Mi Destino, tu Corazón

Capítulo TREINTA Y CINCO

- Estamos en su edificio...- escucho su voz, despertándome un mi grato sueño- Se unen todos los cabos sueltos, ni siquiera pudo disimular el de no llamarme...- parpadeo un par de veces para adaptarme a la claridad.

Rescato algo de dinero de mi cartera y le pago al taxista antes de descender del vehículo. El mismo nos ayuda a tomar la valija y el bolso, estrechando su mano y lo observo hasta que se ubica en el asiento del conductor y desaparece de mi vista. Mis ojos se dirigen a Britt que se ve nerviosa y le sonrío transmitiéndole seguridad, por lo que ella rodea su brazo en la parte media de mi espalda. Tomo su bolso que estaba a su hombro y lo cuelgo al mío. Con un gran suspiro y beso su frente, dándole la iniciativa para ir al piso de su novio.

En todas estas horas de viajes nadie nos ha reconocido y eso no lo vivía desde hace mucho tiempo, cuando Marko Živković no tenía significado alguno... ¡Como extrañé esos tiempos! Ahora la suerte está de mi lado, paso por desapercibido sin problemas. Llegamos al ascensor y un matrimonio de ancianos nos observan, no sé, algo nostálgicos. No hice más que sonreír a la vez que las puertas del mismo se abren y el mismo hombre que seguimos sale. Da un par de pasos cuando dice algo entre dientes y vuelve al cubículo, seguido del matrimonio y nosotros detrás de ellos. Parecen algo preocupados observándonos, por lo que el hombre dice algo y niego con la cabeza. Le digo que no sé hablar en su idioma y este se rie.

- Disculpa a mi esposo muchacho...- dice la mujer a su lado con una media sonrisa- Dice que te ha visto de algún lado, pero al no saber lo que dijo debe estar equivocado.

- No se preocupe señora.- niego con la cabeza respondiendo a su sonrisa y rodeo mi brazo libre en la parte baja de la espalda de Britt, por lo que se tensa ante el contacto- Ella es mi esposa Abby, yo soy Daniel...- miento. Puedo sentir la mirada de la mujer que está a mi lado y no es nada agradable.

- Mucho gusto.- tiende su mano y se las estrechamos- ¿De dónde vienen?- no pensé en encontrarme con personas que hablen con desconocidos y sinceramente no sé que responder.

- Somos portugueses, decidimos visitar a un amigo de la vida que vive en este edificio.- es Britt quien le responde y mi alma vuelve al cuerpo- Es la primera vez que venimos a su casa, siempre nos reunimos en nuestra casa de vacaciones y pasamos unos días para ponernos al día.- la miro sin creer en la capacidad que tiene para mentir. Sus ojos, que ahora son marrones, observan los cristales de los lentes de sol.

- Muy hermosa su esposa, por cierto.- me sobresalto al oír la voz del hombre, hasta puedo sentir que no fui el único que lo escuchó. Britt se aferra a mi cuerpo y apoya su cabeza en mi brazo.

- Gracias.- es lo único que le responde.

Las puertas se abren y el matrimonio mayor se despiden de nosotros antes de que desaparezcan de mi vista. La empujo hacia el fondo, a un lado del hombre de que venimos siguiendo desde Budapest. Mi brazo no hace más que atraerla a mi cuerpo cuando el tipo la observa más de la cuenta y beso su frente al notar que está tranquila. Pero soy yo quien se siente inquieto, uno porque lo más seguro es que vayamos al mismo piso y otro es que no desvía su mirada de ella. Las puertas se abren de nuevo y le doy el paso el Sherlock Holmes para que salga del cubículo, seguidos de nosotros con el bolso y la valija. El brazo de Britt, que no se había despegado de mi lado, se tensa y creo que eso se debe a que el hombre que iba delante se giró hacia la derecha, donde supongo que vive Phillip. Sus pasos frenan cuando pasamos por detrás de él, solo que al final la termino empujando y seguimos caminando en silencio.

- Es él.- Britt me susurra al oído y no necesito saber de quien se trata exactamente- Es su voz y lo hace entrar a su departamento.- la observo que muy disimulada que mira lo que ocurre detrás.

Frena en seco y me giro hacia ella, que se ve más nerviosa de lo normal. Su mirada se dirige a mi valija para luego hacerlo conmigo y así como unas tres veces antes de tirar la misma, ella poniéndose en cuclillas. Frunzo mi ceño sin entender lo que quiere, hasta que sus manos toman una remera de cuello redondo color blanco y una camisa beige con puntos marrones, el ultimo regalo de cumpleaños de Hannah. Se gira hacia mí y me lo entrega.

- Necesitas ir allí y ver lo que ocurre.- señala el lugar donde entro el hombre misterioso y un nudo se me forma en mi garganta- Una vez te dije que Phillip te admira, solo le dices que llegaste hasta aquí para conocerlo.- se encoge de hombros aún con mi vestimenta en sus manos.

- ¿No crees que es el lugar menos indicado para cambiarme?- le pregunto observando hacia los dos lados del pasillo- ¡Pueden verme en paños menores!- susurro y siento mis ojos salirse de órbita ante su descabellada idea... ¡A quién quiero mentirle! Me arrastraría a sus pies con solo decirlo.- Solo lo hago por tí.- suspiro y mis labios se unen a los suyos. Ella sonríe, lo que me incentiva hacer lo que me pide, me ha visto en bóxer.

Sin desviar mis ojos de ella, me quito lo puesto para colocarme la remera y la camisa... Esos ojos celestes se transforman en negros y es más fascinante que vi en ella. Es tan hipnotizante que mis manos acunan sus mejillas y mis labios están unidos en los suyos, es solo eso o el impulso de perderme en ese beso me llevará al otro Marko que no quiero mostrar hasta estar seguros de lo que ha hecho el niño y tener la libertad de mostrarla como mía. Me resisto en perderme en esos carnosos labios, alejándome de ella con una estúpida sonrisa y camino hacia la puerta número 729. Mis nudillos golpean un par de veces la misma y trato de acomodar mi cabello como es de costumbre. Mis dedos se enredan en mi cabello hasta volver a la normalidad. Me sobresalto al ver una mujer de baja estatura, cabello rubio oscuro, ojos verdes y una vestimenta nada adecuada es lo que me sorprende como la sorprendo a ella. Parece que le han dado un buen polvo... Creo que me equivoqué de lugar.



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En el texto hay: amigos, amor, deporte

Editado: 31.12.2018

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