Mi destino, tu corazón (extras)

Extra UNO

- Como la nueva del equipo, te ligarás este disfraz.- Yvonne lo coloca frente a mis ojos el disfraz de payaso junto a la peluca verde, color de mi nuevo equipo y arrugo mi nariz en desaprobación- Todas pasamos por esto Britt, les han a encantar a los niños.

- Lo hago solo por ellos y por lo que pasamos. Además, no soy la única...- observo sus ojos grises y lo tomo- ¿Es necesario la peluca?- señalo mi cabello que es un rubio claro- Me pones ese líquido que tiene tu cabello por el brillo y nadie se dará cuenta.

- No puedes.- niega con cabeza y coloca la peluca por encima de mi cabello- No te queda nada mal, con la pintura en tu rostro, resaltará esos celestes.- ahora señala mis ojos- Tienes la suerte de que te toque ser de payaso, Dana no la tiene nada fácil con lo que le tocó.

- Britt, no queremos a una niña caprichosa en el equipo.- la voz de Anna, la capitana del equipo, termina con la discusión con Yvonne- Para caprichosa tenemos a una muy insoportable...- mira a mi amiga y se aleja riéndose de su expresión.

- Ahí te lo dijo ella, para niña caprichosa estoy yo.- me deja todo en mi cama y me empuja a una silla- Pero antes de colocarte el disfraz, haré arte en tu rostro.- suspiro frustrada y asiento.

Con Yvonne nos conocemos desde niñas, teníamos cuatro años y fue por circunstancias desagradables de nuestras vidas. Crecimos en un orfanato a causa de que mis padres fallecieron en el accidente de tránsito y a ella junto a su gemela las dejaron abandonadas en la puerta de la casa de los Storstrand. Tengo una hermana menor que está en el equipo donde jugaba anteriormente. El handball fue un escape de nuestra realidad, para las cuatro. Ya en la adolescencia, la directora nos había anotado en el club de la ciudad en la que pasábamos entrenando todos los días. Jugamos torneos nacionales, ganando dos finales consecutivas. ¿La contra de todo esto? A Yvonne la llevaron a la liga de Holanda y a mí junto a mi hermana fuimos a París.

Gracias a mi amiga es que el entrenador se interesó por mí, en mi juego en especial y porque en mi última visita vine en pleno entrenamiento y, recordando viejos tiempos, jugamos una contra una. Para sorpresa de nosotras, su entrenador no se había ido y nos vio. Esa vez tenía una lesión en mi hombro y aproveché escaparme unos días, pero eso no me impidió divertirme un rato con Yvonne. Le habíamos pedido que no mencionara que jugaba a pesar de que lo tenía prohibido.

Y ahora me toca disfrazarme como bautismo en el equipo. La idea es hacer visita en el hospital de la ciudad. Sorprenderemos a los niños que están internados allí y alegrar su día, pero no me imaginé que iría disfrazada. Mientras sea para dar alegría para los que más necesitan, haré lo que esté a mi alcance.

Despierto de mis pensamientos cuando Yvonne me gira hacia el espejo y me río. Espero que tome como segunda opción dedicarse al maquillaje. La sonrisa dibujada cubre hasta mis pómulos, el rostro todo cubierto de blanco, las cejas negras y por encima de las mías... Ha hecho bien su trabajo.

- ¡No has perdido el pulso!- es una extraña manera de felicitarla y me sonríe orgullosa- Había olvidado que no solo haces maravillas con un balón en mano.

- No sigas, solo aumentas mi ego.- me río mientras me pongo de pie y tomo el disfraz.- Te espero en la sala... Anna ha de estar impaciente de esperarnos, así que no tardes es prepararte.- asiento y corro hacia el baño.

No tardo mucho en cambiar mi vestimenta deportiva por el gran disfraz que es el doble que yo... Me queda demasiado grande, lo que más gracia me da al observarme al espejo. Voy a utilizar un par de zapatillas relativamente normal y no llegue a tropezarme en el primer paso. Me niego a estrenar un chichón en mi primer partido. Y es de lo que se quejan, que no hay mejor disfraz incluyendo las grandes zapatillas y dejaron de insistir con la excusa de atentar contra lo físico, no lesionarme antes de tiempo. Solo zapatillas deportivas y problema resuelto.

Mis compañeras de equipo no dejan de reírse de Dana y de mí. Debo admitir que Yvonne tenía razón al decirme que el disfraz de payaso no era nada en comparación a lo que le había tocado a mi compañera. Si a mí me tocó una gran vestimenta de payaso, a mi pobre compañera ser el lobo junto a otra de caperucita roja no era el peor. Verlas riéndose de ellas mismas, hace que me de cuenta que no lo tomaron mal como reaccioné yo... Sólo que lo hacemos por el mismo motivo y eso es lo que vale. Nos miramos entre nosotras, como coincidencia suspiramos al mismo tiempo.

Las bromas siguen hasta la entrada de la clínica. Le pregunto hasta que piso hay que ir y me quedo sentada en el último escalón viendo los vehículos pasar en las dos direcciones. Muchos me observan riéndose, otros con una sonrisa sincera y otros directamente ni se inmutan. Lo bueno de cubrir mi rostro es que nadie me puede reconocer, de caso contrario llevaría mucho tiempo con autógrafos y fotos, sin llegar a ver a los niños y ellos hacer lo mismo con mi disfraz. Mis ojos recorren cada rincón, es un lugar que no es ignorada por su belleza. París ya me estaba aburriendo, y la verdad, necesitaba un cambio... Respirar otro tipo de aire. Me pongo de pie y entro al lugar.

Llego al quinto piso como me indicó Yvonne y los gritos de los niños se escucha una vez que las puertas se abren. Una sonrisa se asoma por mis labios, además de la que está dibujada en mi rostro. Trato de hacer el menor ruido posible para sorprenderlos y me asomo por la primera puerta que aparece a mi vista, encontrándome con lo que menos esperaba. Es un hombre que tiene su pierna izquierda enyesada y observa el suero que tiene en su brazo. Su cabello castaño claro es lo único que puedo llegar a ver. Cuando levanta su vista, sus ojos marrones se chocan con los míos... Hasta puedo decir que se asusta al verme. Doy un paso más adentro y sus ojos parecen salirse de órbita. De la nada noto que se relaja, no entiendo el motivo de tal acto.



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En el texto hay: amor, admiracion, handball

Editado: 29.05.2020

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