No dejo de caminar de un lado a otro, bajo la atenta mirada de Yvonne que se ríe. Hoy es mi primer partido en Tokaj FGY y los nervios me tienen a mal traer. Tendría que sentirme segura porque la tengo a mi lado, pero estoy tratando de asimilar que estoy bajo las reglas de uno de los mejores equipos de Europa. Ella ya está acostumbrada a jugar en clubes grandes y yo vengo de uno que hice mi mayor esfuerzo para no terminar últimos en la liga.
- No entiendo porqué estás nerviosa Britt, es solo un partido...- ¿Un partido? Es mucho más que eso. ¡Es la primera vez que compartimos club como profesional!- ¡Deja de caminar en el mismo lugar!- se ubica frente a mí y me frena con sus manos en mis hombros. Lo bueno es que no hace falta de levantar la vista ya que somos de casi la misma altura, solo que Yvonne es uno o dos centímetros más alta.
- Es tu opinión contra mi nerviosismo. Sabes como soy cuando me enfrento a grandes retos, esta es una de las tantas que voy a enfrentar a lo largo de mi vida y es difícil no estar así.- me cruzo de brazos y la enfrento con la mirada- Tú estás acostumbrada a jugar en clubes grandes y, en cambio, esta es mi primera experiencia. Eres una de las grandes exponentes mientras yo soy la nueva del equipo...
- Pero todas saben dependemos de tus tácticas y forma de tu juego.- me interrumpe, empujándome hacia su cama y nos sentamos a lo pie de la misma- Serás la nueva y todo eso, pero recuerda que estás al mando de un seleccionado. Eso es más que suficiente para tenerte respeto y confiar que en tus manos, las jugadas van a salir bien... En tus manos nada va a fallar y que solo nos fortaleceremos a la hora de conseguir un nuevo título.
Si creía que motivarme de esa forma iba a calmar mis nervios, se equivocó... Y muy mal. De que el equipo dependa mayormente de mí es algo a lo que estoy acostumbrada, pero que me presionen desde el minuto cero es algo que apenas puedo soportar. ¡Eso que recién comienzo un nuevo torneo! Peor que sea en un país diferente y al que aún no acostumbro. Esta liga es una de las mejores en el mundo y que yo pertenezca es algo tan increíble como irreal, al menos lo es para mi carrera. Que sea al lado de mi compañera de la vida, lo hace más llevadera, porque vengo de convivir con mi hermana menor por muchos años y me cuesta mucho arrastrar su ausencia. Peor fue alejarme de ella, una parte de mí quedó en París junto a ella. No es lo mismo comunicarme gracias a la tecnología que tenerla conmigo.
- ¡Yvonne! ¡Britt!- la voz de Anna que está al otro lado de la puerta me quita de mis pensamientos-No tenemos todo el día para esperarlas. ¡Arrastren sus traseros al comedor!- bueno, así nos trata. No solo es la veterana del grupo, sino que nos trata como si fuésemos sus hermanas.
- Será mejor hacerle caso o nuestros traseros quedarán marcadas por su pie.- me río mientras controlo que llevo la vestimenta deportiva a mi cuerpo, las zapatillas cubriendo mis pies y el bolso con lo necesario.
No tenemos horario de regreso a nuestros hogares... Llevamos dos días concentradas en el hotel que le pertenece al dueño de la institución. Mientras espero a Yvonne termine de cambiarse, observo la alianza de compromiso y recuerdo el gran error que cometí aquel día en el hospital. Lo peor es que fui yo quien tomó la iniciativa y, por ende, terminé engañando a Phillip. Sigo pensando en Marko, odio admitir que sentí algo nuevo y desconocido... Muy aterrador. La culpa no me carcome por dentro y lo peor es que no me siento mal por probar los labios de ese hombre. He caído rendida a los pies de otros, debo admitir que soy enamoradiza pero esto fue diferente, muy diferente.
La puerta del baño se abre y de ella sale mi amiga con el equipo deportivo como el mío y las demás jugadoras. Por como me mira, la quedé mirando más de la cuenta y quito ese pensamiento que empieza a atormentarme. Niego con la cabeza como si eso me hiciera el favor de hacerlo desaparecer. Abro la puerta y salimos de la habitación. Yvonne me sigue con pasos sigiloso y hasta siento como me taladra la cabeza con su mirada...
- ¿Qué te ocurre Britt? Llevas un par de días actuando muy rara.- suspiro y desacelero mis pasos para caminar a la par de ella. Es que no me animo a decirle lo ocurrido después de que desapareciera de esa habitación del hospital- ¿Piensas decírmelo o tengo que recurrir a mis métodos de que sueltes lo que escondes?- me río, pero sé lo va a hacer.
En nuestra adolescencia, cuando me gustaba un chico de la escuela o del club donde íbamos a jugar, nos encerrábamos todo un día insistiendo en que no saldría de allí hasta que le dijera mi extraña manera de actuar. Después de dieciséis horas, con un hambre que me desmayaba y el cansancio de soportar su voz chillona e insoportable, terminé por confesarle lo que me ocurría... Lo peor que me pudo hacer. No le dirigí la palabra por dos semanas, no sé como lo hice, pero tuvo que pedirme perdón. Esos días me encerré en la habitación que compartimos y mi hermana no se alejaba de mi lado. Los directores del orfanato hacían todo lo posible para remediar la situación que vivíamos y fue ella quien terminó por dar su brazo a torcer. Ese impasse fue un antes y un después en nuestra amistad, la unión se transformó en un gran lazo de amistad que no se ha desatado hasta el día de hoy.