Mi desordenado corazón

Capítulo 1: El orden de mi vida


Todo en la vida tiene un orden establecido, preciso y exacto, que no debe ser cambiado, desde las leyes de la naturaleza hasta las que rigen el universo. Yo también me autoimpuse un orden exacto en mi vida, todo coordinado y cronometrado minuciosamente, nada podía ser alterado por nada ni nadie y quien se atreviera a propasar o interferir con ese orden lo expulsaba completamente de mi vida. 

Me estoy arreglando la corbata frente al espejo cuando mi hermana entra a mi habitación luego de dar unos golpes a la puerta. 

—Iban—pronuncia Angeline que es mi única hermana, una chica de pelo rubio y delgada de 25años—nuestro padre mandó a recordarte la cita de esta tarde.  

—Lo sé, no sé cuándo dejará de intentar buscarme una esposa, por qué no se da cuenta que estoy perfectamente bien así solo—reprocho sin mirarla. 

—Porque te estás convirtiendo en un perfecto amargado —pronuncia divertida y dirijo mi rostro a ella con seriedad. —vamos, sabes bien que solo quiere dejarte casado antes de morir. 

—Le quedan tres meses de vida máximo, según el doctor, cómo en ese tiempo voy a casarme— 

—En esta semana llevas 5 citas fallidas, ni sé de donde mi padre consigue tantas chicas lindas para ti y a todas les encuentras defectos. 

—Todas son unas desordenadas, poco inteligentes, ni siquiera pasan la primera prueba. 

—¿La primera prueba? —cuestiona confundida. 

—No vas a entender, te pareces mucho a esas chicas—pronuncio y me mira enfadada. 

—Por cierto¿Quién acomodó mi almario? 

—La nueva empleada, ¿por qué? 

—Despídela, ni siquiera sabe acomodar una corbata—digo mostrándole el almario.  

—Veo todo bien— 

—Tan difícil es darse cuenta que este tono de amarillo es más fuerte que este—digo quitando las corbatas y acomodándolas en el orden de colores. 

—Ya hemos despedido dos en esta semana Iban... —reclama soltando un suspiro. 

—No quiero estar rodeado de gente incompetente—menciono mirando el reloj—me tengo que ir, tengo 10 minutos para llegar a mi cita y revisar unos documentos—la verdad eso es lo que suelo hacer en las estúpidas citas que organiza mi padre, tomo mi lapto y la pongo en mi carpeta mientras mi hermana sale de la habitación antes de que la heche.  

*** 

Esto sentado en la mesa leyendo unos documentos frente a mí lapto, la chica al otro lado es blanca, pelo castaño, facciones finas, aunque no  la he mirado con detenimiento, transmite su nerviosismo ante mi presencia. 

—Lindo día—trata de relajar el ambiente. 

—Molesto y desconcertante, detesto el calor. —respondo sin apartar la vista de lo que hago. —ella toma un poco de agua, es una situación bastante molesta para ella, porque a mi ni siquiera me me importa su presencia y menos que la cita le desagrade. 

—Hagámoslo sencillo—pronuncio chocando a propósito una pequeña cajita que tenía con unos lápices de colores que caen al piso.—podrías ayudarme y recogerlos—digo con amabilidad y ella se agacha a tomarlos, por un momento la miro y presto atención a lo que hace y me extiende los lápices. 

—Ponlos encima de la mesa—respondo y me pongo de pie, cierro mi lapto, la pongo en la carpeta y recojo mis lápices acomodándolos en el orden de colores y poniéndolo en la caja. 

—¿Ya te vas? —pregunta curiosa. 

—Nuestra cita acabó, no eres la indicada— 

—¿Hice algo mal? —pregunta y medio sonrío. 

—No linda, no hiciste nada mal solo que no eres la indicada. —agrego y me marcho a mi casa. 

*** 

Al llegar Ester, la ama de llaves me dice que mi padre me espera en su despacho. 

—Padre—digo empujando la puerta luego de tocar—Ester me dijo que me esperaba.  

—¿Cómo estás Félix—comento saludando a nuestro abogado que está allí, y que además de trabajar para la empresa es el único amigo que ha soportado mi carácter en estos últimos años. 

—Ansioso de saber si apareció Cenicienta—comenta Félix en broma. 

—Debe estar bailando aún con su príncipe—respondo y luego me dirijo a mi padre: el señor Salvador Divoline—padre por qué me mandó a llamar. 

—Veo que has arruinado otra cita, quería informarte querido hijo, que lo que para ti es un juego para mí es algo muy serio. 

—No me voy a casar, no sé por qué está tan obstinado con esa idea— 

—Porque se te está endureciendo el corazón, te estás volviendo una persona amargada y solitaria y quiero que seas feliz hijo mío, quiero que encuentres una compañera de vida y hagas una familia, sé que has sufrido bastante, pero ya hace casi 4 años que los perdiste y te mereces un nuevo comienzo. —explica mientras Félix baja la cabeza. 

—Es muy fácil decirlo, crees que voy a arruinar mi vida ordenada y perfecta por una chica que ni siquiera sabe organizar cuatro colores. —respondo enojado dándome la vuelta para irme, nadie sabe lo que me costó reconstruirme y reorganizarme para dejar que lo estropeen tan fácilmente, sus palabras me detienen: 

—Iban acabo de agregar una cláusula a mi testamento: si para el día que muera no estás casado legalmente y conviviendo con tu esposa como lo haría cualquier matrimonio normal, la presidencia de la empresa quedará a cargo de tu hermana. 

—¡No me puedes hacer eso papá! —exclamo irritado y dolido—Llevo toda mi vida dándolo todo por esa empresa. 

—Es cierto, Iban, acaba de llenar los papeles—confirma Félix. 

—Lo hago porque te quiero hijo, sé que puedes encontrar el amor, necesitas una mujer que te haga reflexionar, aunque te cases y luego la dejes y te vuelvas a casar, pero necesitas una compañera, ver el mundo desde otra perspectiva. Sabía que arruinarías esta cita y tengo agendada una para cada día de esta  semana hasta que firmes el contrato matrimonial con alguna de ellas. Mañana cenarás con la hija de un diputado importante, intenta ser cortés por lo memos y trata de conversar y poner de tu parte porque  cada vez me queda menos tiempo. 

—No puedes obligarme a casarme, no tienes derecho, soy un hombre de 32 años, no soy un niño, a mí nadie me dice lo que tengo que hacer— 

—No te estoy obligando, eres un adulto, si no quieres no te cases, pero a mí tampoco nadie me dice lo que tengo que hacer con mi empresa—exclama mi padre—y si no te casas pasará a manos de tu hermana. 

—¿Te das cuenta de lo que haces? Has visto como es el esposo de mi hermana: un hombre insensato e incompetente. 

—La cita de mañana la agendaré a las 6 de la tarde, Félix irá contigo y llevará el contrato matrimonial, si te interesa firmas allí y te la traes a esta casa, solo que no quiero verte más solo. Las chicas de mi lista te desean Iban y están diapuestas incluso a firmar un contrato matrimonial inmediatamente—termina y salgo de allí tirando la puerta con fuerza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.