Mi Convicción

CAPÍTULO 10- EN EL CAMINO DE CRISTO

Para este capítulo te recomiendo que antes leas Marcos 10:46- 52, para que te familiarices mejor con la historia.

Un hombre llamado Timeo era comerciante, bastante reconocido en su ciudad, con una bella familia, era un hombre muy feliz y más feliz aun porque él y su esposa esperaban un bebé. Había emoción en este hombre, siempre se la pasaba pensando: ¿qué será?, ¿será un fuerte niño? o ¿una bella y delicada niña?, no importaba él amaría a esa criatura.

Paso el tiempo para que el bebé naciera y Timeo andaba trabajando cuando le informaron que su bebé había nacido y que era un varón. Timeo dejo su puesto de trabajo y salió corriendo a su casa para ver a su tan esperado hijo, la emoción lo embargo durante todo el camino, iba pensando cual sería el nombre de su hijo, y entonces, se le ocurrió ponerle «Bartimeo» que significa: «hijo de honor».

Timeo llego a su casa, el bebé parecía estar bien, era un bebé bonito y el padre se sentía orgulloso de ese bebé. Pero había algo, un pequeño detalle, el bebé no había abierto sus ojos, todos pensaron que era temporal no era algo para preocuparse, era cuestión de días para que el bebé se adaptara a la luz y abriera sus ojitos. Pasaron algunos días y los padres se percataron que el pequeño Bartimeo era ciego.

Paso el tiempo y Bartimeo fue creciendo, sus padres lo amaban a pesar de que era ciego, pero el pobre Bartimeo no pudo crecer como un niño normal jugando y corriendo de un lado a otro, como otros niños.

Por desgracias de la vida Bartimeo perdió a sus padres, el negocio de su padre se perdió, las posiciones que tenía también se perdieron, dejando al pobre Bartimeo sin nada y sin nadie, mandándolo directamente a la calle. La necesidad lo obligo a tener que mendigar, mucha gente le conocía por ser el hijo de Timeo y siempre le daban unas cuantas monedas mientras él pedía estando a la orilla de un camino que conducía de Jericó hacia Jerusalén. Bartimeo pasaba todo el día sentado junto al camino, siempre esperando conseguir unas cuantas monedas o un poco de comida que le pudiera dar algún viajero que pasaba por ahí. Estar junto a ese camino era la rutina del pobre Bartimeo, ciego, sin nadie, sin nada y siendo un mendigo.

Un día, a lo lejos Bartimeo oía que una multitud se acercaba, y él pensó —este será un buen día, tal vez logre recolectar bastantes monedas hoy— Cuando se acercó la multitud, quedo un poco sorprendido por lo que pasaba y preguntaba — ¿Qué es lo que sucede?, ¿Po que tanto alboroto?— Un niño le respondió— un profeta muy famoso llamado Jesús está pasando por aquí— Bartimeo había escuchado de Jesús y de las cosas que él hacía, y en su corazón él había creído en que Jesús era el enviado de Dios.

Al instante, Bartimeo comenzó a gritar diciendo: — ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!—, la multitud le reprendía, pero Bartimeo seguía gritando insistentemente, él no pensaba dejas pasar la oportunidad de quizá recibir un milagro y poder ver.

Al darse cuenta Jesús que Bartimeo le llamaba, mando a que viniera a él. Bartimeo al instante fue hasta donde Jesús y le pidió el poder ver. Jesús al instante hizo el milagro y Bartimeo pudo ver y siguió a Jesús por el camino.

Fue así como Bartimeo, un hombre ciego de nacimiento, sin nada, sin nadie y mendigo, pudo ver.

Un hombre ciego de nacimiento y mendigo logro ver lo que los grandes maestros y con dos ojos buenos no habían logrado darse cuenta, que Jesús era el Mesías enviado de Dios.

Con ojos espirituales Bartimeo logro darse cuenta que Jesús es el hijo de Dios, algo que los escribas y fariseos habiendo presenciado y visto no habían querido aceptar.

 

Estando junto al camino

Bartimeo estaba sentado a un lado del camino y estaba bien, el que no piensa andar por el camino mejor le es hacerse a un lado y no ser de estorbo a quienes si van andar y darle uso al camino.

Vamos a entender que el camino es nuestra vida en Cristo, y en este camino no podemos estar detenidos, no podemos estar por momentos en el camino y en otros momentos fuera del camino.

Bartimeo nos representa a cada uno de nosotros antes de que viniéramos a Cristo, y es que antes solo estábamos junto al camino.

 

…recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

Efesios 2:12 (NVI)

Antes estábamos sin Cristo, sin esperanza y sin salvación. Porque solo estábamos junto al camino y solo estábamos junto al camino por que no podíamos hacer uso de él y no podíamos hacer uso del camino porque éramos ciegos.



#28598 en Otros
#2330 en No ficción

En el texto hay: cristiano, dios, mensajes

Editado: 28.12.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.