Mi Chispitas

Capítulo 1: la pareja

El viento de esa preciosa tarde se percibía con rachas rápidas y lentas a la vez donde el sol empezaba a ocultarse en el horizonte. Sobre la arena, se veían a dos personas que parecían enamoradas. Sus nombres eran: Ariel y Brunettii. Estaban caminando descalzos por la arena, dejando las huellas que el mar iba borrando con sus olas.

- ¿Brunettii? -dijo Ariel de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa.

Brunettii miró a otro lado y soltó una carcajada.

-Sí, es un apodo que me puso un artista y cantante en un comentario de Tiktok de un vídeo mío- dije con una sonrisa.

-¿Y... puedo preguntar quién es ese artista? - dijo Ariel sorprendida

-Asier Martí, un cantautor muy joven que poco a poco está triunfando en la industria musical el cuál que empezó a darse a conocer en las calles de Madrid y que incluso ya tiene algunas colaboraciones... - le expliqué muy feliz.

-Ayy qué guay!! Lo escucharé y ya te diré que me parece... pero estoy segura que me encantará porque viniendo de ti no me puedo esperar menos. Sé que siempre me aconsejarás cosas maravillosas e increíbles. - respondió Ariel con esa mirada tan especial

-Eres mi chispita-dijo Ariel de repente, sin venir a cuento pero queriendo meter un poco de humor a la conversación.

Brunettii se extrañó y soltó otra carcajada.

-¿Mi chispita? ¿En serio? -dijo, dándole un leve empujón con el hombro.-

Sii. Porque aunque no hayamos hablado mucho me da la sensación de que esa llama o chispa que tienes por dentro que a veces no te deja respirar luego en el fondo tienes seguro muy buen corazón -bromeó ella, sosteniéndole la mirada con ese brillo juguetón.

Brunettii fingió indignación y se llevó una mano a la cabeza. -No puedo creer que me estés comparando con algo que hace daño... -dijo sin creerse lo que estaba oyendo , mientras se apoyaba en su hombro suavemente. Ariel rió y apoyó su cabeza con la suya.-Dependerá de cómo te portes -susurró.

Se quedaron así, mecidos por la brisa, con el sonido del mar y los tronidos de los pájaros como único testigo de la atmósfera que formaban juntos.

Ariel suspiró y levantó la vista.-Aunque, para ser honesta, me encanta llamarte así -dijo con dulzura.
Brunettii le acarició la mejilla con el pulgar y sonrió antes de inclinarse para rozar sus labios con los suyos.

-Y a mí me encanta tu forma de ser y tu sonrisa. - dijo Brunettii sonrojándose
El viento trajo consigo el eco de su risa, envolviéndolos en un instante que prometía quedarse grabado entre las arenas del tiempo.

Brunettii dejó escapar un suspiro divertido mientras Ariel seguía apoyada contra su pecho. Suavemente, deslizó la mano por su espalda con un gesto automático, sin prisa, disfrutando de su cercanía.

-Si yo soy tu chispita... -murmuró él, inclinando un poco la cabeza para mirarla-, ¿tú que eres entonces?

Ariel alzó la vista con una sonrisa desafiante.

-Yo soy... la llama que nunca se apaga. - dijo Brunettii riéndose

-¿una llama? - dijo Ariel riéndose también

-Sí, dulce, con un toque ácido. Fácil de pelar pero con algunas semillas inesperadas -explicó, encogiéndose de hombros.

Él soltó una carcajada baja y negó con la cabeza pensando "lo que hay que aguantar".

- Jajajaja me encanta! Pero entonces... ¿Qué hace o le aporta una mandarina a un altramuz?-

-Pues... -Ariel fingió pensarlo por un momento-. Tal vez intentar suavizar su amargura.

Brunettii sonrió de lado y apretó suavemente su cintura antes de soltarla.

-No prometo nada, pero puedes intentarlo. -

Se quedaron un instante más en silencio, dejando que la brisa les revolviera el cabello y el sonido de las olas llenara los huecos entre las palabras. El sol ya estaba casi sumergido entre las nubes, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados que se reflejaban en la arena húmeda.

Ariel tomó aire y lo miró con una expresión más seria, aunque sus ojos aún brillaban con ese toque juguetón de siempre.

-¿Sabes? Me gusta estar contigo aquí.

Brunettii ladeó la cabeza, mirándola con curiosidad.

-¿Aquí, dónde? ¿En esta playa, en este atardecer precioso o en tu vida? -

Ella se mordió el labio, como si considerara su respuesta.

-Un poco de las tres la verdad.

Brunettii sintió algo cálido instalándose en su pecho. No era una confesión directa, ni un "te echo de menos cuando no estás", pero con Ariel nunca hacían falta las palabras exactas. Era el tono, la mirada, el lenguaje entre líneas.

-Pues me temo que tendrás que acostumbrarte -respondió con suavidad-, porque no tengo pensado irme.

Ariel sonrió, inclinando la cabeza con ternura.

-Genial -susurró-. Entonces seguiré llamándote altramuz.

Brunettii rodó los ojos, pero no pudo evitar reír.

-Lo que sea para hacerte feliz, mi mandarina.

Se quedaron ahí, con los pies hundidos en la arena y el mar mojándolos, disfrutando de la compañía sin necesidad de palabras. La noche caía lentamente, pero para ellos, en ese momento, no existía el tiempo.

A la mañana siguiente, se despertaron sin recordar exactamente lo que había pasado la noche anterior, pero con una sensación extraña de que sus vidas a partir de ahora iban a ir por el mismo camino.

Buenos días chispitas! Oye una cosa, ¿Recuerdas lo que pasó anoche? - dijo Brunettii pensativo -

Buenos días mi llama! No lo recuerdo muy bien pero creo fue un momento muy bonito y especial que espero que nunca olvidemos - explicó Ariel con una sonrisa

Entonces se levantaron y fueron a buscar algún sitio para desayunar.
Después de caminar y hablar durante varios minutos, se dieron cuenta de que apenas había 2 o 3 sitios.

- ¿Probamos este? - dijo Ariel señalando a uno que por fuera parecía el más atractivo y tenía más pinta de cafetería.

- Vale, parece que tiene buena pinta - afirmó Brunettii

Entraron en una cafetería con una decoración muy acogedora y agradable con luces suaves y una mezcla de diferentes aromas de café. Se sentaron en una mesa ubicada junto a la ventana, desde donde podían ver el sol asomarse sobre el horizonte.




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