Mi destino eres tú

Capítulo 5 "Angie"

Demonios.

Parezco una enorme bolsa de basura medio vacía puesto que el traje azul de limpieza no me queda muy bien, además de que está demasiado grande.

Resignada ante la imagen tan horrible que acabo de ver en el espejo por fin salgo del baño, siento que mis mejillas se calientan en el momento en que veo a Alek frente a mí, solo sonríe.

-Lo siento, no hay más pequeños, estamos acostumbrados a que solo hombres y mujeres de cuerpo robusto trabajen aquí y no chicas de tu tamaño- evade mí mirada ya que parece que se ha dado cuenta de que me ha llamado enana o también se podría expresar como chica falta de tamaño, pero creo que mi estatura es perfecta para considerarme una chica normal, uno sesenta y dos es súper para mí.

-Sí bueno, no estaré aquí por mucho tiempo-.

-Por cierto, no había un curriculum en los papeles de la carpeta, ¿en qué trabajabas anteriormente?- sonríe y tomo la cubeta que tiene en su mano derecha.

-Yo…-.

-¿No hay algo más pequeño para ella?- pregunta la voz del presidente, giro hacia él y no hay una expresión precisa en su rostro, parece que el haber cancelado su compromiso le ha afectado de más.

-No, ya le he explicado la situación- responde Alek mientras se inclina hacia delante con las manos en los bolsillos de sus jeans –Bueno, debo hacer unas cosas así que debo irme, buena suerte señorita y creo que le toca a mi hermano explicarle todo lo demás puesto que no quiere enviarla con Jerry- asiento con la cabeza con una media sonrisa. Y ahora que lo pienso, siempre que su hermano está aquí me llama de usted y no de tú, se aleja y va desapareciendo de entre las puertas del elevador cerrándose.

Llevo la mirada al presidente al escuchar el chasquido de sus dedos para llamar mi atención, pero ¿Cómo explicarle que odio que hagan eso conmigo? Me siento como una mascota.

Solo una semana y podré Salir de aquí.

-¿Cuál era tu trabajo anterior?- pregunta con seriedad.

-Directora de Mercadotecnia en una empresa en Boston- respondo acomodando la supuesta ropa de limpieza que ya tengo puesta, creo que tiene pequeñas pelusas blancas que me hacen ver peor.

-Supongo que de una empresa poco conocida, es decir, sin un buen puesto en el mercado-.

¿Quién demonios se cree? Ahora que lo veo es un tanto egocéntrico.

-Así es, de una empresa de gomas de mascar, solo que quebró y tuve que regresar porque me había quedado sin dinero, tuve que volver a casa de mis amigas porque no tenía donde quedarme ni dinero con que sostenerme- noto una mirada de satisfacción ante mi respuesta, parece que he dado justo en el blanco, al parecer es lo que quería escuchar, que soy una fracasada sin dinero, pero he mentido porque la empresa para la que trabajé es de las más importantes de Boston, una empresa dedicada al manejo de los hoteles más importantes que están distribuidos internacionalmente.

-Parece que vas a necesitar quedarte aquí más tiempo debido a tu falta de dinero-.

-No, no habrá necesidad, porque prefiero vender chicles en la calle antes que quedarme más de un día del que habíamos acordado, pero gracias por la oferta-.

-Bien, veamos quien lo necesitará más-.

-De acuerdo- completo con una sonrisa el momento tan dramático que él está iniciando y que pienso dar continuación si así lo quiere. -¿Puedo comenzar a trabajar ahora? Es que no quiero perder más tiempo-.

Por fin logro salir de la empresa sin ese tonto traje de pitufo que me han hecho usar, es que ¿acaso no pueden dejarme usar mi ropa cómoda? Y no esa cosa que ha hecho que entorpezca mi trabajo.   

El aire hace que mi cabello su mueva hacia todas partes además de que hace mucho frio, he olvidado mi abrigo, y parece que no pasan taxis a esta hora por este lugar. Camino por un rato recordando mi vida en Boston, a Darla la chica que se convirtió en una gran amiga para mí, aquella que se quedó con lágrimas en los ojos mientras observaba como subía al avión, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, y debido a su color de piel pálida su rostro estaba totalmente rojo. Ni siquiera he podido llamarle para hacerle saber que estoy bien debido a este inesperado trabajo que abarca más horas de las que pensaba ocupar.

Espero a que el semáforo se ponga en rojo para poder cruzar y mientras lo hace miro la acera y como el polvo y algunas hojas secas de los arboles se alejan por el viento; levanto la mirada al escuchar el sonar de la bocina de un auto, la ventana de este se baja lentamente y un chico con gafas oscuras se asoma.

Pero ¿Quién es él?... mis ojos se abren de más al ver que es el presidente.

-¿Qué estás haciendo aquí?- pregunta con el ceño fruncido.

-Esperando a poder cruzar la calle- respondo con seriedad.

-Sube, es tarde y aunque no me caigas bien no puedo dejar que una chica vaya sola a esta hora- niego con la cabeza y veo que ya está en rojo el semáforo.

-Gracias pero tomaré un taxi. Buenas noches y tenga cuidado- paso por el frente de su auto tratando de caminar más de prisa antes de que este se ponga en verde y se echen a andar los autos que ahora están detenidos a mi izquierda esperando el momento para avanzar apresurados para llegar a casa pronto.




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