Mi Cuñado y yo

Capítulo 1

Estoy cansada de siempre hacer lo mismo. Ésta rutina me está matando.

No me puedo quejar de mi vida, soy Masiell González, ¡por Dios!, dueña de una de la mas prestigiadas empresas del país, rostro de varias portadas de empresarios famosos, un vivo ejemplo de la felicidad finjida. 
Pero aquí estoy, acostada al lado de mi marido; Es un guapetón, y puedo decir lo amo con locura, aunque aveces siento que me aburre.

—Cariño, ya despierta, se hará tarde para llevar a los niños al colegio— Le grito mirando el reloj.

—¡Cálmate!, hoy es sábado— Me tiró una almohada encima para que me callara —Creo que te preocupas demasiado.

¿Cómo no hacerlo?, sí soy la única que está al pendiente de todo.

—Eres un tonto, Manuel— Grité en su oído para que se despertara.

—Debí casarme con la chica del aseo, ella si me deja dormir— Susurró haciendo que mi sangre hirviera.

Lo mato, ¿Cómo se atreve?

—Y yo con el jardinero, ¡Él si lo tiene grande!

Dicho ésto se abalanzó sobre mí, dejándome debajo de él. Mi respiración se entrecortó y mis manos comenzarón a sudar

—¿Segura que el jardinero te da el mismo placer que yo?— Susurró en mi oído, haciendo que mi piel se pusiese chinita —¿Segura qué no te gusta como tu marido te lo hace?— Dijo acariciando mis  piernas. Me encanta hacer el amor con mi esposo, pero siento que es por lo único que se preocupa.

—Me me refería al rastrillo— Me corrijo rápidamente —Que lo tiene grande y debemos cambiárselo— Dije nerviosa.

¿Por qué todavía me pongo nerviosa cuando me toca, sí llevamos ocho años casados?

—Bueno, cariño, pues te enseñaré qué el rastrillo del jardinero no se compara conmigo— Empezó a besarme intensamente. Como siempre lo hacía. Me quitó el pantalón de pijama que traía puesto e inmediatamente sentí uno de sus dedos recorriendo mis bragas.

Unos sollozos de placer ahogado salían de mi boca al sentir su respiaración en mi cuello.

Todo era tan intenso y perfecto, hasta que escuchamos que tocaban la puerta.

—Diablos— Dijo él al escuchar —Ponte ropa, deprisa— Dijo tirándome el pantalón.

—Tranquilo cariño, soy tu esposa, no tu amante— Dije a lo que él me miró y rió.

Amo su sonrisa, su hermoso y definido cuerpo, su pe...

—¡Papi!— Y aquí entra mi linda hija. Lili, de siete años, abrazando a su padre.

La verdad, cuando tuve a Lili fue el mejor día de mi vida. Fui madre por primera vez; es la mejor sensación del mundo. Sin contar el dolor que hay que soportar.

—Cariño hola— Dijo tomándola en sus brazos.

—Mami, tengo hambre.

—Coño ¿Y para mi no hay abrazos?

—¿Qué es coño mami?— Preguntó, a lo que Manuel me miró queriendo arrancarme la lengua.

Lo admito, aveces soy algo desbocada. Es que crecí en un ambiente de puro barrio, y sólo eso escuchaba.

—Nada, princesa. Mamá está un poquito despistada. ¿Y tu hermano donde está?— Dijo Manuel intentando cambiarle el tema.

—Está dormido

—Pues vamos a despertarlo.

Y ese era mi otro hijo, bueno, no de mi vientre, pero si de corazón. Es hijo de Manuel, con su antigua relación.

Al salir ambos de la habitación, me dispuse a meterme a la ducha. Como de costumbre hoy me vestí con unos shorts negros y una blusa de tirantes también de color negro.

Terminé y bajé a la cocina a buscar algo de comida, esa era la mejor parte del día. 

Mientras bajaba las escaleras, mis ojos se dirijieron a una maleta en medio de la sala, desconcertandome un poco.

—Hum, ¿Quién me hará el milagro de desalojar mi casa?— Grité mientras entraba a la cocina.

Lentanté la mirada y ante mí se encontraba un completo desconocido, mi estomago empezó a revolverse y no se, si es por ver un extraño en mi cocina o porque sus hermosos ojos café están puesto en los míos.

—Pues creo que yo vine a invadir, cuñadita— Se refirio a mí con una perfecta sonrisa.

¿Cuñadita? Pero, pero, pero... ¡Sí no conozco a este tipo! Aunque deseo conocerlo de inmediato. Tranquila, eres felizmente casada, controla tus hormonas.

—¿U-u-usted q-quién es?— Pregunto tartamudeando.

Él ríe estruendosamente, ¿Qué es tan gracioso?

—No sabía que mi cuñada era tartamuda— Y sigue insistiendo con lo de cuñada.

—¡Serás idiota! No soy tartamuda, sólo me pone nerviosa ver un extraño en mi cocina.

—¿No te dijo mi hermano que vendría?

¿Cuñada? ¿Hermano? A la verga todos. Ahora sí que no entiendo.

—O me explicas, o te saco de mi casa. Baboso.




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