Mi Destino, tu Corazón

Capítulo TREINTA Y CUATRO

¡No puedo más de los nervios! Llevo tres horas arriba del avión y no doy más de la ansiedad por verla... Y tener en mis brazos a Britt. Aún queda algo de cincuenta minutos para el aterrizaje a Budapest y estoy a nada de mandar a la mierda al tipo que está atrás del asiento donde estoy ubicado, que habla tan fuerte y esa risa tan irritante que me dan de estamparle mis puños en su mandíbula. No estaría nada mal dejarlo inconsciente por un buen rato, pero hay algo que me llama la atención y es algo que menciona: primeramente es Britt Montanes y luego dice aquel rubio de Cerkno lo dice de una manera tan sarcástica que me suena a ese investigador privado del que nos imaginamos. Me debato entre mandarle un mensaje a Britt que me espere en la embarcación hacia Hamburgo y seguirle los pasos. Decido arriesgarme y tomo el celular del bolsillo del pantalón de vestir. ¡Buen día princesa! Espero que esperándome en el aeropuerto. Solo te pido que me esperes en la zona de embarcación... No quiero asustarte, pero un hombre está siguiendo mis pasos o irá al mismo lugar que nosotros. Si tienes como pasar por desapercibida mucho mejor... Observo mi vestimenta, las cosas pasan de imprevisto y no hay tiempo para remediar.

Una vez que el avión toca tierra, tomo mis pocas pertenencias sin perder de vista al tipo misterioso. Con una última vista hacia la cuidad de Budapest que se ubica por debajo del aeropuerto, camino rápidamente hacia el vehículo no sin antes colocarme los lentes de sol.

Ya dentro del aeropuerto, sigo los pasos del rubio que sigue con el teléfono en su oído, ajeno a su alrededor. Mis ojos recorren el lugar mientras paso muy por desapercibido ante las personas que me ignoran y agradezco mucho por no reconocerme. No tardo mucho en reconocer el gran porte de Yvonne aferrándose fuertemente a alguien, que no hace falta saber quién es. El rubio va hacia el mismo camino donde están ellas y acelero mis pasos para llegar a su lado. Carraspeo, interrumpiendo su despedida.

- No tenemos mucho tiempo.- digo sin desviar la mirada al hombre que está en la zona de escaneo.

- Solo cuídala y que ese estúpido pague por lo que nos está haciendo.- miro a Yvonne con lágrimas en sus ojos grises- Si quieres desaparecerlo del mapa, no dudes en llamarme y te ayudo.

- Lo tendré en cuenta.- le respondo con una sonrisa y la abrazo.

Ni siquiera tuve tiempo de observar a Britt, eso es por la simple razón de no quedarme como un estúpido admirándola cuando tengo a un individuo a quien controlar. Nos despedimos y empujo a Britt hacia la zona de escaneo. Me tenso al sentir su brazo en la parte media de mi espalda y sonrío... No la mires, no la mires me repito una y otra vez para no caer en la tentación. Solo veo la gorra blanca con el logotipo de la marca de ropa que la auspicia. Entrego mi pasaporte junto al de Britt y los pasajes, ignorando a la mujer que nos observa sorprendida al ver nuestros nombres en ellos. Suspiro aliviado al ver que no pregunta nada, aunque esperaba la gran pregunta: ¿Qué hacen Britt Montanes y Marko Zivkovic juntos? Pero eso no ocurrió.

- ¿Por qué estás así de misterioso?- frunzo el ceño y la observo que me mira de igual manera- ¿No crees que estás exagerando de que esa persona te persigue?

- No lo creo.- niego con la cabeza y dirijo la mirada al hombre que camina unos metros delante de nosotros- Escuché que hablaba de tí y a mí me nombró como el rubio de Cerkno.- señalo mi cabello y ella esconde su sonrisa- No le veo la gracia, no soy rubio...

- Pero las noches que estuviste conmigo has tenido los colores de ojos claros y desde mi punto de vista, resalta más por ese motivo.- me interrumpe. Eso es imposible, solo cambian de color con el mal tiempo.

- No es posible, nunca ocurre.- niego de nuevo sin desviar la vista del tipo.

Me doy cuenta que estamos cerca del avión. Es entretenido hablar con Britt, te olvidas lo que existe a tu alrededor. Le doy el paso para que ascienda al mismo, mientras me dedico a admirar su buen trasero y mi amigo de allí abajo despierta de su sueño. Mis manos se transforman en puños para no cometer la locura de tomar ese trasero bien redondo, matándome por dentro no tomarla como mía y presumir delante de todos. Respiro un par de veces para calmar mi pulso y el tan latente erección que se forma, con mis ojos en el pasaje buscando el número de asiento. Para la gran suerte mía, se acomoda un asiento delante de los nuestros con ese teléfono aún en su oído... Se ha despegado de ese teléfono solo en el descenso del avión y su irritante risa no deja de romper mis tímpanos. Britt se tensa al oír su nombre y a mí nombrándome como el rubio de Cerkno. Levanto una ceja en su dirección y sonrío victorioso... Nunca exagero.

- Como que ahora no exagero...- le susurro en el oído y noto como se estremece- No estábamos tan errados del espía después de todo.

- Veremos hasta donde nos lleva y luego buscaremos un lugar donde hospedarnos.- asiento en respuesta y escondo mi rostro en su cuello.

- No sabes lo que te extrañé esta semana que pasó...- tomo sus mejillas y apoyo mi frente a la suya- Las últimas dos semanas que pasaron, fueron las mejores que tuve en años- cierro los ojos, inundando mis fosas nasales de ese aroma a vainilla que desprende de ella- Has devuelto esa emoción a mi vida, de la que he estado buscando en este último tiempo.- uno mis labios a los suyos en un corto beso.



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En el texto hay: amigos, amor, deporte

Editado: 31.12.2018

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