Mi Diablo favorito

Capítulo VIII

Stella

Desperté a la mañana temprano como siempre, Alex estaba boca abajo abrazando la almohada y suspiré para apoyar mi cabeza en su espalda y acariciar su espada, el tatuaje de una cobra se mostraba, lo delinee con mi dedo y besé varias veces su espalda para levantar, sabía que estaba cansado.

Recogí mi cabello y me di un baño, me coloqué un vestido negro y mis zapatos, hoy venían los padres de mi esposo, debía estar presentable.

Literalmente me gustaba verme bien.

Me acerqué a él que estaba observando el techo y sus ojos negros me miraron con atención.

—Buenos días cielo.

Besé su mejilla y él bufó.

—¿Para quién te vistes así? —preguntó acariciando mi muslo y apretó con posesión.

Acaricié sus cabellos desordenados y reí.

—Para un hombre guapo.

Bufó de mal humor y pasó ambas manos por su rostro.

—Stella, no estoy para aguantar bromitas de ese gusto.

Gruñó.

—No seas celoso, sabes que me visto así para ti, además tus padres vienen. Ni siquiera avisan.

—¿Y tú como sabes? —se sentó y me acarició la mejilla.

—Bastian me dijo. Sabes que..

—Que no te cae bien mi madre.

Asentí.

—Ella me odia.

Besó mi frente y se levantó, miré su cuerpo bien trabajo y luego su trasero cuando me dió la espalda buscando un cigarro.

—Pero yo te amo. Lo que importa aquí es lo que yo siento por ti.

Me levanté y me acerqué a él, dió una calada a su cigarro y rodeó mi cintura apretandome contra su cuerpo firme y duro.

—Tienes que bañarte y ponerte más lindo de lo que eres.

Lo miré, sus ojos chocaron con los míos, le sonreí y se inclinó a darme un beso.. Beso que profundice rodeando su cuello y gemi cuando su lengua se encontró con la mía.

Podría estar así siempre que quisiera, Alex me cumpliría los caprichos y yo también los suyos.

—Alex —susurré su nombre cuando bajó a besar mi cuello y mordió la piel.

Sentí como dejó el cigarro en el cenicero y me sentó en la mesa donde estaban algunos de sus relojes, se metió entre mis piernas y volvió a besarme. No me quedé atrás, enredé mis dedos en su cabello suave y subió mi vestido.

Me tocó por arriba de la tela, mis caderas se movieron buscando más roce y entonces las quitó de mi dándome besos en el cuello y mentón, la punta de su miembro hizo un recorrido y clavé mis uñas en su hombro cuando entró en mi, soltó un sexi jadeó ronco y yo solo cerré mis ojos mordiendo mi labio inferior.

—¿Siempre estás mojada? —Se burló de mi y golpee su pecho.

—Solo vi tu sexy trasero, y además tocas muy bien.

Me sonrió coqueto y me besó moviendo lento sus perfectas caderas, lo mordí para provocarlo, y entonces me dió lo que quería, duro y delicioso.

Gemí fuerte y eché mi cabeza hacia atrás, se escondió en mi cuello y jadeó de nuevo. Me contraje a su alrededor y entró aún más, sabía que llegaría al orgasmo muy rápido y él parecía ir en las mismas.

No me importaba, me estaba follando con ganas y lo abracé cuando el orgasmo nos llegó a ambos sintiendo como llenaba mi interior de su esencia.

Sonreí como idiota, sus labios besaron mi rostro y acaricié sus mejillas.

—Te amo Alex.

El sonrió y me dio otro beso antes de salir de mi, me limpió como el buen esposo que era y me acomodé el vestido.

—Me daré un baño, te amo.

Salí de la habitación y me dispuse a ir a la cocina a preparar el desayuno. Diana ya estaba en la cocina tomando una casa de café.

—Buenos días primita. —saludó y también la saludé con ánimos— Te vez como... Si te follaran muy bien.

—Bueno si, mi esposo sabe animarme en las mañanas.

—Presumida.

Reí y comencé a hacer las tostadas, puse otro poco de agua caliente y la miré.

—¿Saldrás? —pregunté.

—Sip, no pienso quedarme encerrada en esta casucha inmensa sabes.

Asentí y vi a mi esposo aparecer por la puerta, miró de reojo a Diana y sacó una botella de agua de la heladera para tomar un poco.

—En fin, ya me voy. Volveré a la tarde primita.

—Cuidate Diana.

Me sonrió tomando su bolsito y salió de la cocina. Miré a mi esposo observar la tasa sucia en la mesa y unas cuantas migas de pan.

—¿Acaso esa mujer no sabe de limpiezas? —expresó de mal humor.

Alex era muy estricto con su limpieza y orden de la casa, suspiré tomando la tasa y la lavé para limpiar la mesa. Lo escuché remover algunas bolsas de galletitas dulces y lo miré.

—¿Te comiste los últimos alfajores? —preguntó mirándome de reojo y suspiré.

Iba a matar a mi prima. Pero tampoco quería que él discutiera con ella.

—Si, lo siento amor..

—Olvidas que tengo cámaras nena, así que dile a la mano larga de tu prima qué..

—Que se mantenga lejos, si, ya entendí.

Terminé por él y asintió.

Me acomodé para servirle el café y ordenar a la sirvienta que prepare el almuerzo.

La mañana estaba tan tranquila, Alex había recibido llamadas de Oscar y Kaile pero no me informó nada. Además de que puso otra tasa de leche en la mesa y eso me confundió.

—Tengo que presentarte a alguien, solo quiero que te mantengas tranquila y no me tortures con tus preguntas.

Asentí comiendo un poco de pan tostado y lo miré levantar para salir de la cocina. Cuando esperé un buen rato apareció con un niño pelirrojo, sus ojos verdes chocaron con los míos, se veía tímido y miedoso aferrado a la mano de mi esposo.

—Cielo..

—Se llama Yaroslav, tiene nueve años y es de Rusia. Ven siéntate y desayuna.

Miré al niño que se sentó y comenzó a desayunar con calma aunque veía el hambre en él. Su cuello tenía marcas de dedos y apreté mis manos.

Su cabello llamaba mi atención, era muy bonito pero merecía un corte de cabello también.

—Soy Stella.

Le hablé y él me miró, acaricié su brazo y le sonreí con amabilidad brindándole confianza.

—Es usted muy bonita..




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