Mi chico

Capítulo 20. {No es el fin del mundo}

Capítulo 20.

{No es el fin del mundo}

Azucena.

Me despierto con los rayos de sol entrando por la ventana. Muy de película, eso me haría poner de buen humor. Pero de repente llegan todos los recuerdos a mi cabeza, haciendo que me  enoje y me ponga triste.

Miro la hora en mi celular, las diez de la mañana. ¿LAS DIEZ DE LA MAÑANA?

— Mierda — hoy es miércoles, aunque odie ir a la escuela ahora. No voy a faltar, no quiero bajar mi promedio. Suficiente tuve con no estar en clases los últimos dos días.

Salgo de la cama, justo cuando la puerta se abre. Entra papá con una bandeja de desayuno en las manos.

— Su, te despertaste — dice. — Te traje el desayuno, jugo de frutas, masas dulces y frutas cortadas en trozo…

Le doy una sonrisa, intento que las lágrimas no salgan, pero no puedo evitarlo.

— ¿Tienen frutilla? — pregunte.

Papá asiente.

— Tal y como te gusta — camina hasta la cama y lo deja ahí.

Me acerco a él y le doy un fuerte abrazo. Todavía sigo recordando las feas palabras que le dije, diciendo que no es mi papá. Cuando toda la vida él lo fue, me cuido, me crio y me amo, me dio todo lo que pudo y más. 

— Perdón papá.

— Esta bien pequeña — el acaricio mi cabeza. — Entiendo que todo esto fue muy complicado para ti, pero quiero que sepas que voy a estar a tu lado siempre. Nunca voy a dejar de amarte y de cuidarte, eres mi pequeñita.

Lo abrace más fuerte, intentando no llorar. Pero eso es casi imposible.

—  Te amo papá.

Nos quedamos un rato abrazados. Hasta que me recomienda que es mejor que desayune.

— ¿Entonces hoy no voy a clases? — pregunto.

— No, primero desayuna, date un baño y cuando estés lista. Baja con mamá queremos hablar con vos.

— ¿Quieres decir que apesto?

— Un poco — se encoje de hombros. — y se te pegaron los mocos en la cara.

Con rapidez me llevo la mano a la cara. Siento pegajosas las mejillas. Reprimí una arcada.

— Bajo en un rato — le dije mientras lo veía desaparecer por la puerta.

***

Me termino de hacer las trenzas en mi cabeza, suelto un suspiro y decido que es hora de bajar. Me había puesto un jeans mom celeste y un remerón negro, el cual metí adentro del pantalón.

Baje las escaleras, para encontrar a mis papas sentado en el sillón de la sala hablado. Cuando sienten mis pasos ambos levantan la cabeza y me miran.

— Hija — saluda mamá.

— Hola.

— Ven tenemos que hablar.

Confundida me acerco a ellos. Me siento en sillón del frente para mirarlos.

— Ayer conocí a tu amigo Russell — comenzó diciendo papá. Abrí mi boca en un gesto de sorpresa.

— ¿Russell estuvo aquí? — mire a mamá. Ella me dio una sonrisa.

— Si, vino a buscarte él y otros dos adorables chicos.

— No diría adorables — acota papá. Mamá le paga con el codo en el estómago, este queja — son buenas personas.

— Eso ya lo sé — digo. — No entiendo por qué razón vino.

— Él con sus amigos hicieron una investigación — me dan unas hojas, las agarro. — Nos contaron todo lo que paso, en la fiesta, en el colegio y lo del video.

Mis ojos se humedecen cuando veo  a quien pertenece la cuenta de Instragram que público mis fotos. Clara, me dolió muchísimo. Aunque una parte de mí, lo sabía y no quería creerlo.

— Clara… — murmure.

— Si ella fue quien difundió tus fotos — hablo mamá. Vi cómo se paraba y rodeaba la mesita del comedor para llegar hasta donde estaba yo. — Joni, dijo que quizás ella robo las fotos de tu celular o si acaso vos se las pasaste. Eso no sabe cómo paso, pero sí que ella está detrás de eso.

— ¿Por qué? No le hice nada, nunca fui mala amiga… ¿Qué culpa tengo yo de que le guste al pelotudo de Ramiro? — chille irritada, las lágrimas caían libremente por mi mejilla.

— Ninguna hija, no tienes ninguna culpa. Ella es quien está mal.

Sigo leyendo las hojas, hasta que veo una captura de una conversación con Rick, el ex de Clara. Quien confiesa que el video es suyo y quien sale ahí es Clara. Quien… el estómago se me revolvió , quise correr al baño a vomitar.

— Ella… ¿Ella hizo eso? — no sabía que pensar, que sentir. O mejor dicho no quería sentir esto, asco, repugnancia, enojo y miedo. Miedo de verdad, porque si ella hizo todo eso. En serio me odia.

— Si hija, aquí hay dos opciones. Podemos ir y hablar con sus papas,  para arreglar esto. Que tomen cartas en el asunto y que controlen a su hija. Pediremos que se disculpe…

— Oh, vamos y la denunciamos por acoso y ciberbullyng. Que tenga lo que merece y que borre esa página — mamá interrumpió a papá. — O voy le quito cada mecho del pelo a patadas — me giro para mirarla. Buscando alguna expresión que diga que es broma, pero no hay nada. Seriedad y verdad absoluta, como si ella aceptara cualquier decisión que yo tome. — Es tu elección.

Mi cabeza giraba en miles de pensamientos, malos, buenos y para nada ético. ¿Cómo llegue a encontrarme en esta situación?

—  No sé — miro a papá luego mamá. — Creo que deberíamos ir a hablar con sus papas.

Mamá resopla resignada.

— De acuerdo — murmura.

— Sigue leyendo — dice papá.

Hago lo que me pide, al dar vuelta la página. Veo una foto de mi maestra de matemáticas joven, abrazada a un chico. Mi papá, parecían de la misma edad. Él tenía una camisa de a cuadros, sus lentes negros y su pelo estaba más largo.

— ¿Papá eras novio de mi profesora de matemáticas? — me quede mirándolo.

— Si, Keity fue mi novia. Antes de  que saliera con tu mamá.

— A la que le arranque los pelos — comenta con una sonrisa. Papá carraspea — pero la violencia no es la solución Azucena.

— No entiendo, ¿Por qué esta la foto?

— Si sigues leyendo, veras la un par de mensajes que ella puso hace varios años atrás cuando terminamos. Ella nunca supero que yo la dejara por Yull — habla papá. — Y las cosas que Clara puso en ese video, no las adivino porque sí. Keity le dio toda esa información, ella dejo que pasaran ese video porque sabría que eso no solo te lastimaría ti. Sino a también a nosotros.




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