Mi Doble Primo

Capítulo 12: Terquedad (411)

Al día siguiente Carolina ya estaba enterada de lo ocurrido.

—Es un estúpido —respondí cuando preguntó que pensaba de lo que había pasado.

—¿Eso es todo? —volvió a preguntar.

—¿Qué más esperabas que te diga? —pregunté sin entenderla.

—¿Qué desea tu corazón?

—Desea no tener que volver a verlo, mis padres tenían razón al pedirme que me alejara de él. —respondí furiosa al recordar nuevamente lo que pasó aquella noche.

—Creo que no es así. —dijo suavemente.

—Claro que sí.

—No amiga, sientes un rechazo por qué sientes que te ha roto el corazón —explicó—. Un odio causado por la herida, pero en realidad quieres volver corriendo con ella.

—Él, y no es así —respondí molesta.

—Ella, a quien quieres volver es a la Estela que recuerdas, no al primo que sientes desconocer.

—Son la misma persona.

—Para tu corazón no lo son. Para tu corazón no son compatibles como un mismo ser —expreso en voz más suave.

—¡Qué no!

—Ambos te traen ideas distintas y que de pronto chocaran es lo que te lastimó, tu mente no puede aceptar lo que tu corazón quiere.

—¡Carolina deja de querer usar tus estúpidos libros de psicología sobre mi! —le volví a gritar, ella se apartó—. Si ni siquiera comprendes la mitad de palabras que lees ahí, no quieras comprenderme a mi a través de ellas.

—No tienes que gritar así, ahora todos te están viendo —volteé y en efecto, muchos habían volteado a verme.

—Todo es su culpa —susurré al identificar a alguien que más que con sorpresa me miraba con culpa, era la primera vez que lograba verle en la escuela, con su uniforme femenino realmente junto a otras dos chicas al lado de uno de los baños de mujeres.

Su cabello bien peinado era tan…

—Vaya, es la primera vez que la veo acá —mencionó Matías.

—Si, así es. —concordé.

—Parece que hablaba en serio cuándo dijo que ya no intentaría verte.

—Es un idiota, y un inmoral que se mete al baño de mujeres solo para verlas desnudas.

—Dudo que sea así…

—Claro, entre hombres siempre se defienden. —le respondí furiosa antes de irme al aula.

—Odio que el estúpido de mi primo siga usando ese estúpido disfraz de chica linda y… —sacudí mi cabeza, debía sacar esos pensamientos de mi cabeza—. ¿Será que esas chicas saben que el es un hombre? —me pregunté recordando que el dijo que se puso pechos para disimular su travestismo.




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