Mi Doble Primo

Capítulo 17: Declaración (576)

Tres días, nada menos que tres días sin que Estela conteste mis mensajes, me había confesado, ella me había confesado que correspondía mis sentimientos, y ahora parecía que la tierra se la había tragado.

Me encontraba saliendo de la escuela, había quedado en ir a la casa de Carolina hoy, por lo que teníamos que caminar un poco.

—¿Realmente esperabas que al día siguiente se volvieran novias?

—¡No! —en realidad esperaba que no hiciéramos novias esa misma noche, supongo que es normal ya que estaba borracha. Pero no se lo diría—. Pero no esperaba que simplemente se olvidara de que existo.

—Hace media semana no dejabas de querer herirla —me respondió—. Yo no querría tener algo con alguien que me trató como tú lo hiciste.

—Estaba herida tu debes entender que…

—Emilia, no intentes justificar lo que querías hacer —me respondió molesta, no pude defenderme—, ni siquiera se si lo que estoy haciendo ahora es lo mejor o solo estoy condenando a Estela a una relación tóxica —añadió mientras llegábamos a una plazuela, levanté la mirada—. Pero supongo que es demasiado tarde.

En la plazuela, colgado de las ramas de dos árboles estaba un cartel sumamente decorado con las palabras «¿Emilia aceptarías ser mi novia?»

—Es una idiota, pero parece que la convenciste de seguir su corazón —añadió, pero yo no le preste atención.

Debajo del letrero había bastantes flores de papel a lo largo del tronco del árbol, en medio Estela seguía arreglándose, poniéndose dos tacones bajos.

—Bueno, tal vez, salimos del colegio demasiado rápido, pero ya no hay alternativa —puso sus dedos en sus labios y silbó, Estela volteó consternada corrió a tomar una flor que había dejado, a un lado y entonces sentí un empujón—. Ve de una vez, tengo que desaparecer —expresó cuándo volteé y se alejó.

Volví a mirar hacia mi primo, trague saliva, observé el semáforo que acababa de cambiar a rojo y cruce la calle, me acerque nerviosa hasta donde se encontraba. Se veía que no había planeado que llegara tan pronto.

—Emilia, se que esto no es para nada lo mas romántico, probablemente hubieras esperado algo mejor que a mi mal peinada y… —suspiró como si todo fuera un asco, me ofreció la flor sin decir nada, la tomé con mi mano derecha y luego sujeto mi izquierda con sus dos manos—. Emilia ¿Me otorgarías el honor de convertirte en mi novia?

Las palabras que uso me parecieron demasiado rebuscadas, pero no dudaba de la respuesta que le daría, acerque mi rostro al suyo al punto que aunque no me viera directamente a los ojos ella no podía esquivar verme.

—Te concedo ese honor —susurré antes de darle un corto beso en sus labios, se notó que no lo esperaba aunque me siguió el beso. Aunque pasamos el resto de la tarde juntas, sería el único beso que nos dimos ese día, pues Estela todavía parecía muy incómoda al respecto.

Carolina tenía razón, yo no la merecía y probablemente no estaríamos juntas muchos años por mi forma de ser, pero al menos por ahora, aunque fuera a escondidas de nuestros padres, estábamos juntas, y eso era lo que importaba.

Mis padres habían intentado separarnos cuándo éramos niños, pero eso solo había logrado que nos uniéramos más de lo que hubiera sido posible. Una gran ironía fue, que solo guiarán a nuestros corazones a unirse en una de Las Locuras de Nuestra Sociedad.




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