Mi chico

Capítulo 7. {No juzgues sin conocer}

Capítulo 7.

{No juzgues sin conocer}

Azucena.

Mi corazón late acelerado. Mis manos se enredan en sus rulos, y mis labios se quieren fundir con los de Russell.  Mi lengua es una sola con la de Russel,  mi cuerpo quiere más y  sé que el también quiere mas.

Cuando siento su mano descendiendo un poco por mi cintura, la parte cuerda de mi  cerebro se activa al parecer. Porque me separo de él. Sus labios están hinchados, y estamos arriba del escenario.

— ¡Estamos arriba del maldito escenario! — chillo.

El suelta una carcajada, como si eso no fuera importante. Balancea sus manos en mi cintura, por instinto me acerco mas.

— Lo sé.

— Chiflado.

Me doy vuelta para bajar del escenario mientras escucho los aplausos y cosas que gritan las personas. Russel está detrás mío con su mano aun en mi cintura, causando miles de sensaciones. (Ninguna mala)

Dios, que vergüenza. Lo bese como si no hubiera nadie más que nosotros dos.

<<Y que beso. >>

— ¿A qué canto bien? — su pregunta me hace reír.

— La verdad me has sorprendido, cantas excelente y…

— Beso excelente ¿Quieres que te lo siga mostrando? — pregunta riendo.

Iba a decirle que sí. Pero el sonido de mi nombre, hace que me de vuelta para otro lado. Mirando Clara, Lor y Ramiro viniendo por mí.

Casi tengo ganas de gritarles que se vayan. Pero después recuerdo con quien estoy, “el golpeador” que a todos le cae mal y le temen. Me da fatiga mental pensar en todo lo que se viene.

Clara me toma fuerte del brazo y me pone a su lado. Mirando a Russell de una forma, nada amigable.

— Deja en paz a mi amiga — le grita Clara. Mi rostro se contorsiona en una mueca confundida.

— Yo creo que estábamos en paz, hasta que llegaste — le responde. Intente no reírme, juro que lo intente.

Clara me fulmina con la mirada.

— ¡No puedes acercarte a él! Es un golpeador. Vamos, vamos — no me deja decir nada, porque me arrastra hacia ella.  Lor me toma del brazo derecho y ambas me llevan.

Me doy vuelta para mirlo. Pero no me está mirando.

— Eu, déjenme puedo caminar sola.

De mala manera me salgo de su agarre.

— ¿En que estabas pensando? ¿Acaso quieres ser una víctima de femicidio? No ves que ese tipo es peligroso — me grita Clara.

— Por Dios, ¿Acaso escuchas lo que decís? — le pregunto indignada. — La que actúa como loca, sos vos.

Ella me mira indignada.

— Cálmate amor, ya está. Azucena es grande sabe lo que hace — intercede Ramiro.

— Es que sos tarada, ese chico solo quiere cogerte y seguramente…

— Bueno, es suficiente — la corto. — Vayan a la mesa, ya los alcanzo.

— ¿A dónde vas? — cuestiona Clara. Pero la ignoro  como si fuera una planta. No quiero sus dramas.

Busco a Russell con la mirada, pero no lo encuentro. Hasta que lo localizo en una mesa, con otros dos chicos. Uno de cabello rubio y el otro castaño.

Camino hasta su mesa, cuando llego el rubio es el primero en notarme. Me da una cálida sonrisa, se la devuelvo. Miro a Russell.

— ¿Podemos hablar? — pregunto.

Sus ojos brillantes y su sonrisa atrevida y encantadora, ya no estaban ahí.

— No, vete con tu grupo de idiotas.

— No son idiotas, son mis amigos.

—Pues, que amigos tan idiotas tienes.

Ruedo los ojos.

— Si se comportaron un poco idiotas…

— ¿Un poco? Yo la verdad te creía inteligente, pero veo que no. Que te dejas llevar por lo que dicen ellos. O mejor dicho por lo que dice la rubia.

Lo miro enojada. Estoy cansada de su estupidez.

— Primero y principal tengo mis propios pensamientos. Se pensar por mí misma — digo en un tono más furioso de lo que pretendía. — Y no pienso lo que lo mismo que ella. O los demás.

— Pues…

— Y si llegas a decir “Dime con quién andas y te diré quien eres. Juro que te mandare a la mierda en cinco idiomas distintos.

Russell iba a hablar, pero el chico castaño lo interrumpe.

— Amigo, piensa bien lo que dirás. Porque ella intimida un poco — el castaño me mira, creo ver aprobación en su mirada.

— ¡Mejor llama al silencio Joni! — se queja Russell. — Vamos.

Me toma la mano y me lleva, no es brusco. En otro momento le preguntaría a donde me lleva, pero estoy distraída mirando nuestras manos entrelazadas.

Salimos por una puerta, hacia un patio. El aire fresco me golpea la cara, como quisiera mi abrigo. Ya que me lo quite porque adentro me hacía calor.

— ¿Entonces? — cuestiona.

Sigo pensando en su mano, que sigue entrelazada con la mía.

— ¿Entonces qué? —pregunto.

Lo miro, me está sonriendo. Ya que se dio cuenta que era lo que captaba mi atención. Junta más nuestros dedos, agarra mi otra mano y la entrelaza. Lleva mis manos hacia mi espalda y me abraza, su calor es perfecto para este frio.

— De que querías hablar.

— Claro, eso  — digo. Intento concentrarme, pero su pulgar hace círculos en mi mano. Estoy a nada de derretirme en sus brazos. —  No quiero que pienses que sos “malo” o un “golpeador”

— ¿Por qué no lo creerías? — cuestiona. — Después de todo, es lo que tus amigos dicen.

— No te conocen.

— ¿Y vos si?

—No tanto como quisiera, pero lo poco que conozco sé que si paso algo. Fue por una razón, no creo que lo has porque sí.

— ¿Por qué estás tan segura?

— No lo estoy.  Pero prometiste mostrarme tu pasión, y con eso seguramente nos vamos a conocer.

Sus ojos me miran con intensidad. Sus labios se ven tan apetecibles, que quiero morderlos.

<<Calma esas hormonas. >>

—  ¿Y si no te gusta?  — su voz sonaba con duda.  Podría decir que hasta sonó nervioso. Eso me hizo dudar.

— No sé qué haría, porque seguramente me guste. Pero no puedo juzgar nada, sin conocerte.




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