Mi Destino, tu Corazón

Capítulo DIECISEIS

Después de media hora hablando con Áron de los siguientes pasos para seguir con la recuperación, no puedo evitar cierta nostalgia el de estar en el vestuario y no en la tribuna. Tampoco puedo evitar lo inevitable, el de ver como se lucen en mi puesto. Es una mente fresca y con un futuro por delante, toda una promesa para Eslovenia. Puede que sea una señal de dar un paso al costado y seguir con mi vida fuera de las canchas, o buscar otro camino y así poder terminar esta etapa.

No hago más que entrar en la zona alta, que la mayor parte de los simpatizantes me reconocen y se acercan a mí. Entre autógrafos y selfies, los muchachos de Cerkno entran a la cancha. Los gritos me aturden, es algo al que no estoy acostumbrado... En la parte baja tiene otra acústica y no es tan fuerte como aquí. Me dan el paso y salgo disparado para llegar al primer asiento vacío. Siento esa sensación que se me hace familiar, por lo que levanto la mirada y Britt me observa sorprendida. No es difícil perderse en esos ojos celestes, es como si quisiera ver algo dentro de mí y no puedo desviarlo de ellos. Solo le puedo sonreír, mi pulso vuela a las nubes cuando responde a mi sonrisa.

Es la primera vez que paso por esto, que una mujer me encante pero la misma esté con otro hombre y a punto de casarse nunca me ha pasado. Las esperanzas de que no se concrete el casamiento no se apagan, aún si Britt tiene esos tipos de reacciones de una mujer celosa. Si antes pensaba que una mujer como ella no podría fijarse en un hombre como yo, eso con el transcurso del tiempo hizo que no fuese verdad. Britt Montanes no es superficial. Su prometido será una cara bonita, no significa que sea como tal. De solo tenerlo frente a mí, le rompería su perfecta nariz y algún ojo decorado de color morado... Así de posesivo puedo llegar a ser. Solo que no es mía, pero tiempo al tiempo.

Es cuando me doy cuenta que lleva esa peluca negra sobre su cabello rubio, haciendo que esos ojos que me tienen fascinados resalten más. Mis ojos no pueden desviarse de los suyos que parecen seguir las jugadas. Ni siquiera me percaté del comienzo del juego, ¡Mierda! ¡Yvonne otra vez! Quiere reírse, su mirada la delata. Trato de ignorar su llamativa peluca y dirijo la mirada al juego.

 

- ¡Pero miren a quien tenemos aquí!- escucho después del término de la primera parte del juego- ¿Quién no lo extraña a uno de nuestro emblema?

- Creo que debemos ajustar los cordones de las zapatillas, ¿No Britt?- dice Yvonne y no escucho que conteste la mencionada, pero las dos se esconden detrás de las butacas.

- ¡Marko Zivkovic!- los saludo mientras ellos me retribuyen con gritos y aplausos- Esperamos verte pronto en la cancha, Marko...

Me observo en la pantalla que está por encima de la cancha... Menos mal que Yvonne y Britt se escondieron o mañana serían noticia en los diarios. Cuando se trata de deportistas de cualquier tipo, no les importa crear noticias inexistentes con tal de vender. Ya con el conocimiento de la existencia de Dragan, su novia y su hijo recién nacido, no pueden hacer nada contra ello.

Debo admitir que ese niño sabe cubrir muy bien mi puesto... Y mi ausencia. No puedo creer que rinda mucho más con sus propias estrategias, es de mente brillante y soluciona cuando la defensa pierde el balón. Tiene mejores recursos y eso es gracias a su juventud, y lo envidio por eso. Es mucho más hábil, corre de un lado a otro salvado los contraataques del equipo contrario cuando no hay arquero. En este mes y medio que llevo recuperándome, se lleva el equipo al hombro. Lo que me hace pensar que tal vez, solo tal vez, esté llegando el tiempo de dar el paso al costado. Observo de reojo a Britt, de solo pensar en el retiro, es ella a quien necesito para que sea menos doloroso el vacío que me dejará abandonarlo.

Mis manos se aferran en mis rodillas. Quedan diez segundos y Cerkno empata 24-24 y es todo un infierno lo que pasamos en este tramo del juego. Matric es quien tiene el balón y no hace picar, una y otra vez a tal punto que me desespero. A una distancia considerable, lo lanza hacia la zona de la linea de arco y el niño maravilla aparece volando, toma el balón con su mano derecha. Cuando suena la chicharra veo que la red se mueve y mis compañeros corren hacia el arco. Forman una montaña y los simpatizantes festejan eufóricos ante la victoria obtenida. Me tenso al sentir un par de brazos rodearme el pecho y un par de piernas en mi cadera. No es difícil quien es, mi corazón late desbocado al sentir su respiración chocar en mi nuca. Su risa me eriza la piel, es lo más hermoso que he escuchado hasta ahora. Reacciono aferrándome a sus manos. Es la segunda vez que llegamos a estar con nuestros cuerpos pegados uno al otro, el primero fue el día de la operación... Bendita sea la clínica, donde fue el comienzo de todo esto.

Un carraspeo se escucha a mi lado y Britt sabe quien es, tampoco hay que ser adivino para no saber que es Yvonne que rompe con nuestra burbuja. Se suelta de mi agarre y ya no siento el calor de su cuerpo.

- Lo siento, me dejé llevar por la euforia.- se defiende de su amiga y mis ojos se dirigen a la rubia, que esconde su cabello en la peluca- Discúlpame Mark, solo me excedí de felicidad.- entrelaza sus manos delante de su abdomen y no me mira. Me dijo Mark... Nunca ha sonado tan bonito como lo hacen saliendo de sus labios.

- No hace falta que lo hagas.- me encojo de hombros y observo a Yvonne que no desvía sus ojos grises de Britt- Las mujeres suelen aferrarse así, pero creí que era por mi estatura... Ya sabes, soy alto.- Yvonne se ríe, mientras que Britt levanta su vista a mí y frunce el ceño- Debes saber que mido más de un metro noventa, todo un encanto...



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En el texto hay: amigos, amor, deporte

Editado: 31.12.2018

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