María me observaba con superioridad. Su cabello rubio estaba recogido en un perfecto moño y su vestido verde era bonito. Sus ojos azules eran del color del océano y agradecía que mi esposo saliera como su padre.
Un hombre pelinegro de ojos oscuros. Lo único era que mi suegro tenía cero empatía, pero conmigo se mostraba interesado en saber cómo su hijo me trataba.
—Una casa impecable al menos —habló mi querida suegra, sobando mi brazo izquierdo,
Definitivamente no me importaba lo que está mujer dijera de mi o de la casa. Yo tenía a su hijo y eso a ella la reventaba de rabia.
—Señora, la comida ya está servida.
Miré a la mujer y asentí con una sonrisa.
—Gracias, toma tu tiempo y come algo también.
Ella me sonrió y se retiró.
—No deberías dar esos privilegios a esos empleados, están para servir no para que formen parte de una familia.
Dijo algo molesta y apreté mi mano.
—Literalmente en esta casa hago lo que me plazca, recuerde que su hijo me dió una posición en este hogar.
—Claro, el de ser una mujer a la cual se folla porque para ser una esposa no sirves. Mira esta decoración de porquería.
Miró alrededor y me tragué las palabras que iba a lanzarle porque justo venía mi esposo con mi suegro, el señor Paul era un gran hombre por más que haya echo pasar un infierno a mi amorcito.
—Stella, querida. Que bueno verte.
Se acercó y me dió un corto abrazo junto a un beso en mi mejilla.
—¿Cómo está señor Paul?
—Perfectamente. Viejo, pero bien.
Sonreí y María solo me miró con enojo.
—La comida ya está servida, pasemos.
Ellos asintieron, pero una mano me detuvo a medio camino, Alex me observaba con cara de pocos amigos.
—No quiero que pelees en la mesa con mi madre. —exclamó bajo.
—Pero si ella empieza a hablar idioteces no voy a quedarme callada.
El solo suspiró y le di un beso, lo abracé y él me apretó con fuerza contra su cuerpo. Tomé su mano y lo llevé al comedor.
—¿Y Bastian? —preguntó el señor Paul.
—Salió en la mañana con Sebastián, Ryan me informo.
Tomé el cubierto y enredé los fideos en este para llevarlo a mi boca, una explosión de sabores golpeó mi paladar y solté un sonido de satisfacción. Estaba demasiado delicioso, comencé a comer seguido importandome poco que Maria me miraba con asco.
—Deberías dejar de comer tanto, estás quedando gorda.
—Bueno, al menos Alex sabrá de dónde sujetarse cuando tengamos... ya sabes.
Le guiñe un ojo y ella apretó el cubierto en su mano, la mano de mi esposo me apretó el muslo en forma de regaño, pero él sabía perfectamente que no me quedaría callada como una maldita sumisa.
Odiaba a su madre como ella me odiaba a mi.
—Eres una irrespetuosa, te dije que deberías casarte con Raquel, ella es un buen partido para ti, hijo. Además está más bonita.
Apreté mi mandíbula y seguí comiendo. Joder estaba perdiendo la paciencia demasiado rápido.
—Maria, cállate y disfruta la comida. Deja de hablar de esa mujer. —habló el señor Paul.
—¿Por qué no? Stella solo llegó para arruinar una boda.
—No me iba a casar con Raquel mamá, no amaba a esa mujer.
Dijo mi esposo tomando un poco de vino.
—Pero te la cogiste hasta cuando comenzaste a salir con esta.
Aparte la mano de Alex de mi pierna, no sabía eso y había sido un golpe a mi orgullo.
—Fue un error, estaba borracho.
Miré a la vieja, si era una vieja metida y chismosa. Una interesada en la vida de su hijo, quería manejarlo por más que él tuviera la edad necesaria.
—Seguro ya tendrían un bebé.
—Al bebé lo tendrá conmigo porque soy su esposa.
Dije celosa, enojada con ella y con mi esposo.
—Quiero comer tranquilo en esta mesa. —habló un frustrado Alex y comí otra vez, las ganas de llorar o darle una bofetada a su madre estaban presentes.
Hubo un buen silencio, Alex quiso volver a tocar mi pierna, pero la aparté otra vez, bien, ahora él estaba cabreado porque apretó mi pierna de nuevo con un poco de fuerza para que no la moviera.
—Supe que Lorenzo anda rodando por las calles de Madrid, deberías tener cuidado.
—Las tengo, estoy viendo que movimiento hará de nuevo, no confío en los alrededores.
—Arruinó tu cargamento hijo, deberías confiar todo a esos hombres que protegen alrededor y así no vas a perder.
—Bueno, perdiste gran cantidad de dinero. —habló su madre demasiado metida en el asunto.— Perdiste hombres en una pequeña guerra que te tomó por sorpresa.
—Y luego en la bodega, salieron heridos dos personas. —Terminó su padre de hablar y me servi otro poco de fideos con salsa.
Sentí la mirada de reojo que me dió Alex ante mi atrevimiento de comer más, pero no le presté atención.
¿Yaroslav habrá comido?
La curiosidad me torturó un poco y suspiré, solo esperaba de la sirvienta se lo haya llevado a la habitación.
—Nena. Te pregunté algo...
Lo miré confundido y suspiré.
—¿Qué pasa? —pregunté mirándolo.
—Si vamos a ir al aniversario de mis padres... nos acaban de invitar.
Miré al señor Paul y a María. Esta última me miraba con asco.
—Claro que si. Le llevaré un buen regalo para usted señor Paul.
Solo le hablé al hombre y me dispuse a terminar mi comida. Luego la sirvienta apareció y recogió todo. En eso se levantan y pasan a la sala. Me quedé sentada un poco más y miré a la mujer.
—¿Le llevaste la comida a Yaroslav? —pregunté bajo.
—Así es señora, estaba muy feliz en su nueva habitación, ahora está mirando un dibujo animado.
Sonreí más tranquila y apreté su hombro.
—Cuando termines de acomodar esto, puedes ir con él y comer un rico postre. Le diré a Alex que estás ocupada, sí?. Te lo agradecería mucho.
—Claro que si señora.
Sonreí y me levanté para acomodar las sillas y salir a la sala. Ellos no estaban, al parecer estaban en el despacho de mi esposo. Salí al patio, varias miradas se posaron sobre mi y caminé hacia el hombre robusto, una barba de hace cuatro días lucía en su rostro y suspiré. Recordé la conversación y en como todos me miraron con atención.