Amalia
Un mes, el tiempo pasaba demasiado rápido, había conseguido el trabajo y estaba muy feliz además había conocido a Megan una compañera de trabajo y desde que hablamos supe que seriamos grandes amigas.
Ella era muy agradable y bastante linda cabello pelirrojo y ojos verdes, era un deleité para la vista de los clientes.
En el trabajo todo iba bastante bien, y con respecto a mi departamento lo único molesto era tener que escuchar los estúpidos ruidos extraños de mi vecino, cada maldita noche traía a una nueva chica, al principio pensé que era su novia, pero no creo que la chica se llame Karen Araceli Manuela Rosa y demás nombres ¿no?
Quien le pondría así a su hija, así que como niña inteligente que soy llegue a la conclusión de que mi vecino era un total mujeriego, todo un adonis, pero mujeriego.
Pero ese ni era mi problema, el problema era que no podía dormir, y eso me estaba afectando.
El sonido del teléfono me asusto que di un salto de la cama, el tono de llamada seguía sonando con insistencia y giré mi rostro buscándolo
—Donde este maldito teléfono—exclame ya irritada de tanto sonido—Ufff aquí estas
—Hola ¿quién habla? —pregunte
—Hola pequeña—la voz de mi mama del otro lado de la línea me entristeció, en verdad la extrañaba
—Mama como estas te extraño— hable mientras me recostaba de nuevo en la cama.
—Yo también te extraño pequeña y que tal van las cosas
—Bien, ya mi departamento está completamente amoblado y conseguí un trabajo en una cafetería
—Me alegro, sabes que si necesitas algo solo tienes que pedírmelo.
—Lo se mama, pero no lo necesitó y como están todos allá
—Bien extrañándote mucho todavía no entiendo porque tenía……
—Mama tengo que colgar
—Pero
–Tengo que arreglar algo con alguien –y corte la llamada sintiendo la ira crecer en mí.
¿Porque carajos seguía aquí?
–¡RAUL JURO QUE ESTA VES SI TE MATO DESGRACIADO