Me acomodé el vestido marrón clarito, miré mi figura en el espejo y sonreí con suficiencia. Hoy era la boda de Sara, una mujer que, supuestamente, mi esposo decía que era peligrosa y ambiciosa. Que su pasado junto a su prometido era difícil y complicado. Yo solo decía que serían una bonita pareja.
—¿Estás lista?
La presencia de mi esposo me hizo asentir con ganas. Me volteé a verlo.
—Guau, estás hermosa —respondió, acercándose y dejando un beso en mis labios.
Cuando se separó, la pintura quedó en sus labios y reí divertida.
—Te quedó pintura…
Pasé mi pulgar limpiando su labio inferior. Sentí su caricia en mi cintura y cómo me sonrió.
—Tengo que advertirte algunas cosas… Si ves algo sospechoso o fuera de lo normal en la cena de esta noche, no dudes en informarme. Nada de lo que provenga de ellos es bueno.
—Hablas como si esa pareja hiciera tratos con el diablo.
—El novio lo hace.
Apreté mis labios y asentí. Tenía que contarle de la llamada, decirle que un sujeto extraño me llamó y que me quería con él. Pero tenía miedo a su reacción, a que cambiara de idea y no me dejara ir a la fiesta a divertirme.
—Su boda será extraña —declaré un poco nerviosa.
Él solo asintió.
—Es normal, supongo. Gabriela vino hace minutos.
Mi expresión cambió y elevé una ceja. No quería verla cerca de mi esposo. Al parecer, la idiota no entendía que mi esposo era prohibido para ella y para otras zorras como lo era Raquel.
—¿Y de qué vino a hablar?
—Solo vino a dejarme unos informes.
—¿Y luego? —pregunté, acomodándole el saco—. ¿Te tocó la mano o te coqueteó como la pu…?
—No hizo nada de eso. Por favor, cálmate, cariño —besó mi frente.
Miré a otro lado y sentí su risa.
—¿Te hiciste un test de embarazo?
Me sonrojé, lo miré con los labios apretados y asentí.
—Me dio negativo. Lo hice antes de bañarme…
Estaba emocionada, para qué mentir. Pero me desilusionó ver la rayita sola en la prueba.
—Sabes que podemos esperar para que tengas un bebé. Aún no arreglo mis problemas y quiero que tú estés completamente protegida. Te daré lo que quieres. También quiero ser padre, pero por ahora podemos conformarnos con Yaro. Es un buen chico.
—Lo es. ¿Con quién se queda?
—Con Ryan. Me dijo que se lo llevará a su casa, conocerá a Joana y a su hijo.
Le di otro beso. Estaba tranquila de que él fuera con seguridad completa. Abracé a mi esposo un poco más antes de salir.
•••
El lugar estaba precioso. Las mesas estaban cubiertas por manteles rojos, las copas y platos eran una preciosidad. Todo estaba ordenado. De los invitados ni hablar, había demasiados. Algunos saludaban a mi esposo, ya que eran socios del trabajo.
Apreté mi vestido cuando la vi a ella pasear por el lugar, luciendo elegante y apuesta. La señora Regina era una mujer preciosa; sus rasgos alemanes eran una delicadeza muy agradable y especial.
—Señora Regina…
Saludé y ella me miró, elevando una ceja. Luego tocó su pecho.
—Pero Stella, cariño, hola… Es bueno verte en la boda de mi hijo.
Sonreí, solo que no conocía a su hijo. Nunca se dejaba ver.
—Su nuera me invitó. Bueno, a mi esposo, pero ya me ve aquí —froté mis manos.
Ella buscó a mi esposo con la mirada hasta encontrarlo.
—Alex está muy guapo, sigue siendo un muchacho apuesto y lleno de maldad. Por otra parte, mi nuera a veces suele ser muy mandona con mi pequeño hijo.
La miré y sonreí. Tenía un vestido color amarillo, le quedaba perfecto.
—¿Pequeño hijo? —miré a Alex y este rodeó mi cintura—. Señora Regina, qué guapa se ve hoy. Digamos que su hijo es un hombre adulto y con muchas responsabilidades en la vida del trabajo.
Le di un codazo. No quería confusiones ni que todo se fuera por un caño lleno de problemas.
—Tienes razón. Ya no es pequeño para otras personas, pero para mí es mi único hijo. Tengo que cuidarlo y guiarlo.
Sonreí porque era una madre muy atenta, llena de vida y amabilidad. Bueno, de lo último no estaba muy segura. Había escuchado que varias veces hizo trabajos sucios y contratos de vida o muerte. Que estaba asociada con gente del estado de México y que también estaba algo involucrada en tratas de blancas.
Cuando ella se alejó para saludar a otros, miré a Alex. Él miraba a otro lado. Sentí su perfume y pasé mi nariz por su cuello, dejé un beso.
—Tranquila, cariño.
—Hueles muy bien… Me gusta.
Reí y me dio un beso en los labios.
—Bastian vino, qué bueno.
—No tiene nada de bueno. Se pone mal llevado también y terminará queriendo irse.
Reí y saludé a Sebastián. Este solo asintió con la cabeza como saludo.
—Se ve tan guapo. Solo esperemos que consiga a una mujer con la cual pueda bailar.
—Follar. Necesita una buena follada, nena.
Chasqueé la lengua. Cuando Sara salió con su esposo, me quedé observando cómo tomaban posición para bailar. Ella lucía preciosa y él muy guapo. Bailaron con calma, mirándose a los ojos.
Apreté las manos de mi esposo que me rodeaban por atrás. Me acariciaban el abdomen y las ganas de cargar a su hijo me estaban volviendo loca.
—Lucen muy preciosos —susurré.
Él escuchó, por lo que depositó un beso en mi mejilla.
—Me recuerda a cuando bailamos juntos en nuestra boda —respondió.
Asentí con una sonrisa. Sin duda, aquel día había sido el mejor de nuestras vidas. Su mirada, el deseo plasmado en sus ojos al observarme, era único. Nunca me imaginé casarme con un tipo como Alex: un hombre con miles de enemigos, problemas y mujeres detrás. Pero él me eligió a mí. Me miró solo a mí y me hizo su mujer sin pensarlo dos veces.
—Pronto llegará nuestro aniversario. Ese día te daré todo lo que desees, preciosa.
Reí avergonzada y le di un beso en los labios… mejor dicho, muchos besos.
Cuando ellos terminaron de bailar, nos observaron. Sus ojos miraban a todos, pero los del sujeto quedaron plasmados en mi esposo. Apreté su brazo y Sara saludó, acercándose.