Mi destino

capítulo 1

Capitulo 1

—Ya me voy —gritó Alessandra al salir de la casa, comenzaba una de sus últimas semanas en el instituto. Su madre al oírla desde el segundo piso le deseo suerte.

Comenzó su caminata en dirección hacia el instituto, lugar que se encontraba cerca de la calle principal de la ciudad. Su padre no podía ir a dejarla, ya que, siendo el jefe de policía y le tocaba entrar a las cinco de la mañana para comenzar el día cuidando a la buena gente que vivía allí. Su madre en cambio se quedaba en casa jugando a ser de la alta sociedad. En Tacoma el número de familias que pertenecían a la alta sociedad eran muy escasas, pero la familia Harrison a pesar de su buena posición económica no lograba entrar en esta categoría. Aún así, Rebecca se empeñaba en parecer millonaria, asistía a reuniones donde tomaban el té con galletas o sus famosas reuniones en el jardín para criticar a todas las familias en la ciudad.

—El viernes es el baile —comentó Jean llegando al estacionamiento del instituto con una sonrisa coqueta.

—Lo sé, Rose y Jennifer no paran de hablar de eso — Alessandra rió, sus amigas siempre fantaseaban con una invitación épica de algún chico.

—Bueno y tú, ¿qué me dices? —preguntó Jean deteniéndose justo en la entrada.

Alessandra se le queda mirando sin entender lo que sucedía, pero detrás de su novio, cada integrante del equipo de fútbol lleva una pancarta con una letra y cada una de ellas formaban la pregunta, ¿quieres ir al baile? Mientras que otros chicos de otros talleres como el de carpintería y biología se acercaban con flores y chocolates.

—¡Oh por Dios! —gritó Alessandra emocionada y de un salto abrazó a Jean llenándolo de besos—. ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!

Jean rió sosteniendo a su novia, ser capitán del equipo le daba muchas ventajas, el timbre de inicio de clases sonó, los jóvenes y varios espectadores que estaban ahí corrieron a sus clases dejando a la pareja feliz sola en la entrada, ambos fundidos en su burbuja de amor se dirigieron a clases, durante todo el día, cada chico invitaba a una chica con divertidas propuestas.

Solo quedaban dos días para el tan ansiado baile y a Alessandra esa cuenta regresiva le entusiasmada y la ponía nerviosa ya que no había encontrado un vestido que le gustara, por lo que opto ir a Seattle después de clases para conseguir todo lo necesario para aquel día tomó el autobús pensando en lo que sucedería esa noche, quería sorprender a su novio, sería algo especial para ella, por lo que todo tenía que ser perfecto. Al llegar a la tienda vio un vestido azul que la enamoró, largo hasta el suelo con algunos brillantes, de corte corazón con tirantes y para enmarcar la parte del pecho tenía unos brillantes, Alessandra se lo probó y al verse en el espejo supo que aquel vestido era el suyo.

El baile finalmente llego y todo fue perfecto, tal como Alessandra siempre lo soñó, cada minuto que paso al lado de su novio fue como si ella fuera una princesa, pero como todo tiene un comienzo así también tiene un final.

En las semanas siguientes Jean no era él mismo, es como si algo hubiera pasado durante el baile, aquella inquietud permanecía en cada momento en la mente de Alessandra, ella pensaba que todo se debía al término del año escolar y los caminos separados que tomarían al entrar a la universidad, ella sin dudas iría a Seattle, pero Jean iría al sur de California.

Los dolores de cabeza y las molestias matutinas alertaron a Alessandra por lo que opto por ir a médico sin decirle a nadie, lo peor que le podía pasar era embarazarse. Sin nada en el estómago entró en el hospital de la ciudad, en recepción dio su nombre y el motivo de la visita a la consulta del médico, la enfermera de turno le pide que tome asiento, ya que pronto la atenderían, Alessandra sintiéndose cada vez más sola y con el temor latiendo en su pecho no se percató que las lágrimas recorrían sus mejillas.

Cuando al fin la llamaron, los nervios eran peores, además de las náuseas y los mareos que ella traía desde hace unos días. En la consulta le contó a la doctora todo lo que estaba pasando y sus sospechas, la doctora la oyó con mucha atención e intentó tranquilizarla, pero sin descartar nada la envió a tomarse unas muestras, los resultados estarían en un par de horas.

Dos horas, ciento veinte minutos de espera, Alessandra salió del hospital con sus exámenes en la mano, con rumbo hacia la playa, no podía volver al instituto y mucho menos a su casa. Su corazón latía a mil por horas, muchas ideas abundaban en su cabeza, ninguna mejor que otra. Al llegar a la playa se sentó en la arena frente al mar, cuando estaba agobiada le surgía la necesidad de salir, el sonido del mar rompiendo en la orilla relajaba su mente.

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se percato del tiempo, el silencio a su alrededor le permitió poner muchas cosas en orden, pero su teléfono no dejaba de sonar, finalmente lo sacó de su bolsillo, cansada del sonido y mensajes, miro la pantalla con cierto pesar, tenía más de 10 llamadas perdidas, la gran mayoría eran de su hermano mayor, Damián.

—Deberías contestar el teléfono, mamá no para de llamarme preguntándome por ti, en el instituto le avisaron que no asististe a clases después de las primeras horas —Alessandra suspiro reconociendo al instante la voz de su hermano, este se sentó a su lado y pasó uno de sus grandes brazos por los hombros de su hermana abrazándola—. ¿Qué haces aquí?

Alessandra no sabía cómo contarle la verdad a su hermano, pues de ante mano sabía que Damián correría a destrozarle la cara a Jean y eso era lo que menos ella quería.

—Dime, confía en mí —susurró Damián viendo el atisbo de confusión en los ojos de su hermana, se acercó lo suficiente dándole un beso en la sien, pasara lo que pasara su hermano la iba a apoyar. Alessandra soltó un largo suspiro dejando salir todo el aire contenido en sus pulmones, necesitaba liberar un poco el pecho que se había formado desde que vio los resultados de los exámenes.




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