No sé cuánto tiempo me toma darme cuenta de que mi corazón late con la misma intensidad con la que latía cuando conocí a Ezra, pero, ¿Qué me ocasiono esa relación? Simplemente sufrimiento y malas experiencias.
-Bien, entonces también acostúmbrese a mi pésimo carácter-
-Puedo con ello- dice como si no le importara, pero ¿Quién se cree? No me agrada nada esto y lo peor es que parece que va muy enserio.
-Entonces empecemos la próxima semana porque hoy no puedo tener a nadie conmigo- lo evado dirigiéndome nuevamente hacia la salida. Parece que la nieve ha cubierto parte de la acera así que camino con mayor precaución. Estiro mi mano haciendo que un taxista se detenga y lo hace, abro la puerta pero la mano del presidente evita que la abra lo suficiente como para poder entrar.
-¿Qué parte no has entendido?- pregunta, su respiración es rápida y su expresión seria no es un juego.
-Debo irme ahora, eso es algo que usted debe entender- añado en un tono más serio, creo que es momento de enseñarle que no estoy jugando; niega con la cabeza, saca un puñado de billetes del bolsillo derecho de su abrigo y los lanza dentro del taxi.
-Ya váyase, es suficiente dinero como para que no trabaje en unas semanas- el hombre sonríe de lado a lado, el presidente me hace retroceder tomando mi antebrazo con firmeza y este avanza rápidamente como si acabase de robar un banco. ¿Qué es esto? Un plan de machos o qué.
-Le he dicho que tengo prisa- le digo con frustración ante su agarre.
Sin hacerme caso presiona el botón del pequeño aparato en su oído con el que hace sus llamadas. –Victoria, cancela todas mis reuniones de hoy, sí, todas y no me importa que tan importantes son, hazlo ahora si no quieres perder tu empleo- presiona de nuevo el botoncito y después se dispone a observarme –Entonces ¿A dónde íbamos?-.
¿Qué clase de broma es esta?
-De verdad tengo que ir sola, es algo así como un tour de mi infancia y enserio quisiera ir sola-.
-Bueno pues si lo dices de esa manera- sonrío esperando a que me suelte para poder tomar un taxi –Me encantan los tours, vamos, mi auto esta por acá- pierdo la sonrisa mientras sigo siendo arrastrada hasta su auto, el mismo auto que choque y que me llevó a esto.
...
-¿Y vas a decirme a dónde vamos?- pregunta después de una buena hora de silencio.
-Al orfanato en el que crecí- respondo.
-Y… ¿estás bien?- llevo la mirada hacia él, me es extraño todo esto e incómodo. Pero, ¿estoy bien? Ni siquiera lo sé, no sé qué es lo que voy a hacer cuando visite ese lugar, el lugar al que no volví a visitar jamás por miedo a esos mismos recuerdos vacíos y a ese hombre, el cocinero que con tan solo una mirada podía hacerte sentir mucho miedo, solo espero que él ya no esté en ese lugar.
-Sí, gracias-.
Después de un buen rato llegamos, el presidente se ha detenido a tan solo unos metros.
En cuanto salimos la puerta se abre y de ahí salen una mujer y un hombre, los recuerdo, el jardinero que siempre nos sacaba una sonrisa y la Directora; caminamos hacia ellos y subimos los mismos escalones viejos de madera que rechinan cuando pisamos sobre ellos, tablas viejas, paredes descoloridas y juegos para los niños inservibles.
-Venus, ¿eres tú?- dice Max el jardinero, sonrío y asiento con la cabeza; se acerca abrazándome fuertemente. –Te convertiste en toda una damita-.
-Lo extrañe mucho- solo puedo decir eso ya que siento que mi garganta se romperá en cualquier momento.
-Y nosotros a ti Venus- dice la Directora. –Lamento mucho lo de tu madre-.
-Gracias-.
-Y dinos, ¿has venido a ver el lugar?- echo un vistazo alrededor y me doy cuenta de que esto está en malas condiciones, el césped esta demasiado crecido y dado que no hay vecinos alrededor sino más que árboles y ahora nieve es peligroso para los niños.
-No solo a eso, he venido a tratar otros asuntos-.
-Él es tu novio, supongo- dice Max.
-Sean Truswell, un placer- se presenta sin negarse ante la suposición de Max.
-El gusto es nuestro, pero por favor entren, hace demasiado frío afuera-.
Entramos y todo es exactamente igual a como lo recordaba. –Quisiera ver las habitaciones de los niños- añado pero la expresión de la Directora se vuelve extraña.
-Oh, ahora las están limpiando, pero podemos ver otras cosas- la conozco, algo anda mal.
-No, de verdad quiero verlas- camino hacia las habitaciones y al abrir la puerta me doy cuenta de que los niños están sobre mantas y no sobre camas. -¿Qué es esto?- pregunto con molestia y frustración.
-Venus, desde que tu madre murió no recibimos más dinero así que tuvimos que tomar medidas, hacemos lo que podemos-.
-¿Y porque nunca me contactaron si sabían que mi madre era la dueña de esto? Yo jamás me habría negado a ayudar-.
-No sabíamos de ti, desde que tu madre murió desapareciste- me recargo en la pared imaginando el frío que estos pequeños han pasado.
-Me encargare de que hoy mismo envíen el mobiliario necesario, por favor hagan un lista de lo que necesitan, incluyan electrodomésticos y juegos para los niños. Mientras lo hacen quiero caminar un poco-.