Mi corazón no olvida

Capítulo 2: No te conozco

Alejandro abrió la puerta trasera del auto y los gemelos entraron mientras que yo obedecí y me senté delante como él mandó. Pese a todo sabía que era incapaz de hacerme daño o al menos eso creía. Porque si de algo estaba totalmente convencida es que este hombre no era el mismo del cual alguna vez me enamoré.

—Dime tu dirección—pronunció conduciendo mientras por el espejo retrovisor miraba a los pequeños una y otra vez, cuyo parecido a él era excepcional. A mí ni siquiera me miraba, era obvio que todo lo que vivimos no valió absolutamente nada para él. Que lo que más le importaba ahora era su dinero, su poder y su estatus económico, y lo demostró al ignorar completamente nuestro matrimonio para casarse con esa chica rica.

—Estoy alquilada en el departamento 26 a dos cuadras de aquí—dije explicándole hasta que llegamos al lugar, era cerca y durante todo el camino se mantuvo en silencio, yo también creí más conveniente guardar silencio hasta llegar a donde nos estábamos quedando. Detuvo el auto y me observó fijamente.

—He estado ocho años esperando por ti ¿Crees que es justo? ¿No podías siquiera enviar un maldito mensaje y terminar nuestra relación... —le reclamé, llevaba ocho años guardándome todo lo que sentía, sufriendo, creyendo que algo le había sucedido, incluso pensé que podía estar muerto, sola y triste en todo ese tiempo, luchando por sacar adelante a mis dos hijos mientras él vivía la dulce vida. Mientras fingía que nada entre nosotros había pasado y rehacía su vida yo era la comidilla del pueblo, a la que todos señalaban, la que su novio se fue dejándola embarazada, pues como nuestro matrimonio había sido algo secreto incluso decían que me había inventado que estaba casada por haber sido una fácil que se entregó al primero que conoció.

—¿Qué relación? —me interrumpió—No—. No te conozco.

—Que cínico. Tampoco exageres, que no te

importara ni un poco lo que vivimos ni todas las falsas promesas que me hiciste no es para que finjas no conocerme...

—¿Falsas promesas? ¿De qué hablas? Mejor hablemos dentro—agregó abriendo la puerta del auto y bajando. Abrí la puerta de mi departamento y no evitaba incluso sentir arrepentimiento por lo que acababa de hacer. El hombre que conocía ya no existía y este solo tenía al parecer su mismo cuerpo. Fingía no conocerme, me trataba con indiferencia y su carácter era bastante odioso. Miró con desprecio el lugar donde me estaba quedando y negó con la cabeza sintiéndose superior.

—A ver a ver—cerró la puerta —¿quién te está pagando para que arruinaras de ese modo mi boda y mi reputación?

—¿Pagándome? —pregunté, riéndome—solo mira a esos niños, son idénticos a ti —dije y su vista se quedó fija en los niños.

—Es cierto, pero un simple parecido no quiere decir absolutamente nada, sabrá dios quién es el padre de esos niños. —exclamó y lo miré con odio, con ganas de romper su inmaculada cara, pero me contuve.

—No pensé que dudarías de mí, no después de todo lo que vivimos juntos, pero si así son las cosas, puedes hacerle una prueba de ADN a esos niños. —pronuncié, intentando mantenerme serena.

—Por supuesto que lo haré bonita, pero ten por seguro de que si esos niños no son mis hijos irás a prisión.

—¿Y si lo son? ¿Qué harás si lo son?—cuestioné furiosa cruzándome de brazos. 

—Lo dudo mucho—respondió mirándome por encima del hombro—suelo protegerme cuando estoy con mujeres como tú—dijo y unas lágrimas rodaron por mi rostro, unas lágrimas que por más que intenté no pude evitar derramar.

—¿Mujeres cómo yo? —pregunté levantando mi mano para pegarle y sostuvo mi brazo sosteniéndome la mirada. Miró a los niños y me soltó, tragué en seco y sentí odio hacia él, no podía creer que el hombre que alguna vez amé se convirtió en esto.

—Nunca pensé que cambiarías tanto...

—Deja de hablar así—reclamó señalándome.

—¿Así cómo? ¿Con la verdad? —cuestioné con rabia mientras los niños miraban de un lado a otro mientras hablábamos.

—Como si me conocieras. No sabes absolutamente nada de mí. Tampoco soy el hombre tonto al que puedes venir a gritarle cuando quieras y la mentira de que estamos casados te va a costar bastante cara—expuso.

—¿En serio no me recuerdas? ¿O es que estás fingiendo? . Tengo prueba Alejandro, pruebas de que estamos casados. Tengo un certificado de matrimonio y algunas fotos—dije sacando de mi cartera los papeles y entregándoselos. Él los tomó y, sin siquiera mirarlos, los rompió.

—Señorita no soy tan tonto, ya deje de mentir.

—Mi madre no es ninguna mentirosa. —dijo uno de mis pequeños dando un paso al frente y él lo mirò cruzándose de brazos. —Si ella dice que eres nuestro padre es porque lo eres.

—Mira niño, no conozco a tu madre, tampoco los conozco a ustedes y lo siento mucho pero es demasiado difícil que sean mis hijos—dijo y mientras lo miraba incluso él dudó ante tanto parecido.

—Niños vayan a su cuarto—ordené y aunque dudaron un poco obedecieron. Ya habían escuchado demasiado. 

—Hagamos algo—dijo él suspirando cuando los niños habían salido de allí. Entonces se sentó y sacó algo de su bolsillo y lo extendió hacia mí junto a un bolígrafo.

—¿Qué es?—cuestioné sorprendida. 

—Un cheque en blanco. ¿No es lo que quieres? ¿Dinero?¿Atención? ¿Fama? Pon la cifra que quieras y mañana citaré a la prensa donde confesarás que te estaban pagando, que no te conozco y que esos niños no tienen ningún lazo consanguíneo conmigo ...

Nuestra protagonista las va a sorprender un poco con lo que va a hacer jj, Alejandro se va a arrepentir de haberle ofrecido dinero. El lunes tendremos nuevo capítulo... 

 




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.