Mi Dolor De Cabeza [dolor #1]

Capítulo II

Me muevo en mi cama, entreabriendo mis ojos,  los rayos del sol que se asoman por mi habitación hace que aprieto mis ojos, deseando no haberlos abierto ya que la luz me ha encandilado con fuerza.

Me estiro, suspirando ─un hermoso día para trabajar ─balbuceo, dándome ánimos a mi misma.  Me incoporo en mi cama luchando con mis ojos para abrirlos de una vez por todas, cuando por fin ganó la batalla veo que me he dormido con mis Converse puestas. ─¡Oh otra ves te dormiste con los zapatos! ─exclamo subiendo el tono de mi voz. Niego con mi cabeza, encaminandome al baño para ducharme y lavar mis dientes. El señor Adolfo siempre sale muy temprano ha trabajar mientras que la señora Beatriz duerme aproximadamente hasta las ocho de la mañana, a esa hora ya tiene que estar listo su desayuno. Cuando estoy mirándome , en el espejo después de terminar mi ducha, recuerdo que hoy el nieto de los señores se mudará ─¡Ay carajos! Tenia que estar despierta mucho más temprano ─me visto con mi uniforme lo más rápidos que puedo, en mi cabello hago una cola alta como es de costumbre y mirándome por últimas vez en el espejo salgo de mi habitación. Voy caminado a todo lo que da por los pasillos de la mansión para poder llegar a la cocina en el camino me encuentro con Andres, el cual me regala una dulce sonrisa.  

─Hola, pelinegra ─me saluda, con sus ojos marrones clavados en mí.  

Detengo mis pasos para saludarlo con un beso en la mejilla ─Hola, Andres ─mis manos tiemblan levemente ─¿Ya el nieto de los señores llego? ─le pregunto de inmediato.  

─Si, llego muy temprano ─dice lo que no quería escuchar.

Dormir no es lo mío.  

Un suspiro de cansancio sale de mis labios ─tengo que correr, adiós ─salgo disparada, caminando a la cocina. Al llegar a donde debería estar hace un par de horas me detengo en seco al ver a la señora y al nuevo huésped sentado en el comedor.

Mis ojos se encuentran con los de la señora Beatriz, el nieto de ella esta sentado de espalda hacia mí.

─Anais, justo que estabamos esperando ─la señora se coloca de pie, dejando ver el hermoso conjunto con el que se ha vestido hoy, pantalones de algodon, camiza holgada, tacones punta fina y finas argollas decoran sus orejas.  

Entrelazo mis manos, sintiéndome apenada por haberme presentado a esta hora. El chico que esta sentado a un lado de la señora Beatriz no voltea hacia mí en ningún momento.   

─Yo...yo de verdad lo siento ─tartamedeo torpemente.  

La señora asiente levemente con su cabeza, posando sus ojos en el chico que no ha tenido la educación de nisiquiera voltear a verme.

─Él es Dylan ─dice, señalando al chico. En ese momento él tiene la decencia dr ponerse de pie, girándose en sus talones, sus penetrantes ojos negros se encuentran con los míos, son tan negros como la noche, dejo de respirar por unos segundos ─.Dylan debe explicarte algunas cosas.

Él me mira con tanto desprecio que hace que evada su mirada, viajandola a la señora Beatriz.

─Esta bien, señora ─contesto sintiendo la mirada del chico aún clavada en mí.  

Él lleva sus manos a los bolsillos de su pantlon negro que hacen juego con el negro de sus ojos, su cabello es muy castaño, por encima de la camiseta que lleva se ve que trabaja duro en su cuerpo ya que está bien ejercitado. La señora al escuchar mis respuesta se despide va a despedir de él con un beso pero la mirada que le lanza evita que ella lo haga.

─Luego de hablar con Dylan prepara una ensalada de frutas para mi, por favor.

Yo asiento con mi cabeza, sonriéndole amablemente.  

La señora sale del la enorme cocina de la casa, dejándome a solas con su nieto. Trato de no mirarlo a los ojos.

─Lo primero que debes saber de mí es que me gusta que me miren a los ojos cuando estoy hablando ─su voz esta llena de autoridad y frialdad ─, así que mírame a los ojos cuando te hablo ─ordena.

Me cuesta hacerlo pero finalmente lo hago.

─¿Qué más...?

─Lo segundo que debes saber es que odio las personas irresponsable ─me interrumpe, siento que lo dice por lo que sucedio hoy, ya saben lo de dormir cuando debes trabajar. Trago saliva ─Lo tercero, es que no quiero que creas que podemos ser amigos ni nada de eso, solo hablarás conmigo cuando yo lo necesite─mi sangre comienza a hervir con lo que estoy escuchando.

¿Qué se cree él? ¿Brad Pitt?  Bueno, en realidad esta bueno pero no es para tanto, que se joda.

No despego mi mirada de los ojos de él.  

─Lo siento pero creo...

─Ya dije que no quiero escucharte ¿Verdad? ─su ceja derecha se eleva.

Aprieto mis labios para no abofetearlo ahora mismo.

Recuerda que es el nieto de tus jefes, recuerdalo, me repito una y otra vez, tomando aire.

─Mañana te daré indicaciones exactas de como harás tu trabajo para mí ─aclara su garganta, mirando la hora en el espectacular reloj que decora su muñeca. ─Por ahora solo quiero un desayuno moderado, tal vez un vaso de leche pura y unas galletas orgánicas, las puedes dejar en mi habitación ─con determinación camina pasando por mi lado, impregnando mis fosas nasales con su perfume, huele a hombre.

¿Y por qué no le echamos veneno a la leche?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.