Mi corazón no olvida

Capítulo 4: No puedo dejarla ir

Alejandro:

Suspiré aliviado entrando en mi auto y encendí mi teléfono poniendo la entrevista para ver que todo saliera correctamente.

—De primera mano—dijo el periodista cuando él comenzó la transmisión—Luego de los recientes acontecimientos con el exitoso empresario Alejandro Gómez, cuya boda se vio interrumpida por una mujer que decía ser su esposa y llevaba dos niños que juraban ser sus hijos somos los primeros en tener información actualizada sobre esta noticia. La tenemos hoy presente en nuestro estudio y ella amablemente se ofreció a esclarecer los hechos ocurridos ese día. Como era de esperar, todo fue una confusión. Nuestro querido Alejandro siempre ha sido un hombre decente, caritativo y una persona de bien. Ella nos aclarará cómo son las cosas realmente.—sonreí al escuchar todo esto. 

—Señorita, primeramente cuál es su nombre—preguntó el periodista.

—Buenos días mi nombre es Adaya... Adaya Rodríguez. —respondió ella bajando la mirada y guardando silencio. Quien la viera así, pareciendo tan inocente, caería fácilmente en sus mentiras y manipulaciones. Adaya, así que este era el nombre de esta impostora. 

—Verdad que usted no conocía a Alejandro, que todo fue un error, una equivocación. —preguntó el periodista

—Es verdad—respondió y sonreí aliviado—todo lo que dice es verdad...no conocía realmente a Alejandro... jamás pensé que él iba a ofrecerme dinero para que negara delante de todos que esos niños son sus hijos—dijo poniéndose de pie y caminando hacia la cámara poniendo frente a ella el cheque que le había ofrecido —Alejandro esto es lo que valen para mí tú y tu dinero—dijo con el cheque en blanco frente a la cámara—nada, tú para mí no vales nada y tu dinero tampoco—respondió rompiendo el cheque. Pero qué demonios estaba haciendo esta mujer. Vi eso y la sangre hervía dentro de mis venas, estaba siendo amable con ella por consideración porque tenía dos hijos, pero ya esto era el colmo, no solo mentía también se atrevía a insultarme frente a todo el mundo, a manchar mi reputación y hacerme ver como la peor persona del planeta, porque un hombre capaz de negar a sus hijos no vale absolutamente nada.

—Señorita, eso no es lo que nos iba a decir—murmuró el periodista...

—Por supuesto que no—agregó sacando otros papeles de la cartera con rapidez—estamos casados, casados—añadió mostrando el acta matrimonial parece que tenía copia de la que yo había roto—aunque lo niegues, aunque finjas que no me conoces yo soy tu esposa legalmente y esos dos niños son tus hijos. —terminó diciendo y el periodista habló...

—¡Corta!! ¡Corta!!—gritó el periodista y acabó la transmisión. Frené el coche de golpe y quedé en total confesión. Atrasé el video hasta el acta matrimonial y allí estaba mi nombre y mi firma, ¿era verdad? No, eso era imposible. Leí el lugar donde fue el matrimonio pues el cuño era de ese lugar: "Yongsville"

—¡Qué demonios! —exclamé furioso, yo nunca había estado en ese lugar ni tampoco conocía a esa mujer, como diablos me iba a casar con una mujer que no recuerdo en un lugar al que nunca he ido, sin embargo ella estaba segura de que esto si había ocurrido y además de eso tenía pruebas, había algo raro en todo esto, algo demasiado raro que le confundía totalmente y no era dinero lo que quería o hubiera aceptado ese cheque, necesitaba descubrir que era lo que estaba sucediendo realmente. Viré mi carro y de mi mente desaparecieron en ese momento todos los compromisos importantes que tenía ese día. No sabía qué diablos estaba pasando, pero esa mujer tenía la respuesta. Ella era la que había sembrado dudas e inseguridades en mi vida y era la que tenía que tener la respuesta. Tomé mi teléfono y llamé a Wilber.

—¡No dejes que esa mujer y esos niños salgan del estudio! —exclamé.

—Ya ella se fue—respondió—apenas terminó la entrevista tomó a los gemelos y se marchó y aseguró delante del mundo entero que te habías casado con ella y que esos niños son tus hijos. Ale cómo te ibas a casar nuevamente estando aún casado con ella, eso es un delito...

—No sabía que estaba casado. Al menos no recuerdo haberme casado nunca, no recuerdo a esa mujer y tampoco recuerdo haber ido nunca a ese lugar donde fue registrado el matrimonio. —dije ya algo confundido.

—Lo único que sé es que esos niños son idénticos a ti, sus ojos, su pelo, su rostro. Ahora ya que el mundo entero lo sabe si quieres casarte con Verónica debes divorciarte primero de esa mujer—opinó Wilber con el cual tenía una amistad de unos cuantos años.

—Ahora lo que menos me importa es casarme con Verónica. Lo único que quiero es encontrar a esa mujer y que me explique todo. Intenta averiguar si alguien vio hacia dónde cogió—dije colgando la llamada y pensando a donde podría haber ido.

Detuve mi auto frente a la parada más cercana al estudio y empecé a preguntar a la gente que estaba por allí si lo habían visto.

—¿Ha visto a una mujer joven de unos 25 o 26 años con dos gemelos como de este tamaño parecidos a mí? —pregunté indicando con mi mano la altura aproximada de los niños.

—Hace poco una muchacha con dos gemelos estaba preguntando por el autobús que lleva hasta el aeropuerto... —dijo una anciana que esperaba en la parada de autobús. 

—¡No, demonios! —exclamé en voz alta.

—¿Son tu mujer y tus hijos?—preguntó la anciana y me quedé en duda pensativo, ya no sabía nada, no sabía si esos niños eran en verdad mis hijos si era verdad que me había casado con esa mujer y no la recordaba, si ella solo mentía.

—Eso creo—pronuncié y la mujer sonrió.

—¿Eso crees? , eso crees y son idénticos a ti—dijo y me quedé pensativo—No seas tonto, ve y búscala, todavía puedes alcanzar a ese autobús —dijo y fui con rapidez a mi auto. Tenía que detener ese autobús e impedir que esa mujer se fuera con mis hijos y después ni siquiera sabía qué pasaría después, solo me estaba dejando guiar por mis impulsos del momento. Algo en mi interior me decía que no podía dejar ir a esa mujer. 




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