Mi Destino, tu Corazón

Capítulo CUARENTA

Después de desayunar con Lex y Hannah, en la cual recibí el gran sermón de mi amigo por no avisar que venía a visitarlos, les dije que volvería a Cerkno. Les expliqué el motivo de mi repentina vuelta a la ciudad y acelerar mi recuperación, aunque no sé de cuanto tiempo se estimaría la vuelta al juego. Él prácticamente se ríe en mi cara cuando le dije la edad del reemplazo de mi reemplazo... Puede que Jürgen ya no sea un inexperto en el campo de juego, pero que un adolescente es quien sea el reemplazo de mi reemplazo es algo que no imaginé que pasaría. Igual no es que fuese la primera vez que juegue en el equipo, porque ya ha jugado unos minutos y no es lo mismo jugar en el equipo principal que en el de categorías... El peso es aún más grande.

Me encuentro pasando el rato jugando con los cochecitos de juguete con mi ahijado mientras sus padres se refugian en el departamento donde hospedamos con Britt. No quiero saber el motivo del porqué escaparon en cuando llegó mi acompañante a desayunar, es por cosas como estas que prefiero escaparme. Lo he aprendido gracias al necesitado de mi hermano menor y no pienso volver a ese lugar para encontrarlos muy ocupados... Si, es eso a lo que me refiero.

- El niño te quiere mucho...- la voz de Britt me quita de mis pensamientos- Me encanta cuando los niños no se olvidan de las personas que no los dejan de lado, aquellas que creen que forman parte de sus vidas...- levanto la vista y la veo en la entrada de la habitación.

- Lex es un niño que se deja de querer y que te cambia la vida, como lo ha hecho conmigo.- le contesto con una sonrisa- También es difícil vivir con la ausencia de Hannah, toda una vida juntos y un bastardo llamado Lex Armages me la quita.- se ríe mientras se acerca hasta acomodarse a mi lado- Hannah es mucho más que una amiga, es mi hermana. Ella estuvo en mis peores momentos, ella y su familia fueron los que nos refugiaban cuando mis padres discutían fuerte.- un nudo en la garganta me impide seguir hablando y desvío la mirada de ella al pequeño Lex- ¡Hemos convivido por años rodeado de violencia! No se lo deseo ni a mi peor enemigo...

 

No puede ser cierto... ¡Ya no soporto las discusiones! Todos los días lo mismo... Mi padre llega de trabajar con gran cantidad de alcohol en sangre directo a gritarle a mi madre, y ella que no se queda atrás. Pasan horas discutiendo y se olvidan que tienen niños que pueden traumarse por sus actos. Y mi rutina siempre es la misma: con Dragan en mis brazos, me refugio en la habitación de mis hermanas y trato de que se entretengan con algún juego para que no tomen importancia lo que pasa al otro lado de la puerta. A mis trece años, tomo esto como una rutina diaria. Aunque Jelena que es tres años menor que yo, ya tiene conocimiento de las peleas. Pero mis mellizas Sabina y Karolina tienen seis años y lo primero que hacen cuando escuchan los gritos es llorar, mientras mi pequeño hermano es un bebe tan inocente y espero nunca la pierda.

Cuando los gritos cesan, escucho un golpe fuerte muy cerca nuestro y mis hermanas que hablaban, quedan en silencio. Les hago señas para que se queden calladas y cuiden a Dragan mientras camino sigiloso hacia la puerta. Siguen discutiendo en la habitación matrimonial y suspiro más tranquilo. Busco el bolso con nuestras vestimentas y buscar el refugio de todas las noches, el hogar de la familia Otišić. Hannah es mi mejor amiga, aunque no compartimos clases a causa de nuestras edades... Ella tiene doce años, uno menos que yo y nos conocemos de toda la vida. Todas las noches pienso si tuve una vida pasada y si hice algo malo. Intento hacer las cosas bien y no recibir los golpes sin motivos.

- Iremos a la casa de los vecinos y nos refugiaremos allí.- susurro a mis hermanas y ellas asienten sin decir nada.

Abro la puerta observando que mis padres no salgan de su habitación. Empujo lo más rápido posible para que vayan a la planta baja e insisto que no hagan ruidos... No quiero que escuchen que nos escapamos, porque soy yo el que termina con los moretones en mi cuerpo. Vesna, la madre de Hannah, se toma la molestia de cubrir los moretones para no llamar la atención de los maestros. Y más de una vez deseé tener unos padres como los señores Otišić. Dicen que soñar no cuesta nada, y tener personas como ellos en mi vida es algo que quisiera en nuestras vidas, porque también deseo que mis hermanos puedan ser felices y vivir bajo el mismo techo que los padres que tenemos, no es lo más sano.

Cuando cierro la puerta de la casa, escucho un golpe y les digo que salgan corriendo hacia la casa de los Otišić mientras cierro la puerta sin que me gane los nervios y termine lastimado como otras veces. Mis manos se aferran al bolso y corro hacia el porche, donde se encuentran mis hermanas a punto del llanto. Tomo a Dragan y la puerta se abre, viendo el cabello llamativo de mi amiga que nos empuja hacia adentro de su casa.

- ¿Saben que escaparon de la casa?- escucho una gruesa voz de hombre y observo a Slobodan, el padre de mi amiga- Tienen la cena en la mesa.

- Hagan caso a la señora Otišić, no quiero escucharla que los rete por sus travesuras.- beso sus frentes y la madre de Hannah me quita a mi hermanito para alimentarlo.

Mi amiga toma de mi mano y me guía hacia su habitación, cerrando la puerta a sus espaldas y me acomodo a los pies de su cama. Es el momento en donde puedo desahogarme de la desgracia en la que vivimos. Al ser el hermano mayor, intento ser fuerte para mis tres hermanos. Hannah es la única que se permite verme débil, desahogándome en llanto en sus brazos. Aparte de ellos, forma parte de mi vida y es la que me mantiene con los pies sobre la tierra y no cometer una locura de la cual pueda arrepentirme.



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En el texto hay: amigos, amor, deporte

Editado: 31.12.2018

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