Mi destino

Capitulo 1

Amalia

 

Me sentía nerviosa, las manos me temblaban y el corazón me latía con fuerza, observe el pasillo, y luego observe la puerta que estaba enfrente, era mi nuevo hogar, mi nuevo departamento, suspire ansiosa era la primera vez que viviría sola, después de 18 años viviendo con mis padres por fin me independizaría y lo que me había costado hacerlo, ellos se negaron a dejarme ir al principio, pero no era una decisión de ellos era mía, ya no me gustaba vivir bajo su responsabilidad.

Tome aire llenando mis pulmones y dándome fuerza, introduje la llave escuchando el clic de la puerta, con una sonrisa en el rostro ingrese a mi nuevo departamento.

No lo podía creer, negué con la cabeza, enserio mi suerte es de locos, rompí un espejo y no lo sabía o me hicieron brujería, si eso debía ser porque, en definitiva, tengo un imán para los problemas.

Una mueca se formó en mi rostro al observar el que sería mi nuevo hogar.

Las paredes estaban pintadas de un amarillo pollito ¡HORRIBLE!, y no es que no me guste el amarillo si es un color bonito, pero este era uno casi brillante y además las paredes están sucias y como no el piso tenía un color entre amarillento y verdoso y había un olor nauseabundo que me dieron arcadas,

Dirigí mi nariz debajo de mis brazos por si acaso ¿no?, había caminaba bastante debajo del sol y era humana así sudaba como todo humano.

–Sip en definitiva es la casa–afirme dando un recorrido al lugar–Bueno a movernos que la casa no se limpia sola.

Unas horas después ya había limpiado la sala, la cocina, el pequeño comedor y mi habitación.

–Bien, no pueden ser tan malo ¿cierto? – me alenté a mí misma mientras abría la puerta del baño–OHH POR TODOS LOS SANTOS DE LA COCHINADA –cubrí mis ojos, el baño está tan, ni siquiera tengo la capacidad para describirla.

–¡POR FIN!  – exclamó con felicidad porque había terminado de limpiar cada centímetro de esta casa y no podía estar más que orgullosa.

Todavía no entendía cómo podía estar el departamento tan descuidado, el lugar era muy bonito y me había costado uno de mis riñones para poder pagarlo.

Pero ya que todo por la independencia, ahora a pedir comida que mi pancita ya rugía.

Unas porciones de pizza después y algún vasito de refresco y sentía que ya no podía más.

–Creo que esto de tener un solo riñón me está afectando–analice mientras me acurrucada en el colchón que estaba en el hermoso y por supuesto limpio suelo de mi nuevo hogar.

 

 

 




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