En la mañana después de bañarme, le hice un par de llamadas, dos o tres veces tal vez y no atendía. Había dos opciones la más realista, quizás se había quedado dormida, la opción más pesimista, quizás no supo cómo decirme que no quería pasar el día conmigo y decidió no responder el teléfono.
Después de media hora sonó mi celular, era un mensaje de texto.
Morenita: _ Me quede súper dormida, perdóname, estaba muy cansada y anoche no podía conciliar el sueño. Espero que los planes para hoy sigan en pie.
Ámbar: _ No pasa nada, entiendo. Ademas no tengo otra cosa que hacer.
Morenita: _ Ya sé que debes estar súper molesta, pero te pido mil disculpas.
Ámbar: _ Esta bien, tengo que reconocer que me molesto un poco. Yo ya me estaba haciendo la cabeza de una manera la cual ni te imaginas, creí que no querías pasar el día conmigo.
Morenita: _ Pero no seas tonta, con solo pasar el día con vos sin hacer absolutamente nada me conformo. Asique estoy muy contenta de que además de pasar el día juntas, vayamos a hacer cosas de las cuales no tengo idea… reconozco que eso me pone un poco nerviosa, pero bueno, confió en vos.
Ámbar: _ Con lo que me dijiste me quedo más tranquila, cámbiate que en veinte minutos te paso a buscar.
Morenita: _ Bueno, te espero.
Por suerte se habían aclarado las ideas en mi cabeza, ahora el objetivo era pasar un día fabuloso, si bien se más o menos que vamos a hacer, voy a dejar la mayoría de cosas al destino, como dice Malen las cosas salen mejor cuando uno no las planea, solo se necesita decir vamos a salir y hacerlo. Eso sí, trate de buscar la ropa más casual pero a su vez la más bonita que tenía, quería estar bonita para ella y para mi obvio.
Ámbar: _ Salí, estoy afuera.
Morenita: _ Ahora salgo, yo también te tengo una sorpresa.
Ámbar: _ ¿Qué sorpresa?
Morenita: _ Si te digo va a dejar de ser una sorpresa. Ahora bajo y te la muestro, no soy tan cruel como vos que me hiciste esperar un día entero.
Ámbar: _ Esta bien, te espero.
Me moría de curiosidad y me preguntaba como había hecho para prepararme una sorpresa si le había avisado esa misma noche que al otro día nos íbamos a ver.
Morenita: _ Hola hermosa.
Ámbar: _ Hola diva ¿Cómo estás?
Morenita: _ Bien ¿vos?
Ámbar: _ Me alegro, bien…
Morenita: _ Te morís por saber cuál es la sorpresa ¿No?
Ámbar: _ Sí… ¿Qué es?
Morenita: _ Toma…
Era un libro de Eduardo Galeano, que había visto en un vidriera de una librería, en ese momento no me lo había podido comprar porque no tenía el dinero suficiente, pero si mal recuerdo en ningún momento habíamos hablado de esto.
Ámbar: _ ¿Es el Libro de los abrazos?
Morenita: _ Sí, note que te quedaste viéndolo por un buen rato y pensé que quizás lo querrías.
Ámbar: _ Gracias, es una sorpresa magnifica (Dio un brinco, la abrazo con mucha fuerza y lágrimas en los ojos)
Morenita: _ De nada, me alegra que te haya gustado. Igual te tengo que confesar algo.
Ámbar: _ ¿Qué cosa? (respondió disgustada)
Morenita: _ Te mentí.
Ámbar: _ ¿Con respecto a que me mentiste?
Morenita: _ Hoy no me dormí, había ido esa librería, por eso no te respondí y cuando preguntaste no podía decirte la verdad, porque hubiera arruinado la sorpresa.
Ámbar: _ ¿Enserio? Sos la persona más tierna del mundo, gracias.
Morenita: _ (en tono de burla) Te asustaste (largo una carcajada)
Ámbar: _ Sí idiota.
Morenita: _ Bueno ¿Qué vamos a hacer hoy?