Mi Destino, tu Corazón

Capítulo CUARENTA Y OCHO

Anoche pasé el rato con mis hermanos aún con el teléfono en la oreja, ignorando a todos ellos pero supieron entender. Ver a su hermano mayor interesado en una mujer es algo nuevo... En mi adolescencia no hubo alguien que me interesara más que pasar al lado de Hannah, hasta he pensado que terminaría junto a ella. La vida te sorprende cuando menos te lo esperas y de la manera más ilógica de lo que puedas imaginar. Parece tan lejano aquella operación y ella disfrazada de payaso... Ese miedo de infancia por culpa de los días de halloween y los habitantes tomándoselo en serio de esos disfraces espeluznante mente horrible para un niño, solo que a mi madre la irritaba que molestaran hasta altas horas de la noche. Después de esquivarlos durante gran parte de mi vida, aparece ella con el disfraz tan inocente que todo ese trauma desapareció al verla.

- ¡Deja de comportarte como un adolescente Zivkovic!- la voz de Jan me quita de mis pensamientos y recibo un golpe en mi estómago- ¡Con la mente en el juego!- el balón que había llegado a sus manos, ahora golpea mi abdomen. Fue lo mismo que le había dicho ayer.

- Touché.- es lo que le respondo y mis ojos se dirigen a Sabina, que está cerca del entrenador. Está entretenida en una conversación con el kinesiólogo del equipo- ¡Déjalo tranquilo!- le grito a mi hermana y ella eleva su mirada a mí frunciendo el ceño.

- Recuerda que soy enfermera Marko, no coqueteo.- simplemente dice eso antes de seguir con la conversación tranquila y mis compañeros se ríen.

- Tu hermana tiene pareja, tiene hijos y tú sigues con el papel de sobre protector...- Jan lanza el balón y corro para alcanzarla- Tuviste demasiado tiempo como para ser toda una señora de familia y tener un hermano cuida...

- Eso a tí no te incumbe niño.- atrapo el mismo y se lo lanzo- Será mejor que te concentres y tengas la mente en la final.

Decidí traer a mi hermana al entrenamiento porque Bojan, juntos a mis otros dos cuñados, decidieron partir hacia Hungría para buscar un lugar donde vivir cuando finalice mi participación para Cerkno. Ya que este es mi último juego, mañana a primera hora iré hacia Miskolc y allí me encontraré con Hannah. La idea es negociar el contrato y volver a nuestros respectivos hogares, aunque no me importa el dinero, prefiero tomarlo por el simple hecho de que estaré cerca de Britt. Ya llevo años viajando por toda Europa para jugar en clubes interesantes, lo cual en mis primeros años fuera de Serbia, Noruega fue mi primera parada. Jugué en España, Austria y los últimos ocho años en Eslovenia donde más tiempo radiqué... Lo más cercano a mi hogar.

Me encerré en mi propia concentración una vez que se dio por finalizado el entrenamiento. No quedaba mucho para que llegaran los que tienen que jugar por el tercer puesto y a nosotros nos guían hacia un vestuario, apartado de toda la euforia de los fanáticos. Ni siquiera me inmuté de las bromas entre los dos niños como lo son Jürgen y Jan... Ellos se ven tan tranquilos. De repente te chocas con diferentes generaciones y de una cachetada, me atrapa a la realidad. Esa realidad en la que antes eran las concentraciones en completo silencio y ahora no dejan sus teléfonos guardados, pasan todo el tiempo sin publicar sus vidas en las redes sociales.

No pierdo la concentración incluso ya en el campo de juego, cuando el entrenador nos da los últimos detalles antes de acomodarnos a nuestros puestos. El mismo consideró que formara parte del equipo desde la partida y yo no desvío la mirada de mis hermanos, que están más atentos a Sabina porque tuvo algunas contracciones. Me han interrumpido en mi momento de concentración y supieron entender el motivo del llamado a mi teléfono. Solo me dijeron que me mantenga con mi mente en el juego y no en ella... Para eso ni me lo hubiesen dicho, porque a pesar de que no dejo de observar el balón y hacer bien mi trabajo, la preocupación en Sabina existe en algún punto de mi mente.

El marcador no favorece a ninguno de los dos equipos. La paridad sigue hasta la finalización de la primera parte. Debo admitir que nos jugaron a la par e hicieron de mi defensa un infierno. En los treinta minutos de juego no he hecho nada bien, a causa de que ellos  parece que se han preparado bien ante mi estratégica muralla y me pasaron por encima. Camino al vestuario con frustración, es tanta que ni miré para percatarme de la salud de mi hermana y de mi sobrino. Me quito la casaca y lo lanzo por alguna parte del vestuario. Desearía poder desquitarme con otra cosa, pero sería mucho peor. 

- ¡Zivkovic!- grita el entrenador y lo miro- Has hecho bien tu defensa, ellos se han preparado bien para despistarte y salir inmunes.- suspira y queda en silencio por unos segundos- Jugaremos como el último juego, tú de central y Belshek te acompañará. Estarán uno al lado del otro, solo los quiero separados si llegara algún contraataque.- toma su pizarra y nos explica a cada uno lo que tenemos que hacer para que no sigan pasando por nuestra defensa.

Volvemos al campo de juego con algo más de alivio, con la mente en el mayor objetivo y con la corta llamada que recibí de Britt. Solo con escucharla me sacó una sonrisa y no fue ignorado por nadie, recibiendo de ellos las bromas de siempre y yo ignorándolos como lo he hecho en los cinco años que hace que estoy en el club. Me alivia saber que se han tomado de su tiempo para comunicarse... Si, lo digo en plural porque Yvonne no dejaba de preguntar por Perco y le tuve que dar mi celular a él. Tampoco se salvó de ser el centro de las bromas, pero sirvió para quitar la tensión que había en nosotros.



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En el texto hay: amigos, amor, deporte

Editado: 31.12.2018

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