Mi Dolor De Cabeza [dolor #1]

Capítulo XXVII

Este capítulo va dedicado especialmente a:

Nana Ramírez

 

 

Mis ojos con cautela se posan en los de Alicia y ahí está esa mirada de dolor, sus ojos se cristalizan.

— ¿Por…por qué, Dylan? —su voz suena tan rota como su mirada. Mi pecho se aprieta, pero no despego mis ojos de los suyos.

Niego levemente con mi cabeza —no lo sé —respondo.

Se inclina hacia delante, las lágrimas que sé que ha reprimido comienzan a bajar de sus ojos, rodean sus mejillas y finalmente aterrizan en su pantalón. Llora en silencio, pero sus sollozos rápidamente se convierten en solo dolorosos sonidos.

Sus ojos empapados por las lágrimas se levantan de golpe hacia mí — ¿Quién es? —me pregunta con un hilo de voz.

Muerdo mi labio inferior, apartado mis ojos de ella. Le doy un sorbo al vaso que tengo entre mis manos.

—No es necesario que lo sepas —respondo cuando termino de tragar.

Ella se coloca de pie, puedo sentir la rabia nublar su vista.

—Sabes que todo mi vida he estado enamorada de ti —trata de limpiar con las palmas de sus manos las lágrimas de sus mejillas, pero es en vano ya que ellas siguen bajando por su rostro —, recuerdas que cuando estábamos en la preparatoria me cambie, solo para estudiar contigo —no lo dice como un pregunta si no como una afirmación —y cuando te fuiste al exterior a estudiar en la universidad te esperé, te he esperado todo mi maldita vida, Dylan —el llanto hace que su voz se rompa.

— ¿Crees que pedí esto? —También me coloco de pie, tomando el vaso con toda mis fuerza —, nunca quería sentir este jodido sentimiento y ahora que lo siento me odio, me odio tanto —vuelvo a darle otro sorbo al vaso, pero mis ojos al instante caen en los de ella —. Me enamora de Anais —confieso.

Me mira con sus ojos muy abiertos, antes de que pueda decir otra cosa ella me abofetea. Mi cabeza se mueve a un lado, siento como hormiguea mis mejilla y luego siento un agudo ardor, pero no me importa, me merecía eso y mucho más.

—Te odio, Dylan —lo dice apretando sus diente con fuerza.

Vuelvo mi cabeza a ella —Deberías odiarme —contesto, estando seguro que no me odia, solo lo está diciendo por la rabio o la tristeza del momento.

Aprieta sus labios, su barbilla comienzan a temblar. Un gemido escapa de sus labios.

—Te odio —repite como si quisiera que eso fuese real, quiere convencerse de lo que está diciendo. Me da una última mirada, una mirada que me destroza por completo, va abrir la boca para hablar, pero no lo hace y solo se gira en sus talones, saliendo del departamento. Lanza la puerta de un portazo.

Me quedo unos segundos solo de pie un poco desconcertado por lo que acaba de pasar. Cuando vuelvo en si me doy cuenta que estoy comenzando a renunciar a lo que antes creí seria “mi vida soñada”. Mi madre ya me había planeado mi futuro, me casaría con Alicia siendo el dueño de la empresa ‘Legendary’, viviría en una elegante mansión donde tendría docenas de empleados.

¿Pero de verdad quiero eso? ¿Eso es lo que quiero hacer el resto de mi vida?

Desde el día que supe que sería el dueño de la empresa de mi padre supe que debía dar todo por conseguir las mejores notas en la preparatoria y en la universidad. Todo estos largos años he logrado eso, pero ahora me doy cuenta que no estoy satisfecho, nunca lo he estado. Pero cuando estoy cerca de Anais siento esa satisfacción que toda mi vida había querido sentir.

Narrado por Anais Reber:

Dos días ha pasado en lo que no he sabido nada de Dylan, las pocas veces que he visto a Diego me entran unas enormes ganas de preguntarle por su hermano, pero he reprimido todas esas ganas de saber de él ya que la última vez que lo vi se comportó de una forma grosera.

Estoy terminando mi cena en el silencio de la amplia cocina de la mansión, hoy he pasado mucho tiempo con mi madre, cada vez nos llevamos mejor y eso me pone extremadamente feliz. Algunas veces olvida algunas cosas, pero yo no la presiono para que las recuerdes, solo cambio de tema y comenzamos a hablar de otra cosa. Joel aún me sigue mirando raro, pero poco a poco me voy a ir ganando su corazón tímido. Eso es una tarea que debo cumplir.

Me levanto del taburete en el que estoy sentada, me encamino al fregador y lavo el plato y el cubierto que he usado. Esta cena estaba deliciosa, definitivamente Carmen es la mejor cocinara de todo el mundo.

Ya con todo en su lugar me dirijo a mi habitación, queriendo acostarme en mi cama para dejarme llevar por el sueño que sé esta acumulado en mi cuerpo. Ya con mi pijama puesta me dejo caer en la cama, deslizándome bajo las suaves sabanas que visten mi cama. Cierro mis ojos, pero a mi mente llega la imagen de Dylan, lo veo con una genuina sonrisa dibujada en sus labios, mientras que su cabello cae en su frente. Abro mis ojos, frotando mis ojos con mis manos.

—Deja de pensar idioteces —me regaño.

Alguien toca a mí puesta y mi corazón da un salto, me asusto. Clavo mis ojos directamente en el marrón de la madera de la puerta.

Seguro estas alucinando, me dice mi mente, pero cuando la puesta suena una segunda vez ya sé que no estoy alucinando, sé que esta es la realidad. Veo la hora en el pequeño reloj que esta sobre la mesita de noche, 11:45 marca este.




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