Mi destino, tu corazón (extras)

Mes 2

Pongo los ojos en blanco al ver a Lara rodear mis hombros y Øyvind siguiendo nuestros pasos, volviéndose un cuñado sobreprotector. Sus viajes son más frecuentes y traen algo para el bebé, sea algún peluche o vestimenta de color neutro. Todos, pero absolutamente todos están ansiosos al saber si es niño o niña. Yvonne no me deja sola en ningún momento, como queriendo controlar que no sea usurpada su título de madrina. Marianne también se toma unos días para venir a la cuidad y estar al tanto del embarazo... Como en los viejos tiempos.

- Lara, ¿Es necesario?- baja la mirada y me observa con el ceño fruncido.

- Claro que lo es, eres mi hermana y estaré para lo que sea.- se encoge de hombros y seguimos caminando.

Para mi sorpresa, tengo el antojo de tomar helado de chocolate. Solo lo había probado una vez y no me gustó, y ahora se hace agua la boca con saborearlo... Bastante raro para llevar poco meses de embarazo, como mi barriga sea un poco grande a decir verdad. Por instinto acaricio mi pequeña barriga, y una sonrisa se asoma en mis labios. No pienso en el futuro, en el retorno al campo de juego o si volveré en mi mejor nivel. Solo quiero vivir este momento al máximo, llevar el día a día ver crecer a mi pequeño o pequeña.

- Creo que el mejor regalo que me pudieron dar.- dice Øyvind cuando me entregan el pote de kilo de helado y nos acomodamos en una mesa contra la ventana- Es difícil cuando eres hijo único, pero que mi cuñada esté embarazada es un sentimiento inexplicable para una persona como yo.

- Demasiado sentimental.- mi hermana pone los ojos en blanco- Cariño, a este bebé lo voy a malcriar, y seré la tía favorita.- los observo uno a otro tomando el helado- Tenemos que pensar en el nombre, buscar las alternativas si es niña o niño... O mellizos.- escupo lo poco que tenía de helado en la boca.

- ¡Mellizos!- grito demasiado fuerte y somos el centro de atención... Menos mal que nadie entiende de lo que hablamos- ¿Qué...?

- Mira la genética Živković, aunque las probabilidades son casi nulas, la vida te puede sorprender muchas veces.- me contesta Lara y la observo como si dijera una broma.

- ¡Imposible! Solo quiero empezar con uno.- niego frenéticamente con la cabeza y cierro los ojos ante la descabellada idea- Más adelante puede ser, pero estoy bien con uno.

- La vida te puede sorprender...- sigue mi cuñado- No es malo, al final de todo recibirán el mismo cariño de sus padres. ¿No lo crees?- suspiro y asiento. ¿Dos niños?

Llegamos a casa y dejo a medio de camino a mi hermana y su novio. Están demasiados acaramelados, planeando su futuro. ¡Son demasiados jóvenes! Lo peor es que están hablando de agrandar la familia. Que Lara piense dejar de jugar por eso... No sé que pensar. Una cosa es un embarazo no planeado como el mío, y otra es que ella sí lo desea. No es que me enoje pero todavía es una niña, es mi hermana menor...

- ¿Estás bien?- levanto la vista y lo primero que me encuentro es la barba de Marko- Ocurre algo, no te gusta el helado de chocolate y...

- ¡El helado es un antojo y mi hermana quiere otro Montanes en la familia!- entrecierra sus ojos y me dirijo a la cocina para guardar el pote sin abrir en el congelador- Lara todavía es una mujer joven y puede disfrutar de toda una carrera que tiene por delante.- siento sus brazos rodeándome y apoyo mi cabeza en su pecho.

- No hay edad para eso cariño, no todos están preparados. Muchas parejas no pueden tener hijos propios y optan por adoptar.- suspiro y cierro los ojos- Como lo que pasamos con mis hermanos, ser ignorados por nuestros propios padres y ser protegidos por la familia de Hannah.

Tiene toda la razón, solo que Lara y yo no tuvimos la suerte de ser adoptadas... Al menos no juntas. Pasaron muchas personas para adoptarme, pero mi única condición fue que Lara sea incluida. Por eso pasé toda mi infancia y adolescencia en el orfanato, mi hermana estuvo por delante de todo. Viendo como es el presente, creo que ni me imaginaba vivir algo así... Con Marko, un hombre que no dudó cambiar de club para estar a mi lado y con un niño en camino. Y pensar que podía haber sido diferente...
 

Dejamos a mi hermana y a su novio en el aeropuerto de Budapest, nos dirigimos a la consulta de la obstrecta. Fueron más de cuatro horas de viaje y la espera del abordaje... Demasiado para el comienzo de la mañana. Lara prometió venir de vuelta en dos semanas, aunque tenga que abandonar a Øyvind. De ser ignorada desde que estoy en Hungría a tenerla pegada a mí todo un fin de semana, pero está presente.

Ser una persona pública tiene sus beneficios, como tener mi obstetra personal y a disposición. Recuerdo la primera consulta que no dejaba de observarme, y por lo general luchaba contra los celos de que alguien observe de más a Marko. No fue sorpresa que fuese lesbiana, pero su mirada intimidaba aquella vez. Ahora solo nos estrechamos manos y me acomodo en la camilla. El aire queda atrapado en mis pulmones al sentir el frío del gel y las manos de Marko toman la mía que tiemblan. Mis ojos no se desvían de él, ni el aparato rozando mi vientre lo hace. 

- ¿Lo escuchas?- las lágrimas se hacen visibles en nosotros... Sus latidos-¿No crees que es sonido más hermoso?- susurra en mi oído, ya que observo la pantalla y el puntito que había visto antes, ahora es más grande.

Después de que la obstetra me recomendara vitaminas, nos despedimos. Ni bien salimos de la clínica, Yvonne está acompañada de Tomaž y los saludamos. Tomaž Perco se ganó mi confianza al ver a mi amiga es feliz a su lado, y ya no se ve como una adolescente como suelo recordar. La relación la llevó a la madurez, y recuerdo muy bien lo que me dijo Marko... Iba a extrañar esa parte inmadura de ella y estuvo en lo cierto. Aún me cuesta creer que conocerlo le cambió su forma de ser, pero hay momento que los dos parecen sacados de un cuento para niños.



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En el texto hay: amor, admiracion, handball

Editado: 29.05.2020

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