco y un crop top morado con tiras, los cuales hacían juego con mis zapatillas. Me miro en el espejo de mi cuarto. Me veía bien.
Voy hacia la cocina, me encuentro a la pequeña monstruo comiendo su yogur con cereal. Con los ojos cerrados, mientras gruñe porque mamá la esta peinando.
— Feliz primer día del último año — chilla feliz mi papá.
— Feliz primer día hijita — dice mamá sonriendo. Gardenia gruñe. — Te preparamos un desayuno especial.
— Mira — señala papá. No pude evitar soltar un grito de alegría, cuando veo una taza gigante de capuchino con crema y esencia de vainilla. Y las pequeñas tartas de frutas. — La abuela nos enseñó a hacerlos.
— Juro que están muy ricas— dice mamá.
Corro hacia mi papá y lo abrazo con fuerza, el me corresponde el abrazo de la misma forma.
— Te amo papá, gracias por todo — digo besando su mejilla.
Luego corro hacia mamá, aunque Gardenia gruñe un poco, eso no evita que la abrace y le de muchos besos.
— Te amo mami linda, gracias por todo — digo. — A los dos, los amo mucho muchísimo.
— Nosotros te amamos a ti — dice mamá, acariciando mi carita. — No puedo creer que mi bebé este en el último año.
Luego de un intercambio de palabras, me siento a disfrutar mi desayuno mientras charlo con mis papas. Sin duda son los mejores.