Mi chico

Capítulo 16. {Un secreto, una verdad y una mentira.}

 

Capítulo 16.

{Un secreto, una verdad y una mentira.}

Azucena.

Ese día ninguno de los dos salió de la biblioteca. Russell se quedó conmigo mientras yo lloraba, no hablaba solo llore y llore. Hasta que la cabeza me dolió, y sentía los parpados pesados e hinchados.

— Creo que deberíamos irnos, ya es la hora de la salida — hablo después de varias horas de silencio. — Si no quieres ir a tu casa, puedes venir a la mía. Podemos ignorar al mundo por hoy, y mañana ves que hacer.

Tengo mi cabeza hecha un desastre. No quiero que él siga viendo este lado mío. Esta Azucena quebrada y rota.

— Quiero irme a casa — murmure. Me levante e hice el intento de agarrar mi mochila. Pero luego recordé que estaba en el aula y me dio aún más rabia.

Pensé en dejarla ahí, pero esa sería la segundo mochila que pierdo en menos de cuarenta y ocho horas. Y seria demasiada estupidez humana.

— Voy a buscar mi mochila — dije en un tono bajo.

No quería ser una mierda con Russell, pero esto era demasiado para él. Ya tuvo problemas antes y si el idiota de Isaac  lo acusa es muy probable que lo expulsen y todo por culpa mía. Por mis mierdas, por mi drama y por esas fotos asquerosas.

Sentí mis ojos humedecerse, y como el nudo en mi estómago se hacía más grande. Esas malditas fotos, nunca iban a desaparecer. Alguien seguro le saco captura, las compartieron y ahora están por todo internet.

Y eso tampoco es justo para Russell, una cosa es defender me por algo que solo dos personas vieron y otra cosa es tratar de justificar mis fotos. En donde se ve mi maldita cara…

No entiendo quien las publico o como mierda las consiguieron.

La cabeza me latía con fuerza, quiero dormir. Dormir y no despertarme nunca más.

Al llegar al aula, esta estaba vacía. Mi mochila y la de Russell estaban en sus respectivos bancos. Escuche a Russell entrar.

— ¿Qué sucede Azucena? — mi nombre completo, no ese apodo molesto.

— Nada, solo quiero…— suspire mientras tomaba mi mochila. Me di vuelta y lo mire, esos ojos cafés que tanto me gustan, no tenían ese brillo de picardía y galantería. Ahora solo mostraban tristeza y confusión. — Quiero estar sola, esto es demasiado. No quiero arrastrarte a mi mierda.

Me tomo suavemente por los hombros.

— Dios santo Azucena. No me dejes afuera no así.

Ese puto nudo en mi garganta no me dejaba hablar, pero junte las pocas fuerzas que me quedaban.

— No te dejo afuera, si nunca te deje entrar.

Esas palabras me dolieron a mí. Me dolieron como la mierda decirlas, no las sentía. Sabía que era pura mierda.

Su cara termino por romperme el corazón. Su mandíbula se tensó, sus ojos se pusieron acuosos y la mirada que me dio. Me dolió.

— ¿Nunca? — pregunto con un hilo de voz. Se acercó más a mí, su nariz roso la mía. — No mientas,  ambos nos dejamos entrar a la vida del otro. Ambos nos queremos, mierda te dije que te quiero — las lágrimas caían por mis mejillas. — no me apartes flaca.

Con todo el dolor de mi alma, sabiendo que aunque le duela ahora. Era lo mejor, él no tiene por qué verse metido en todo esto. Ser señalado y mucho menos meterse en peleas que afecten su fututo por mí. Sé cuánto le duele no estar en la universidad como planeo, no pienso ser yo quien haga que pase lo mismo.

Sabía que tenía que ser fría y decirlo. Arrancar la venda de un tirón.

— Nunca Russell. Y no quiero que entres, nunca te deje entrar y tampoco lo voy a hacer — hable con rapidez. Me acomode la mochila y pase por su lado sin mirarlo. Al llegar a la puerta, cometí un el peor error me di vuelta y lo mire. Nunca lo había visto así, llorando. En ese momento me sentí la peor mierda del mundo.

 

***

Con la excusa de que estaba enferma y me sentía mal. Me quede en mi cama toda la tarde, la abuela cuido de Gardenia. Mientras yo dormía.

No quería dejar de dormir. Había apagado mi celular y lo había tirado en un cajón. No quería hablar con nadie y tampoco tener la tentación de descargarme de nuevo todas las redes sociales.

No quería ver esas putas fotos.

El solo hecho de pensarlas hacia que me largara a llorar.

¿Qué iban a  pensar mis papas cuando se enteraran? ¿Mis tíos y abuela? Me dolía en el pecho imaginarme sus caras. Pensar en que a Gardenia le podían decir algo,

Esas fotos arruinaron todo.

Mi reputación.

Mi vida.

Y mi relación con Russell.

¿Cómo la vida puede cambiar tanto? Hace menos de ocho horas yo era feliz. Yo estaba emocionada viendo el video del chico del que estoy enamorada,  cantando y diciéndome cuando me quiere.

Pero ahora eche  todo a perder. Todo se fue a la basura.

Solo quería dormir y dejar de existir.

***

Al amanecer mi mamá me levanto como todos los días. Me di cuenta que ellos aún  no sabían lo de las fotos y yo, no estaba lista decirles. Así que fingí sentirme bien, me maquillé. Trate de ocultar  mi dolor  y sonreí.

Tomo el desayuno como siempre. Intente hacer conversación con papá, fingí que me dio asco el beso que mis padres  se dieron y bese a Gardenia en la frente. Baje del auto y salude a mamá como siempre.

Pero en cuanto pise la entrada. Sentí todas las miradas en mí y no era una exageración. Vi como se me quedaban viendo y hablaban de mí. Escuche muchos “Que puta”  “¿Cómo se atrevió a venir?” “¿Seguro sus tetas son operadas?” Pero nada de eso era peor, que los comentarios de los varones. Aunque estábamos en abril y la temperatura no era tan baja aun. Yo estaba con un buzo ancho, me hacía calor. Pero la verdad  quería cubrirme, odie mis pechos. Odie que fueran grandes y que se notaran, odie ser linda. Aunque fuera subjetivo.

Ignore a todo el mundo y pase al aula, deje mi mochila y me senté. Ignore los comentarios, ignore que cuando pasaban por mi banco silbaban.  Escondí mi cabeza entre mis brazos, respire varias veces  intentando calmarme.




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